Desde Mujeres
Por Viviana Islas Mendoza / @VivianaIslasM
Consejera Local del INE Estado de México
Seguramente usted que me están leyendo sea mujer u hombre en algún momento de su experiencia profesional les cuestionaron sobre su edad para desempeñar el cargo o empleo por el que estaban postulando y no por su experiencia o capacidades para cumplir con el perfil requerido. Esta situación se presenta en ambos géneros, pero sin duda es más frecuente con las mujeres, incluso estos actos de discriminación, descalificaciones y violencia pueden presentarse estando en el puesto, ya que no sólo se tiene que lidiar con la edad también con el género.
A mis 32 años lamentablemente tengo varias historias que contar, pero les compartiré un par que me ocurrieron recientemente y en las que probablemente se sentirán identificadas. Hace unos meses me inscribí a una convocatoria para formar parte de un organismo autónomo, al hacerse público mi nombre, recibí mensajes motivadores, pero también de desaliento, la mayoría de estos últimos relacionados con mi edad, sin tomar en cuenta que cumplía con los requisitos legales y con una experiencia profesional y académica que respaldaba mi aspiración. Pero en un país machista poco importan los talentos de las mujeres, incluso hay quienes hicieron referencia a mi físico y edad como mis principales enemigos ¡imagínese usted!, situaciones que pueden sembrar duda, vulnerabilidad e incluso hacer que se desista del objetivo.
De manera personal, en el ámbito profesional nunca he tenido conflicto si se refieren a mi persona por mi grado académico (aunque suelo conducirme con formalidad aún con la confianza que se da en la cotidianidad). Resulta, que en una reunión de trabajo en donde evidentemente todos los presentes teníamos una responsabilidad en la institución que representamos, la persona de mayor edad se refería a las mujeres jóvenes como “señoritas”, en cambio a los demás (hombres por cierto) se refería por su nivel de estudios o cargo, pero no sólo eso, era claro la diferencia en el trato entre nosotras y los otros. ¿Por qué hacer esta diferencia de trato entre iguales? ¿por qué este nivel de superioridad de los hombres frente a las mujeres ? ¿En qué momento los grados académicos se han convertido en una lucha de egos, y no en humildad de conocimiento?
Quizá una de las respuestas a estas interrogantes es la resistencia histórica que sigue prevaleciendo para que las mujeres ocupen espacios tradicionalmente destinados a hombres. Acabar con la cultura de siglos donde el papel de la mujer se reducía a la integración de una familia y a la procreación de hijos, no ha sido una batalla sencilla, ni tampoco nueva. En este sentido, me di a la tarea de investigar más sobre las mujeres que han marcado la historia de México en distintas épocas que todas y todos debemos de conocer y que sin saberlo han alimentado el feminismo de nuestro país. Son muchas, unas más conocidas que otras, pero en esta ocasión solo hablaré de tres:
Leona Vicario, fue de las primeras periodistas mujeres en México, pero además de las más preparadas de su época, recibiendo una educación privilegiada en artes y ciencias. Destaca su participación a sus 21 años en el movimiento de Independencia, a pesar de la resistencia de su tío quien tenía su custodia al quedar huérfana. No sólo fungió como informante de los insurgentes brindándoles información de las estrategias de los españoles, sino que además al contar con los recursos, sufragó la causa con efectivo, medicamentos y asilo a quienes lo necesitaban. Como consecuencia se enfrentó a la persecución política (incluso fue encarcelada) y también al machismo de la época. Se dice que Lucas Alamán siendo ministro, aseguraba que si Leona Vicario se unió al movimiento independentista había sido por seguir a quien fuera su esposo Andrés Quintana Roo y no por tener una convicción política propia, a lo que ella valiente contestó que sus “acciones y opiniones eran libres e independientes, y que, así como había mujeres que por su educación se dejaban manipular también había hombres”, es decir, no era una cuestión de género. Hoy es considerada como madre de la patria y sin saberlo nos dio lecciones de feminismo.
Matilde Montoya, primera médica mexicana. Nacida a mediados del siglo XIX, donde todavía la educación era un derecho exclusivo de los varones, particularmente para el ingreso a las universidades. Debido a su gran talento e interés en la educación a los 12 años ingresó a la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía misma que tuvo que abandonar por cuestiones económicas, no obstante, a sus 16 años recibió el título de partera, profesión que ejerció hasta que logró entrar de nueva cuenta a la Escuela Nacional de Medicina. Después de muchos obstáculos a los que se enfrentaban las mujeres de la época, a los 28 años obtuvo el grado de médico de cirugía y obstetricia. Su legado no sólo reside en sus aportaciones a la salud, sino que abrió brecha para que las mujeres pudiéramos acceder a la educación superior en México.
Elvia Carrillo Puerto, nuestra primera sufragista feminista. Originaria de Yucatán, proveniente de una familia numerosa, pero con acceso a la educación, en donde a sus escasos 6 años al asistir al colegio pudo percatarse de la desigualdad social. Contrajo matrimonio a los 13 años y enviudó diez años más tarde. Gracias al respaldo de Rita Cetina, quien había sido su maestra y fundadora de la primera secundaria para mujeres consiguió su primer empleo impartiendo clases de mecanografía y en las que aprovechaba para leerles a sus alumnas los derechos consagrados en la constitución. Fue una impulsora activa de la Revolución Mexicana, luchando por los derechos de los indígenas, campesinos, obreros y de las mujeres. Fundadora de un sinfín de organizaciones dedicadas en busca de la igualdad de la mujer. En 1923 se convirtió en la primera diputada mexicana en un congreso local donde impulsó el derecho a la educación, al voto y a la salud de las mujeres, pero desafortunadamente en 1924 tuvo que renunciar debido amenazas de muerte y tras el asesinato de su hermano Felipe Carrillo Puerto. Pese a las intimidaciones siguió en la lucha de la consagración de los derechos políticos de las mujeres, mismos que vieron luz hasta 1953 y de los que hoy gozamos todas.
Pongo estos ejemplos de mujeres ilustres que han marcado la historia de nuestro país, no para romantizar su legado sino para visibilizar la violencia, exclusión y discriminación a la que hemos sido sometidas durante años y que en pleno siglo XXI seguimos sufriendo. Para demostrar que son las mujeres las que han abierto camino a las mujeres. Para exponer que a pesar de los derechos ganados en leyes, existe una resistencia patriarcal de hacerlos efectivos; y finalmente, para ejemplificar que la edad no debe representar un obstáculo sino una oportunidad. Porque es justo lo que exigimos las mujeres: oportunidades en condiciones de igualdad, porque son nuestros derechos, porque el talento y las ganas sobran.