La Ley Federal del Trabajo en México establece que la jornada de trabajo mixta, diurna y nocturna, debe ser de 7 horas y media; sin embargo, desde que arrancó la pandemia, Damaris Sima González trabajo en casa 18 horas diarias. Su día se divide entre ser maestra, comerciante de alimentos, madre de una hija e hijo, cuidadora de su familia y trabajadora del hogar.
El Instituto Nacional de las Mujeres, registró que durante la pandemia, el 95% de las labores de cuidado en casa fueron realizadas, principalmente, por las mujeres.
Por Leslie Zepeda / @lesszep2
Damaris Sima González, de 32 años, es Licenciada en Cultura Física y Deportes, y actualmente se desempeña profesionalmente como maestra de deportes en una escuela primaria.
Lunes, martes y miércoles tiene que impartir clases virtuales; los mismos días que su hija de 7 años toma clases de segundo grado a través de una computadora. Damaris se despierta a las siete de la mañana para alistarse y para preparar a su hija porque ambas comienzan sus clases a las ocho en punto.
Entre clase y clase encuentra alguna oportunidad para apoyar a su hija en sus clases; sin embargo, no siempre puede hacerlo. Con una madre que trabaja, su hija ha tenido que aprender a hacer las cosas por sí misma. El resto del día, Damaris lo dedica a las tareas del hogar, a la atención de sus hijos, así como las actividades administrativas de sus clases, tales como calificar o realizar planeaciones escolares.
Durante esta pandemia, así describe sus días: “Mi día empieza muy temprano y termina ya al otro”, precisó.
La jornada excesiva de trabajo con la que carga Damaris desde el confinamiento no es exclusiva; el Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) identifica que actualmente las mujeres destinan 65% de su tiempo a las labores domésticas y de cuidados.
“La mayor precariedad laboral de las mujeres se explica por los roles de género y las responsabilidades del cuidado asignadas a las mujeres. El cuidado es colectivo, sin embargo, las normas sociales de género atribuyen el rol del cuidado a las mujeres, lo cual perjudica su participación en el mercado laboral, provoca la brecha salarial y limita su acceso al empleo de calidad”, afirmó en un estudio la Comisión Interamericana de Mujeres.
El agotamiento físico y mental de Damaris Sima es constante desde que inició la cuarentena:
“Es muy cansado físicamente, pero mucho más anímicamente te pega mucho porque sientes que no puedes con todo, yo soy muy activa, estoy acostumbrada a estar en movimiento pero hay días que no quiero hacer absolutamente nada. Ni la cocina, ni la tarea, la computadora, nada. Este rol de ser mamá las 24 horas sí es más pesado porque no hay un momento que digas me voy a relajar.”
Los cuidados como una carga de trabajo no remunerada y atribuida directamente a las mujeres son un problema permanente que con la pandemia han tomado más fuerza; por ello, desde el Observatorio Género y COVID-19 en México se identificaron las consecuencias que pueden traer a las mujeres que trabajan remuneradamente y también mantiene los cuidados del hogar:
“Las mujeres que aún mantienen sus trabajos remunerados y pueden desempeñarlos desde casa, tienen el reto de conciliar la vida laboral y familiar en el mismo espacio físico, lo que puede generar estrés, agotamiento extremo y afectaciones a la salud.”
El agotamiento mental es constante en la vida de Damaris, pues en la escuela donde labora comenzaron a correr a profesoras y profesores ante la baja de varias alumnas y alumnos que no podían continuar estudiando por falta de ingresos económicos en sus familias. El estrés y la incertidumbre eran permanentes para ella: “En cualquier momento te podían llamar y decirte, sabes qué, pues lo siento, no hay suficientes alumnos para que des las clases. Gracias.”
Hasta ahora no le han llamado para darle esa noticia; sin embargo, sí le hicieron una reducción a su sueldo, al igual que a su esposo. Tratando de llegar a una solución ante la disminución de sus recursos económicos, optaron por abrir un micro negocio de comida en su casa para distribuirla en el fraccionamiento donde viven. Esta solución también ha significado una tarea más en su lista de actividades, pues debe comprar, preparar y distribuir los alimentos.
La vida de Damaris se absorbe entre el trabajo y los cuidados:
“El bebé es 24 horas, la casa 24 horas, es una carga de que tienes bebé, hija, esposo, entonces, es la casa, la escuela y sí, el aumento en el trabajo fue muchísimo, fue del cien por ciento.”
Su vida se ha complicado en medio de la pandemia, pero aún así, ella trata de reírse y de vez en vez recuerda que “sus días de locos”, como ella lo manifiesta, busca hacer de todo para que el estrés no la consuma.
Para describir a Damaris es posible usar los mismos adjetivos que para su hija. Ambas tienen el cabello sumamente lacio, portan sonrisas contagiosas, son inquietas y de voz dulce. Para ambas, no ha sido fácil estar encerradas todo el tiempo, como tampoco lo ha sido el no poder salir para realizar sus actividades como antes lo hacían. Todo esto, psicológicamente, ha implicado un duro reto.
La lista de actividades que Damaris Sima realiza a la semana son: dar clases en línea; realizar calificaciones y planeaciones; mantener su negocio funcionando, alimentar a su hija, hijo y esposo; jugar y apoyar a su hija en sus actividades; atender completamente a su bebé y encargarse de todas las labores del hogar. Por último, aunque pareciera evidente, cuidar de sí misma.
ONU Mujeres llama a reconocer y accionar ante la sobrecarga laboral que viven las mujeres durante la actual cuarentena.
“En el ámbito del trabajo de cuidado no remunerado, se debe hacer frente a la invisibilidad, la falta de reconocimiento y a las desigualdades que operan al interior de los hogares. Los cuidados son actividades que regeneran diaria y generacionalmente el bienestar físico y emocional de las personas.”
Damaris Sima coincide con esta declaración porque para ella, como mamá, además del reconocimiento, es necesaria una repartición equitativa de las tareas dentro de su hogar.