Columna Maroma
Por Lourdes Limón, psicóloga e integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
Mucho se ha dicho por parte del gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, sobre que fuimos el primer estado que suspendió clases debido a la situación de riesgo a la salud actual. De manera inmediata (desde la urgencia), la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ) respondió y comenzó a dar su estrategia educativa para los miles de niños y jóvenes que desde el pasado 17 de marzo estarían en casa; esta estrategia movilizó a los docentes, administrativos, directivos, supervisores, etcétera.
Armando actividades continuas para que el alumnado las llevara a cabo en casa, dando por hecho, además, algunos factores, dos de los más importantes son: no se tomó en cuenta que mucha de la población infantil y juvenil no tiene acceso a internet para dar seguimiento dichas tareas, y la segunda, no todos los niños y jóvenes pueden ser acompañados en dichas actividades por los tutores; algunos debido a que sus padres tienen que salir a laborar jornadas largas para poder traer la comida a la mesa; y otros tantos, porque los padres y madres de familia no cuentan con el conocimiento necesario para guiar en las actividades a sus niños, aumentado frustración a lo que de por sí ya representa el encierro.
Finalmente, pero no menos importante, porque muchos niños y jóvenes sólo cuentan con el acompañamiento de la escuela para poder seguir sus trayectorias escolares, por varias formas de abandono que derivan de situaciones complejas tanto familiares como sociales.
Así a unos días de cumplir un mes de encierro, no han faltado las manifestaciones de padres y madres de familia que se sienten agobiados por garantizar que se cumplan las actividades escolares diarias; además del acompañamiento 24/7 que algunos de ellos ya están brindando a sus hijos e hijas; otros más están cumpliendo jornadas laborales con menos sueldo, lo cual imposibilita emocionalmente para poder conducir a sus hijos al cumplimiento diario las tareas a distancia, también los especialistas advierten de la alza en la violencia intrafamiliar en estos momentos de convivencia continua en encierro.
MAROMA: Observatorio de niñez y juventud; se pregunta constantemente:
¿No será que una institución como la Secretaria de Educación Pública -que no sólo debe garantizar el derecho a la educación, sino además a que dicha educación sea una “educación para la vida”-, en lugar de estar únicamente preocupada porque los niños y jóvenes no se atrasen (¿atrasen de qué o para qué?), debería de ocuparse y proponer un plan de acompañamiento para las vivencias actuales de niñez en encierro?
Un plan garantice que la educación no sólo se tome como la formación y aprendizaje académico; por el contrario, un plan que sea congruente con su propia propuesta institucional, y que muestre una educación desde la empatía, desde el acompañamiento, garantizando la inclusión de toda su población estudiantil, así como su salud mental y el sostenimiento de los vínculos que dentro de una escuela se construyen, ya que una escuela no es el espacio físico donde se va a aprender: Una escuela es un universo de relaciones que permiten y permean lo académico y lo social, vínculos que durante esta situación extraordinario son importantes seguir sosteniendo y construyendo con la cercanía posible y las herramientas tanto tecnológicas como creativas.
Por tanto, proponemos desde MAROMA que esta experiencia actual, pueda ser tomada no sólo como proceso de aprendizaje, sino además como el reto de pensar los vínculos con los niños y jóvenes más allá del espacio del aula o escuela, así mismo, garantizando una escucha de su propia voz sobre sus intereses y el uso del tiempo libre.
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