Endometrio no es una banda de punk
Por Danielle Orendain / @OrendainDaniell
La sexualidad es de todxs. Y todxs decidimos cómo ejercerla y cuidarla, sin las imposiciones de la otredad.
A propósito del pasado 28S, “Día de acción global por el aborto legal y seguro”, cuando diversos grupos de feministas y colectivas antipatriarcales marcharon en distintas partes de México, y otros países de Abya Yala, en busca de garantía a los derechos sexuales y reproductivos de las personas gestantes; exigiendo, además, la autonomía de la corporalidad y visibilizando otras formas de acceder a un aborto seguro y acompañado; otros grupos, religiosos y de derecha, salieron a las calles el 03 de octubre a marchar con la consigna “Por la mujer y la vida”.
La marcha de las personas que portan pañuelos celestes, símbolos religiosos y diversos carteles donde visibilizan su deseo de “proteger las dos vidas” — refiriéndose a la persona que está gestando y al producto, ya sea cigoto, embrión o feto — han sido difíciles de ignorar por sus marchas y el contenido de sus redes sociales. Siempre nos dan de qué hablar, sobre todo en debates y discusiones sobre el aborto y la educación sexual.
Sin embargo, esta vez me quiero centrar en un hecho — que realmente lamento — sucedido en la marcha del 03 de octubre de la CDMX, donde una persona menor de 18 años, embarazada, fue invitada al evento para que le hicieran un ultrasonido público. A partir de ese evento surgieron diversas publicaciones y respuestas al vídeo subido a redes sociales, que mostraba cómo un médico le hacía el ultrasonido, mientras otras dos mujeres celebraban los latidos del feto. Muchas de esas publicaciones tenían que ver con señalar que el embarazo de esa persona era producto de violencia sexual y que su exposición pública vulneraba su integridad y moral.
La intensión de este texto va más allá de estar de acuerdo o no con los comentarios, ni siquiera busco refutarles o hacer una crítica al respecto, porque cada uno requiere un espacio para hacerlo, escuchando/leyendo a la persona que los compartió. Lo que realmente quisiera escribir es sobre mi opinión al respecto y sobre los derechos sexuales y reproductivos de las personas menores de 21 años, enfocándome más a la etapa de desarrollo al que pertenece la menor expuesta en aquel evento tan polémico.
Es importante entender un poco el contexto de la menor a la que me refiero. Según las personas que presenciaron la marcha y el evento, esa persona era una adolescente, no encontré una fuente fidedigna que nos arrojara la edad exacta, sin embargo, es importante reconocer esta etapa de desarrollo, y hablar desde ahí: la adolescencia.
La adolescencia está definida entre la infancia y la edad adulta (según el Psicólogo John W. Santrock, en su libro Psicología del desarrollo. El ciclo vital). Me gustaría enfatizar en que el desarrollo no sólo es biológico, sino que también es psicológico, social y político, y esto varía según el espacio geográfico que se habite, ya que el cuerpo, la mente y las funciones sociopolíticas se enfocan en las necesidades y exigencias de cada persona en su propio entorno. En palabras de Santrock “el desarrollo del adolescente se ve influenciado por factores genéticos, biológicos, ambientales y sociales”.
Una parte indispensable en el desarrollo humano es la sexualidad. La sexualidad es algo propio de nuestro ser y existir. Así como somos seres biológicos, también somos seres sexuales y sociales. La Organización Mundial de la Salud define la sexualidad como un aspecto central que está presente a lo largo de nuestras vidas, abarcando los órganos sexuales, la identidad, los roles de género, la expresión erótica y/o afectiva, el placer, la intimidad y la reproducción (para más información, puedes descargar el texto en el siguiente enlace: https://www.who.int/reproductivehealth/publications/sexual_health/sh-linkages-rh/es/).
Por lo tanto, la educación, la crianza y el acompañamiento de las personas, en sus distintas etapas de crecimiento, deberían incluir la educación sexual y la atención a la salud sexual y reproductiva. Algo que en estos grupos de pañuelo verde y pañuelo celeste está en disputa, entre “educación sexual integral en las escuelas y casa” — propio de la lucha por los derechos sexuales y reproductivos — y una educación enfocada en los valores, la familia tradicional y sin ideología de género, que buscan las personas conservadoras, a las que llamamos “anti-derechos” por su práctica política y demandas sociales.
Regresando al tema de la menor expuesta en ese evento, a quien me gustaría llamar Ramona, para cuidar y proteger su identidad, rescato dos argumentos que leí tras los comentarios del suceso: 1) su embarazo se trata de violencia sexual; y 2) aunque sea una adolescente, el aborto no es opción para ella. Comentarios que usaré como base de mi opinión.
Bueno, pensar en la autonomía de los cuerpos, implica pensar en todas las corporalidades, ya sea en la niñez, la adolescencia, la juventud, la adultez intermedia y la vejez. Cada persona, dentro de esas etapas de desarrollo, es sujeta de derechos, lo que implica pensar que también tiene derechos sexuales y reproductivos, que pueden ejercer. Ramona tiene derechos sexuales y reproductivos, debería acceder a una educación sexual integral, a la intimidad, al placer y a la salud sexual y reproductiva. Todos estos recursos son herramientas indispensables para que Ramona tenga una vida digna y una sexualidad plena, según sus necesidades.
Si bien, no sabemos bajo qué situaciones se encuentra, y sin ignorar que en México el embarazo adolescente es una problemática de salud pública, es reduccionista pensar que las adolescencias embarazadas están ahí desde la violencia sexual, descartando otros posibles escenarios, como que no tenga acceso a métodos anticonceptivos o que éstos les fallaron. En cualquier caso, se ha creído que lxs adolescentes no están listxs para ejercer y compartir su erotismo, y es ahí cuando se censura y no se toma en cuenta como parte de su sexualidad. Ese ejercicio de prohibición al placer trae más consecuencias que soluciones.
Para combatir la violencia sexual en la adolescencia, por ejemplo, tendríamos que empezar por dejar de creer que toda expresión erótica a esa edad es violenta o manipulada. Ellxs tienen derecho a explorar y compartir desde el placer y el bienestar sexual, pero si continuamos criminalizando sus conductas, será difícil propiciar espacios seguros para que se acerquen a recibir educación sexual, incluso será difícil que se acerquen a señalar y denunciar las violencias de las que podrían ser receptoras o que se informen sobre los límites y la autodefensa.
Hasta aquí nos damos cuenta de que estamos hablando de Ramona desde el marco adultocentrista. Ni yo ni las personas en internet nos detuvimos a escucharle. Estamos haciendo un análisis a partir de un vídeo. Me parece descabellado; sin embargo, no está de más analizar, problematizar y dar nuestros puntos de vista. Al final, esto se convirtió en un ejercicio pedagógico, dando como resultado que lxs educadores sexuales, docentes y personas que conviven con adolescencias tengamos diversos panoramas desde dónde abordar situaciones similares a las de Ramona.
Ahora, pensando en el tema del embarazo y el aborto en la adolescencia, me gustaría puntualizar algunas cosas. Como ya lo mencioné antes, en México el embarazo adolescente es considerado una problemática de salud pública, ya que somos el país que ocupa el primer lugar en el tema. Su problematización parte desde cómo afecta la salud física, mental, social y económica del adolescente que gesta (si quieres saber más, visita: https://www.gob.mx/inmujeres/acciones-y-programas/estrategia-nacional-para-la-prevencion-del-embarazo-en-adolescentes-33454).
Como es importante respetar la autonomía de quien gesta, a lxs profesionales de la salud nos corresponde darles información útil sobre su embarazo, ya sea para que lo continúe o lo interrumpa, según sea el caso (recordemos que en México tenemos la NOM-046 donde el aborto es legal bajo ciertas causales, que incluyen la violencia sexual y el riesgo a la salud (https://www.cndh.org.mx/DocTR/2016/JUR/A70/01/JUR-20170331-NOR19.pdf), y será la persona que geste quien decida.
Deberíamos respetar la decisión de quien gesta, aunque personalmente nos parezca una mala decisión. Eso es respetar la autonomía y los derechos sexuales y reproductivos. De lo contrario, presionarle o manipularle para que decida lo que nosotrxs creemos conveniente, es violar estos derechos.
Ojalá se respetaran los derechos sexuales y reproductivos de Ramona y de todas las personas en el país. Porque la sexualidad es de todxs, así que todxs decidimos cómo ejercerla y cuidarla, sin las imposiciones de la otredad. Sí, a todxs nos corresponde estar informadxs, para que no volvamos a creer que tenemos el poder de decidir sobre el cuerpo ajeno y así quitarle sus derechos.
Con eso quisiera concluir, me gustaría continuar escribiendo sobre la sexualidad adolescente a partir de los casos de “Las otras Ramonas”, pero esta vez lo dejaré hasta el tema del erotismo, el placer y los derechos sexuales y reproductivos. Es posible que en otras notas continúe con el tema, porque hay mucho de qué hablar.
Para más información visita mis redes sociales, donde subo contenido de salud sexual y salud mental desde mi experiencia y formación. Me encuentras en Instagram como @danielle.orendain https://www.instagram.com/danielle.orendain y en Twitter como @OrendainDaniell https://twitter.com/OrendainDaniell
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