A lo largo del Golfo de México, del sur de Tamaulipas hasta Quintana Roo, el manatí —mamífero acuático herbívoro— habita y se desplaza por las franjas de las aguas tropicales. Se estima que hay alrededor de mil ejemplares en México, sin embargo, esta especie está en riesgo de extinguirse por la contaminación, la destrucción de su hábitat, la colisión con embarcaciones y la caza furtiva ocasional, sobre todo en estados como Tabasco y Campeche.
Por ello, con la finalidad de incentivar la conciencia ambiental, el siete de septiembre se celebra el Día Mundial del Manatí en nuestro país desde el 2001, así como para recordar la importancia de reconocer la relevancia que representa el trabajo comunitario para su preservación en dichas zonas.
Por Fernanda Lattuada/@MariferLattuada
El manatí, Trichechus Manatus, es el único mamífero que es completamente herbívoro y su carisma atrae a muchas personas, así como su fisionomía “pachoncita” y su mítico parecido con “las sirenas”, opinó Darwin Jiménez, biólogo originario de Tabasco quién participó en el conversatorio “Un gordito con cuerpo de sirena: acción comunitaria para su cuidado” organizado por ADN Aprende y Descubre la Naturaleza.
Una especie que tiene una longitud de entre dos a tres metros y un peso que oscila entre los 400 y mil 775 kilos; poseen una capa de algas en su piel y actualmente está catalogada como especie en riesgo de extinción, de acuerdo con la NOM-059-SEMARNAT-2010.
Todas las razones de su extinción tienen que ver con las actividades humanas, advirtió Paloma Ladrón de Guevara, miembro de la Sociedad Mexicana de Mastozoología Marina y profesora de Ciencias en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“La contaminación, destrucción de su hábitat, colisión con embarcaciones, enervamiento en artes de pesca, entre otras. Pero todas tienen que ver con actividades humanas, por lo tanto, si queremos conservarlo tenemos que involucrar a la población debemos protegerla y conservarla, estamos a tiempo de prevenir que se extinga”, agregó Paloma.
Como instrumento de conservación, las Áreas Nacionales Protegidas han fungido con éxito para reducir el riesgo que enfrentan los Sirenios, en la opinión de Benjamín Morales Vela, investigador y biólogo de Tabasco.
Las Áreas Naturales Protegidas (ANP) son áreas terrestres, costeras o marinas con altos valores de biodiversidad, paisajes y servicios ambientales; que están sujetos bajo un régimen legal, es decir, existen obligaciones en dichas áreas para protegerles.
“Las ANP pueden reducir los riesgos desde una participación comunitaria; conocimiento local; programas de educación; el co-manejo de gobiernos, comunidades, sociedad organizada e investigadores las ANP son un instrumento con capacidad de incidir en la preservación de muchas especies y de ver el uso de los recursos de una manera más sustentable”, enfatizó Benjamín Morales a través del conversatorio.
De acuerdo con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), existen aproximadamente 182 ANP en el país, y el manatí habita seis de ellas: Reserva de la Biosfera Pantanos de Centla; Área de Protección de Flora y Fauna Laguna de Términos; Reserva de la Biosfera Ría Celestún; Reserva de la Biosfera Ría Lagartos; Reserva de la Biosfera Sian Ka´an y la Reserva de la Biosfera Yum Balam.
PRESERVAR Y PROTEGER EN COMUNIDAD
Cuando un manatí bebé se encuentra huérfano, las comunidades han intervenido en su rehabilitación a partir de fases y manejos adecuados, con apoyo de veterinarios y especialistas como Blanca Cortina, académica del Instituto de Ciencias Biológicas de la Universidad de Veracruz.
La especialista narra cómo en la región del Humedal de Alvarado en Veracruz, se organizan en grupos para la alimentación y limpieza del estanque que le es creado al manatí bebé con albercas de distintos tamaños, conforme va creciendo; incluso se instalan calentadores para el agua en temporadas de frío.
Con la participación de los Niños Herederos del Humedal y toda la comunidad, en la tercera y última fase se instala un corral de 10×10 metros donde es reincorporado a su hábitat natural el manatí y pueda así comenzar a adaptarse.
Juventino, manatí rehabilitado en Veracruz. Fotografías retomadas durante la presentación del conversatorio “Un gordito con cuerpo de sirena: acción comunitaria para su cuidado” organizado por ADN Aprende y Descubre la Naturaleza.
También en Tabasco y Chiapas las comunidades han sido imprescindibles para las crías huérfanas. De acuerdo con Darwin Jiménez, en el 2018 hubo seis crías huérfanas: cuatro de Tabasco y dos de Chiapas; y cada año normalmente se reportar dos crías huérfanas.
Darwin Jiménez reconoce que aún hay mucho qué hacer por el manatí; particularmente en el caso de la industria ecoturística, un problema ecológico que afecta diversas especies:
“A veces falta educación como turistas y queremos brincarnos reglas, y presionamos esta industria ecoturística por obtener una satisfacción personal. Entonces ahí es la invitación a hacer conciencia si no existe una regulación normativa y si no existe autorregulación como usuarios; los efectos negativos dirigidos a la interacción con manatíes en vida libre pueden ser: acoso a ejemplares, malnutrición, cambios en pautas conductuales, dependencia a alimentación o interrupción de flujo génico”, afirmó Darwin.
Los especialistas coincidieron en la importancia que tiene la educación ambiental, sobre todo en torno al manatí en zonas que comparten el mismo recurso: el agua; así como, replantear el valor del manatí en México y en el mundo, y en comunidad incidir en la preservación de los gorditos con cuerpo de sirena.