Foto portada: Mónica Garrido, cortesía Daniel Daguzter
#AlianzaDeMedios
“Entender que llevamos siglos hablando con un masculino imperante en nuestro lenguaje y cambiar eso es super difícil, incluso para mí como una persona no binaria. Estamos aprendiendo; pero en este proceso de aprendizaje no podemos pasar por encima de la dignidad de otras personas”: Ginx.
Texto: Daniela Rea, Isabel Velázquez, Belén Kemchs, María José López, Alejandro Ruiz y María Ruiz
Fotos: Cortesía de entrevistades
El pasado 24 de agosto se viralizó un video de una clase virtual del Tec de Monterrey. Ahí Andra, une joven no binarie, exigió a otro estudiante que respetara su identidad de género y ser nombrade como compañere. Este evento desató una discusión sobre el uso del lenguaje inclusivo.
Después del revuelo, Andra Milla publicó unos videos en su cuenta de Tiktok en los que agradece el apoyo, explica los hechos y dice que lo sucedido sirve para visibilizar a la población trans y no binarie. Dijo que suele mandarles correos a sus profesores a inicio de cada semestre para pedirles que se refieran a elle con el pronombre correcto, pero no siempre le hacen caso y tampoco sus compañeres. “Me ha pasado más de una vez que los profesores no hacen nada y entonces soy yo intentando que respeten los errores. Esto es misgender, que sucede cuando le impones un género a una persona con el que no se siente cómode”. Andra denunció que esto pase tanto en las escuelas, pues deberían ser de los espacios más seguros.
Pie de Página preguntó sobre la importancia de ser nombrade a personas no binaries.
“El derecho de expresar lo que siento sin sentirme incomodade”, Daniel, Daguzter, Madame Daguzter, 23 años. Querétaro.
Querétaro es parte del cinturón católico de México, la población aquí es muy persignada y es complicado tener que enfrentarte a este desconocimiento o miedo de las personas, a las que en ningún momento se les ha pasado por la cabeza que esto sí existe y que es válido. Más allá de lo que digan las autoridades, o las figuras del poder elitista, su discurso, o su moralidad, no es algo que tenga que ser cumplido o que deba tener relevancia cuando hablamos de que no son las mismas experiencias de la gente común.
Desde el 2018 me identifico y percibo como una persona de género fluido, y esto me permite expresarme desde un punto neturo, masculino, femenino o no binario, pues es parte de la lucha por mi autonomía e identidad.
Soy una persona que se siente cómoda, cómodo y cómode con todo tipo de pronombres porque en toda mi experiencia he descubierto que puedo abrazar esta feminidad, esta masculinidad y estas formas neutras en la expresión de una persona sin la necesidad de sentirme incomodado.
Pertenezco a House of Apocalipstick. Este es un espacio seguro para mí, pero reconozco que, aunque en mi familia, en mi escuela y en mi trabajo no me he sentido inseguro, hay algunos contextos en donde sí me he sentido incómode respecto a comentarios que la gente hace sin conocer los contextos en los que me desenvuelvo.
Reconozco espacios que, por su geografía y sus condiciones geopolíticas, no podría desenvolverme como me he acostumbrado a hacerlo. Si me voy a espacios donde las personas para nada han escuchado o leído sobre esta comunidad y las identidades trans, sería muy difícil que yo, con toda la confianza, pueda ir con un vestido de terciopelo y mis tacones del 10 a posar en una esquina o en una iglesia.
Pienso que la agenda de los movimientos LGBTTTIQ+ no debe agotarse únicamente en el matrimonio igualitario. Cuando hablamos de nombrar a las personas por sus pronombres, va más allá de lo que mucha gente piensa que es la diversidad y el matrimonio igualitario para todes. Tiene que reconocerse el cambio de identidad de género legalmente, pues en el país y en todo el mundo siempre va a haber ciudadanos, ciudadanas y ciudadanes que forman parte de esta población y necesitan este tipo de servicios y garantías.
Somos personas que cumplimos derechos y obligaciones, y puedes encontrar talento, disciplina, educación y estudios en cualquiera de estas personalidades, y no por eso deberían de vernos inferiores o solo como algo extravagante.
Respecto al caso de Andra siento que se invadió la privacidad de la personita que fue agredida, encima fue ridiculizade y tomado como una broma en redes sociales. Me parece muy alarmante porque también hay que entender a las personas en su rango de edad que también están tomando esa libertad de definirse como elles quieran. Es muy complicado tener que lidiar también con el estado anímico que estén atravesando en ese entonces.
Es importante tomar en cuenta la salud mental de las personas que simplemente estamos pidiendo ser reconocidas como tal. No es nada complicado y no es para nada inhumano, sino todo lo contrario.
“Merecemos ser nombrades”, Xóchitl Rodríguez, 27 años. Ciudad de México.
Merecemos ser nombrades, tomades en cuenta y tener acceso a derechos humanos, existir en entornos seguros donde podamos expresarnos con libertad y no tener que fingir, escondernos o ignorar quiénes somos porque la letra E cuesta tanto trabajo de entender y empatizar.
Usar el pronombre elle y jugar con palabras y adjetivos, añadiendo la letra E, es solo la superficie. Todo este tema tiene que ver con el libre desarrollo de nuestra personalidad, de apropiarnos de nuestra existencia y ser quienes somos sin presiones externas o sin tener que cuidar que alguien nos agreda porque sienta que es una imposición, que solo hay hombres y mujeres, que esto solo es una moda o una fase que morirá con el tiempo.
El género y el sexo son construcciones sociales; las diversas formas en que nos nombramos no deberían ser interpeladas con tanta violencia e intolerancia. Sabemos que para muchas personas es complicado incorporar la E en sus vidas, pero eso no debería ser un freno para que nos respeten y tengamos un lugar seguro dentro de nuestros entornos.
Creo que nos dice que estamos tan acostumbrades a lo que nos dijeron de cómo somos las personas que no podemos tener una apertura a escuchar a quienes salen de esas estructuras tan marcadas, como lo es el binarismo de género, pero también toca otros temas de racialización, nivel socioeconómico, etcétera. Nos cuesta trabajo conocer otras perspectivas que no sean las nuestras y, cuando alguien nos intenta mostrar otra faceta, la sentimos como una imposición, como algo que va en contra de lo que pensamos que es “natural”.
Somos una sociedad que apela a lo “natural”, lo “natural” es hombre y mujer, las personas trans no son naturales. Y bajo esta lógica de que hay cosas ‘“puras” y “naturales”, todo lo que sea una afrenta a esa visión es rechazado y violentado. Creo que sí va en la parte de género, pero también en dinámicas de racismo, clasismo, aporofobia. Cuando nos salimos de lo que se considera ‘natural’ se siente como una afrenta, como un ataque y pues no es así.
“Simplemente comencé a ser yo”, Andy, 21 años, Hidalgo.
Me identifico como trans género fluido. Quizás es un poco confuso para mucha gente; básicamente es como un punto medio entre ambos. Suelo usar cualquier pronombre, femenino, masculino, neutro; el que deseen usar está bien para mí.
Desde que era peque me di cuenta de esto. Recuerdo que durante mi infancia, al haber nacido como mujer, yo le decía a mi mamá que quería ser hombre, pero siempre recibía la misma respuesta de: “ni modo, mi vida, te tocó ser mujer”, cosa que finalmente, de alguna forma, adapté a mí.
Durante mi adolescencia, me gustaba verme a lo que alguien llamaría “masculino”: cabello rapado, ropa, desodorante “de hombre”, todas esas cosas. Al crecer, comencé a verme más “femenina” y, poco a poco, me di cuenta de que, a pesar de no gustarme mi cuerpo ni estar conforme, me adapté y simplemente comencé a ser yo. Si quiero, un día puedo verme como lo más femenino del mundo, al otro, lo más masculino. En un momento me puedo identificar como “él”, al otro como “ella”, en otro momento como ninguno y simplemente como Andy, y eso está bien”.
“Va en nosotros hacer nuestro lenguaje más inclusivo para todxs”, Panxo, 15 años, Los Lagos, Chile.
Me identifico como no binario y utilizo pronombres masculinos. Empecé a identificarme así cuando me di cuenta de que no me sentía cómodo con que me trataran con el género que me asignaron al nacer. Era bastante raro para mí que me trataran con pronombres femeninos; se sentía como si no estuvieran hablando de mí, sino de otra persona.
No encajaba por mi personalidad; muchas veces me intentaron corregir por la manera en que me sentaba o la manera en que hablaba. Nunca entendí por qué las cosas tenían que tener un género específico.
Lamentablemente no he podido salir del clóset para toda mi familia. Me trataban como si algo estuviera mal conmigo, me miraban raro si elegía una prenda que para ellos no debía ser usada por mí y siempre me decían que debía comportarme como una “señorita”; lo que era bastante confuso para mí. Mis padres son los únicos que saben de mi género. No lo entienden completamente, pero son bastante comprensivos y se han disculpado por esas actitudes que me limitaron en el pasado.
Utilizar la ropa y los cortes de pelo que me gustan son las cosas que más me han ayudado a sentirme cómodo, también unirme a grupos de personas LGBTQ+.
Ha sido difícil aceptarme a mí mismo, siempre está ese miedo de que las personas me vayan a rechazar, pero estoy feliz de finalmente poder expresarme de manera más genuina.
Sobre ser nombrado con nombres o pronombres con los que no se identifica:
Si es una persona que no me conoce tanto, no me molesta y le digo mis pronombres preferidos.
Pero cuando una persona sabe mis pronombres y mi identidad y aun así me hace misgender repetidas veces puede ser triste y frustrante. Si es un error accidental es entendible, pero no es poco común que alguien lo haga conscientemente y con la intención de incomodar.
Su experiencia como no binario
Sí me ha hecho ser mas consciente con temas como el feminismo y cómo el sistema nos oprime a todos. Antes no era tan consciente y muchas veces juzgué mal al feminismo, pero ahora me doy cuenta de que su lucha es necesaria y empatizo completamente con ésta.
Es válido usar el lenguaje inclusivo, por ejemplo, varios de mis profesores nos saludan de esta forma: “Hola a todas, todos y todes”. Usualmente lo utilizo de esa misma manera. Pienso que usar a la RAE como argumento es bastante ridículo. En Latinoamérica cada país tiene sus modismos y estos tampoco se encuentran en la RAE, pero aun así los usamos. El lenguaje evoluciona y va en nosotros hacer nuestro lenguaje más inclusivo para todxs.
“Nunca encajé y lo sabía”, Lloret Gironés, 38 años, Ciudad de México.
Me identifico como trans masculine no binarie. Identidad de género: no binarie. Expresión de género: más masculina. Orientación sexual: queer. Hace casi 2 años empecé a identificarme como no binarie. Nunca encajé y lo sabía… Mucho tiempo incluso dudé ser trans (masc), pero no me sentía cómode así tampoco… hasta que conocí el término, investigué y dije: ‘¡Por fin!’.
“Somos diferentes y es lo que nos hace hermoses”, Khai Torres, 19 años, Zacatecas.
Me identifico como una persona trans masculina no binario, utilizo pronombres él/elle. Desde que tenía 8 años, y al vivir en un pueblo pequeño y extremadamente binario, me dí cuenta de que no encajaba con aquellos que decían ser como yo. Nunca pude conectar al 100%. Hasta que me mudé a la ciudad pude ver que hay muchísimos matices, incluso en una ciudad tan tradicionalista como Zacatecas, por lo que no sentí la necesidad de seguir encasillándome en un extremo.
Al principio no estaba seguro de cómo presentarme ante los demás, porque se esperaban cosas específicas de mí. Me tomó varios años de preguntarme el porqué de las cosas, tomar valor y aceptarme, para poder comprender que el espectro es muy amplio, todes somos diferentes y es lo que nos hace hermoses.
Cuando decidí “salir del clóset” quise que solamente mis padres, hermanos, tíos, primos y abuelos fueran quienes lo supieran directamente de mí. Con otras personas no siento una necesidad de hacerlo. Contrario a lo que esperaba, la mayoría estuvo de acuerdo y dijeron cosas como “ya lo sabíamos» o “qué bueno que te diste cuenta”. Algunos otros, más que desaprobarlo, mostraban miedo, porque conocían personas en esa situación que fueron marginadas o excluidas. Afortunadamente me tocó un tiempo en que es mucho más fácil hacerlo, comparado a unos años atrás. Al final todos lo aceptaron, tanto grandes como chicos, así que fue una buena experiencia.
Las primeras fuentes que encontré del tema trans eran unos cortometrajes en Youtube y fueron los que me hicieron comenzar a cuestionarme. A lo largo de los años y con la mayor visibilidad, he podido encontrar testimonios de otras personas que lo comparten por Facebook, Twitter y Tiktok. También hay muchas ilustraciones respecto a eso o películas como ‘La Chica Danesa’ que me han hecho ver que no estoy solo y que nadie más lo está, por lo que he podido aceptar los altos y bajos.
Qué siente al ser nombrado con su nombre asignado al nacer:
Siento como si me estuvieran invalidando, como si me estuvieran diciendo que yo debo ser lo que ellos quieren que sea. Me trae malos recuerdos escuchar ese nombre, me incomoda porque no me siento bien “en mi propia piel”. Me hace perder mucha confianza.
Sobre empatizar con otros movimientos y luchas:
Cuando somos espectadores, lo único que podemos hacer es especular e intentar comprender, pero no es hasta que te encuentras en esa situación que realmente sientes en primera persona. Obviamente todas son experiencias y temas distintos, pero pasar por eso te enseña a empatizar con otros. Además, como somos comunidades con sentimientos y tratos en común, expresamos ese apoyo e interés por las causas.
Creo que el lenguaje inclusivo es una necesidad muy grande actualmente. Muchos escritores y grandes estudiosos han dicho que esto es una tontería pero no lo veo así. Si no desarrollamos algo como esto, estaríamos excluyendo a muchísimas personas. De hecho, el idioma español es muy genérico, cuando generalizamos en cantidades siempre es en masculino, por lo que tanto mujeres como otras minorías quedan fuera de esto, así que no veo una razón por la que no debamos implementarlo. Tal vez el uso de la “x” o “@” funciona escrito, pero necesitamos pasarlo al plano hablado, por eso mismo yo uso mucho el pronombre elle y terminación “e”. No es que debamos de luchar por “ser más” u “opacar a otros”, sino que debemos buscar ese punto medio en el que respetemos (otros lenguajes) igualmente.
Como estudiante de lenguas extranjeras, puedo ver que la lengua no es solo un medio de comunicación, sino que tiene un trasfondo sociológico, arqueológico, psicológico y, por ende, cultural, muy muy grande. Forma parte de nuestra identidad, por lo que creo que se debe comenzar a reformar cómo usamos el lenguaje, para que vayamos evolucionando y abriendo paso a nuevos horizontes.
Clarissa: “Todas las experiencias son únicas” , 24 años de edad, Ciudad de México
Muchas personas en la cuarentena se dieron cuenta no solo de su orientación sexual, sino sobre su identidad de género y esto es muy importante; creo que todes tenemos que tener alguna etapa de nuestra vida en la que nos cuestionamos nuestra identidad de género, terminen siendo cis o no, está chido decir: “ok soy cis porque ya exploré y ya me di cuenta que sí soy cis, me identifico con el género que nací”.
Yo siempre tuve un conflicto con la feminidad, siento que yo no quepo en este mundo siendo mujer, ser no binarie para mí es tener esa flexibilidad de poder explorar con el género lo que yo quiera. El género fluctúa, me gusta denominarme no binarie porque sigo en esta exploración de ver para mí que es el género. Todavía estoy en ese descubrimiento.
Sobre el lenguaje inclusivo es verdad que no estamos acostumbrades a utilizar el lenguaje de esa forma, pero hay que entender que “construyes mundos con el lenguaje y si eliminas palabras estás destruyendo mundos”, estás invalidado a un colectivo de personas que sí existen. Si usas lenguaje inclusivo es porque estás visibilizando otras identidades. Para mí el lenguaje inclusivo es el way to go (camino a seguir).
No se está debatiendo, no se está discutiendo qué pasa con las personas no binarias, que utilizan “elle”, es algo que se va a ir dando, pero no se va a poder dar si no les reconoces y no solo es reconocer, es nombrarle, si no les estás nombrando entonces cómo les vas a garantizar la posibilidad de vivir como cualquier otra persona.
Una vez, antes que se diera este boom, escribí en mi diario que “existir es resistir, pero todavía no puedo poner el pie para simplemente combatir con mi propia existencia porque me da miedo”, y ahora veo esto y digo ¡wow!
¡Todas las experiencias son únicas! El ser no binarie para la persona A, es totalmente distinto para la persona B. Para muchas personas es una tercera categoría, hay: hombre, mujer, no binarie; pero el chiste de ser no binarie es que es todo un paraguas de identidades que no necesariamente caben en una sola caja porque cada quien lo experimenta de forma distinta.
Las personas cisgénero no terminan de entender qué es el miedo a la burla y a ser exhibides. Rodrigo Alonso López Rodríguez, 23 años, estudiante de historia en la UNAM.
No me reconozco como varón ni como persona heterosexual, me reconozco como persona no binaria.
Considero que es importante dejar de presuponer que todas las personas son heterosexuales o que se reconocen como hombre o como mujer. Las identidades no binarias tienen que ver con no sentirse identificados con alguno de estos dos géneros. vivimos en una sociedad que se rige por normas establecidas que gestionan y regulan la manera en la que expresamos nuestro género.
Yo desde la primaria me sentía obligade a formar parte de los espacios que se asignaban a los varones por convención”. Recuerdo las clases de educación física, en específico la actividad del fútbol donde había una puesta en escena sobre la masculinidad y en donde estamos obligades a encajar.
Al ingresar a la universidad tuve la oportunidad de conocerme más a fondo y tuvo que ver con el papel restrictivo del espacio familiar y de otros espacios cercanos. El expresar la identidad conlleva a vivir violencia pero también formas de miedo y de inseguridad frente al rechazo a la diferencia. El compartir espacios y amistades con amigues y generar alianzas es lo que proporciona la seguridad para aclarar y reafirmar lo que somos.
Leí la palabra no binario por primera vez hace unos 5 años en redes sociales, en facebook. En ese momento no me generó ningún impacto significativo. Los procesos de descubrimiento implican ir transitando por varias categorías que dificultan el identificarse como persona no binaria. Fundamentalmente tiene que ver con una manera de expresarse fuera de los límites que establece la oposición varón mujer, masculino femenino y sobre todo encarnar en estar más allá de esa diferencia. Estar en un espacio de zozobra e incertidumbre frente a la violencia, no se trata de una violencia aislada sino que es el resultado de una misma sociedad que en el caso de México deja al día 10 mujeres muertas.
Mis amigues y compañeres me han acogido y acompañado. Las experiencias trans y no binarias también involucran a las personas que no se reconocen como trans y no binarias, es decir las personas cisgenéro. El involucramiento se da desde la empatía.
Las amistades en la universidad, han sido el primer paso para la confianza, es en la escuela donde se abren las alianzas y formas de acción política que les llevan a conocer referentes para nombrar y tener herramientas con las cuales expresarse. Pero también los canales en YouTube como el de Siobhan Guerrero que es profesora trans de la UNAM, son otros espacios de reflexión que ayudan a dar nombre a las experiencias.
El tema de la familia es algo más complejo porque no siempre se logra la escucha. La familia también es una institución de represión en muchas ocasiones y por ello es como vivir en una zona de guerra porque siempre es estar en estado de alerta día y noche y no saber en qué momento puede venir algún tipo de agresión o violencia por parte de esos seres queridos.
Una experiencia que las personas cisgénero no terminan de entender es el miedo a la burla y a ser exhibides y expuestes a la violencia, como sucedió hace poco. Cuando se está a la luz de los ataques no hay tregua, la violencia es frontal y no para. Antes era la rabia por el agravio moral, a fin de cuentas cuando no se reconoce a una persona no binaria tal y como ella se nombra lo que se hace es negar su existencia, es interpelar a una persona de manera violenta porque es algo que toca fibras muy sensibles.
El lenguaje no es neutral en ningún sentido. El lenguaje se organiza con base en gramáticas situadas en una sociedad que privilegia al varón y a lo masculino, no es un hecho que sea neutral y que nunca varíe, por esa razón el uso de formas de expresión neutras habla de los cambios que se requieren para darle nombre a muchas otras experiencias que están más allá de ser varón o de ser mujer. El lenguaje inclusivo debería ser usado por la sociedad que durante su historia le ha temido a la diferencia.
La RAE es solamente una institución regulatoria de la lengua española pero no consigna las maneras en que el lenguaje cambia a lo largo de su historia, mucho menos las sanciona. Debemos tener en claro que las personas no rechazan el lenguaje de manera aislada, se trata de una cultura de violencia y negación que responde a una historia que no concibe una realidad más allá de la oposición entre varón y mujer.
Creo que hace falta una conversación en torno a los peligros y retos de las personas trans y no binarias frente al Estado, además de poner a discusión formas de organización y alianza que no encuentren una salida a los problemas a través de estas instituciones o en el mercado sobre todo en este contexto de pandemia y de empobrecimiento de poblaciones marginadas.
“No le debemos androginia a nadie para que crean en nuestra identidad”, Ginx G. Álvarez, 30 años, CDMX
A los dieciséis compré un fanzine en el Chopo. Se llama Anarkada y todavía lo guardo con mucho amor. Es un fanzine anarcofeminista que habla de género y disidencias. En ese fanzine estaba la palabra queer y debajo la palabra trans* (con asterisco). A mí me hizo mucho sentido la definición: una persona que no está conforme con el género que le fue asignado al nacer. Pero en ese asterisco había un salto de página; ese asterisco dentro de lo trans es una multiplicidad de identidades: “hay personas trans que son binarias y hay personas trans que no lo somos y dentro de este asterisco cabemos todes”. A los 16 dije trans*, eso soy, le puedo poner un nombre, una palabra.
Yo desde los 16 me asumí trans* pero decirlo a un grupo de gente lo hice hasta los 22 años. Y las violencias en torno a mi identidad aparecieron cuando empecé a contarlo. Estando en el Politécnico Zacatenco por primera vez viví la transfobia. Al momento del pase de lista, cuando tu expresión de género no cuadra con tu nombre y te preguntan: “¿qué eres?”, como si fueras una cosa, no una persona.
Esta vigilancia del cuerpo no se trata de mi identidad de género, de que traiga un letrero diciendo soy una persona no binaria. Ahí hay violencias que tienen que ver con mi expresión de género. Se me leía como una persona que no era ni esto, ni lo otro, y de ahí se me hacía esta lectura de: ¿entonces qué eres? No le debemos androginia a nadie para que crean en nuestra identidad no binaria.
Me limité de ir al baño, es una cosa que a veces todavía practico, hasta que llego a mi casa voy al baño, porque el baño fue el primer lugar donde viví violencias, empujones contra la pared donde me preguntaban qué era. El baño sigue siendo un lugar en el que no confío. Me salí a la mitad de la carrera del Poli y entré a los 22 años a la UNAM, a periodismo. Seguía teniendo miedo al baño. Empezaron los pases de lista en los primeros semestres y otra vez viví la vigilancia de mi cuerpo, de si mi cuerpo y mi expresión de género concordaban con mi nombre.
Con gente con quien tenía confianza hablé abiertamente de que no era ni mujer, ni hombre. Otras personas de grupos o semestres más adelante lo supieron; y en los pasillos, comenzaron los comentarios. Una vez escuche a una chica decir: “lo tiene grande”. Me regresé y la confronté. Me contestó: “¿qué tienes en medio?, me dijeron que lo tienes grande. Que no eres mujer, que te operaste”. Después me enteré que le gustaba y esa fue la primera vez que me fetichizaron. En la calle he tenido experiencias con hombres que en el pesero me preguntan: “¿qué eres?, ¿qué tienes entre las piernas?”. Eso es algo que también pasa con las personas trans*. O nos fetichizan o nos exotizan.
Esto que pasó con le compañere me pone triste porque es algo a lo que se están enfrentando muchas personas en silencio y ahora que se detonó toda la ola de odio, sobretodo en redes sociales o en algunos medios de comunicación, he visto a gente muy joven contando en Twitter que a partir de esto no quieren salir del closet en su escuela o no le quieren decir a su mamá.
Nos estamos enfrentando a tener que explicarnos. Si une ya tiene ciertas herramientas emocionales o lo tiene más digerido, le ha puesto nombre a lo que siente, puede decirlo y no siente miedo… Son tiempos para incomodar. Si no incomodamos no va a haber espacios más seguros para generaciones nuevas. Hay hartazgo al tener que decir aquí estoy, así soy, este nivel de exposición no está chido, pero pienso en una frase de una de mis canciones favoritas que dice: “no te suicides, piensa en toda la gente joven que viene detrás; pensar en elles es avanzar. Pensar en esos freaks, vale la pena estar aquí, pese a toda la mierda”.
No hay fórmulas pero sí hay acciones que podemos normalizar para comunicar a otra persona que eres un lugar seguro. Una manera tan simple es preguntar: ¿cómo te nombro, cómo quieres que te llame? Ni siquiera tienes que usar la palabra pronombre. Si tienes un grupo de alumnes, alumnas, alumnos, suma a estas preguntas el primer día de clase: ¿cómo quieres que te nombre?, ¿con qué pronombre te sientes bien? Y luego de manera muy personal empezar a usar el lenguaje inclusivo. No se trata de meter la “e” a cada palabra. Se trata de hacerlo con consciencia. Entender que llevamos siglos hablando con un masculino imperante en nuestro lenguaje y cambiar eso es super difícil, incluso para mí como una persona no binaria.
Estamos aprendiendo; pero en este proceso de aprendizaje no podemos pasar por encima de la dignidad de otras personas. Es una forma de hacer de que en los entornos personas con identidades trans y no binarias empiecen a sentirse cómodes, donde nombrarte como lo que eres no signifique que vas a recibir burlas, rechazo o transodio.
***
Este texto se publicó originalmente en Pie de Página: