El 19 de junio de 2018, Ramiro Osuna Ríos de 19 años desapareció en la carretera México-15 a la altura del poblado de El Limón, Nayarit; la llamada recibida en el teléfono celular de su padre ese día, confirmaría que los responsables de su desaparición forzada fueron elementos de la Fiscalía General de Estado de Nayarit. Un año ha transcurrido desde aquel martes, sin que exista información suficiente que permita dar con el paradero del joven sinaloense que viajó a Tepic para trabajar como chef.
Por ello, su padre, el señor Ramiro, cansado de esperar respuestas de quienes se lo llevaron y no aceptan su crimen, decidió unirse a la labor amorosa y valiente que realiza el grupo Guerras en busca de nuestros tesoros, Nayarit. Ahí, conoció a la señora Vicky, fundadora del colectivo y madre de Bryan Eduardo Arias Garay de 19 años, desaparecido el 6 febrero de 2018 en el mismo estado.
Este padre buscador encontró un lugar en la organización que lidera la señora Vicky junto con un grupo de más de 30 familias de guerreros y guerreras nayaritas; y que, a poco más de un año de su conformación, ha conseguido traer de vuelta a casa a 14 tesoros desaparecidos.
Por Dalia Souza /@DalhiaSouza
La lucha de un padre buscador
“Uno anda de pie pero por dentro uno anda muerto; estas situaciones son muy pesadas, yo nunca pensé que nos fuera a pasar eso a nosotros”
Dice el señor Ramiro con voz entrecortada, mientras nos relata lo que sucedió aquel 19 de junio, un año atrás.
El señor Ramiro, labora como conductor de transporte público en Mazatlán, a eso se ha dedicado la mayor parte de su vida. Ese día que, por cierto, era martes, se encontraba conduciendo su unidad, cuando recibió una llamada que ni siquiera pudo comprender. Detuvo el autobús, bajó a los pasajeros he intentó llamar de vuelta.
La voz del otro lado del celular, que tiempo después descubriría, venía de un teléfono público, decía que Ramiro, había sido detenido por personas a bordo de camionetas blancas y que pertenecían a Fiscalía.
“Quise llamar, pero ya no me contestaron; lo único que me dijeron fue que habían detenido a mi hijo y que había sido fiscalía, que eran camionetas blancas”.
De acuerdo con la información que el señor Ramiro ha conseguido recabar, la detención sucedió en la carretera México-15 a la altura de El Limón, Nayarit. El joven viajaba en su automóvil por la carretera libre a Mazatlán para visitar a sus padres, como se los había prometido días antes; ya que, Ramiro trabajaba como chef en Nuevo Vallarta, Nayarit y cada determinado tiempo volvía a casa con los suyos en Sinaloa.
El teléfono de Ramiro ya no atendía llamadas, aunque insistieron miles de veces, el último mensaje que envío a su madre decía que ese día estaría de regreso; sin embargo, ya no lo hizo.
Como pudo, recuerda este padre buscador, juntó dinero y viajó a Tepic para pagarle a un abogado que le hizo un amparo porque de acuerdo con la llamada que recibió su hijo se encontraba detenido.
Con los ojos vendados
“Yo llegué a Tepic, y llegué con los ojos vendados y con las manos atadas; porque yo no conocía, de hecho yo nunca había salido de allá (Mazatlán). Todo el tiempo mi trabajo, mi trabajo y pues me salen con eso, que nosotros nunca anduvimos mal, a quién le hacíamos daño”.
Yo oía que hacían desapariciones, pero luego la ideología de uno: andan mal, la mayoría anda mal. Cuando ya le toca a uno ya no piensas lo mismo.
Llegó a Tepic, con la esperanza puesta en ayudar a su hijo y verlo de vuelta; un abogado en la ciudad, le hizo el amparo, pero de nada sirvió. Ramiro nunca estuvo detenido o, por lo menos, nunca fue llevado ante autoridades municipales, estatales o federales tras su detención.
“Yo me vine aquí a Tepic, fui con un licenciado a que me hiciera un amparo porque supuestamente estaba detenido, pero a la hora de la hora no había nadie. Anduvimos en todas las instituciones que fue fiscalía, fue V Carranza donde está el penal, a con los militares, fuimos a PGR, a todas a esas dependencias, fuimos, pero no hubo una respuesta de él, que nunca lo vieron, que nunca pasó nada”.
Ramiro, dónde estás
“Entonces dije a dónde se fue, a dónde se lo llevaron, o dónde estás”.
¿Dónde estás Ramiro?, se pregunta su padre y le reclama a las autoridades estatales y federales que han hecho poco o nada por encontrar al joven que hoy está por cumplir 21 años.
Si bien, le recibieron su denuncia ante la Fiscalía del estado de Nayarit y ante la ex Procuraduría General de la República (PGR), hoy Fiscalía General de la República (FGR), por tratarse de una desaparición forzada; este padre explica que ya han intentado dar carpetazo a su expediente bajo el argumento de que no existen evidencias que permitan dar con una línea de investigación, aún y cuando, la propia autoridad ha sido los encargados de desechar las pistas que se le han ofrecido:
“De hecho, ya le querían dar carpetazo”. ¿Qué argumento le daban? “Pues que ya no había evidencias para dar con el paradero de él o para agarrar el hilo. Si llevo evidencias y de todas formas sale lo mismo”.
Hasta el momento, el expediente de Ramiro, dice su padre, no tiene más que la declaración que él mismo hizo cuando levantó la denuncia por su desaparición. En ésta aparece el número telefónico del que recibió la llamada que anunció el inicio de esta tragedia; el señor Ramiro lo entregó con la intención de que pudieran intentar, siquiera, hacer un rastreo a través de una sábana de llamadas; sin embargo, la respuesta siempre ha sido que “no se puede” por tratarse de un número que salió de un teléfono público.
Ramiro, el joven chef mazatleco que esperan de regreso en casa
“Cuando él me pide permiso: papá me voy a ir allá porque voy a ganar más, me dice. Bueno hijo si te vas a ir allá siempre y cuando sea un trabajo digno como siempre yo lo he hecho. Yo nunca he andado por ningún lado y siempre hemos andado derecho, le digo, poquito pero nunca les ha faltado nada”.
El salió a hacer su vida, explica el señor Ramiro mientras recuerda que su única intención fue “soltarlo para que el supiera cómo se ganaba el dinero, para que él se empezara a valorar y su familia lo valorara”.
Como chef trabajó en Mazatlán y luego consiguió una oportunidad de empleo en Nuevo Vallarta, Nayarit a la que decidió irse a vivir. Ya tenía un tiempo viviendo allá, pero nunca perdió la comunicación con su familia, siempre llamaba y recibía las llamadas de su padre, quien estrictamente le pidió que atendiera el teléfono a la brevedad cuando se tratará de una llamada suya.
Con la bendición de Dios, dice su padre, Ramiro estuvo viviendo en Nayarit y viajando a Mazatlán de vez en cuando; nunca había tenido un percance hasta ese día en el que, junto con él, se llevaron la vida y la tranquilidad de su familia.
“Ya se lo encomendé a Dios, iba y venía, pues todo bien, hasta que llegó ese día, hasta ahí me truncaron la vida, me arrancaron una parte porque él era muy apegado a mí”.
Ramiro Osuna Ríos es para la Fiscalía General de la República (FGR), el registro 279/DS/2019 y para su padre, el amor más grande de toda su vida y el impulso que le animó a seguir adelante hasta encontrarle, ya que como él dice: “no hay cosa que le duela más a uno que los hijos”.
“Te sacan tu lado que no tenías. Entonces eso te da el impulso a sacar lo que tú traes adentro y lo que tú podías hacer y que no descubriste en tu tiempo lo que tú puedes ser. Entonces en la venida a las búsquedas o venir a buscar a mi hijo, me dio mucho impulso del que yo nunca me animaba a salir a buscar algo, pero como ya es mi hijo y no hay cosa que le duela más a uno que los hijos, pues emprendo la búsqueda y la lucha no importa lo que me pase”.
El tiempo, aunque pareciera poco para los familiares que desde hace casi una década buscan a sus seres queridos desaparecidos, ha sido una eternidad para este padre que se cansó de pedir a las autoridades que le devolvieran a su hijo y decidió unirse al grupo: Guerreras en busca de nuestros tesoros, Nayarit.
“Porque yo nomás iba a estar siguiendo buscando, si hubiera andado solo hubiera estado buscando nada más a las instituciones o esperando a ver qué; y aquí no, ya en el grupo te mueves a muchas partes”.
Cuando platicamos con el señor Ramiro, aún no había salido a campo con sus compañeros y compañeras del colectivo; no obstante, explicó que desde que se integró a la agrupación la búsqueda de su hijo ha sido menos incierta y en compañía.
Primero conoció a la señora Virginia Garay, Vicky, como le dicen con cariño; ella le invitó a unirse al colectivo de guerreras y le enseñó que no estaría más sólo en la búsqueda de su muchacho.
Guerreras y guerreros en busca de sus tesoros Nayarit
En el nombre llevan la encomienda, reconoce la señora Vicky, fundadora del grupo Guerras en Busca de Nuestros Tesoros, Nayarit.
Fue hace más de un año, justo un mes después de la desaparición de su hijo Bryan Eduardo Arias Garay, el 6 de febrero de 2018; harta de que la autoridad no le escuchara, no buscara a su hijo y, por lo tanto, no hiciera valer sus derechos como víctima de un delito, la señora Vicky, se vio forzada, incluso, literalmente obligada a crear el colectivo Guerreras:
“Mi hijo desapareció el 6 de febrero y el colectivo lo formé en marzo, fue rapidísimo, pero igual las autoridades me obligaron, me presionaron, porque yo iba con dos tres compañeras que ya había conocido ahí. Iba por decir así, Derechos Humanos, y ahí me presionaron diciéndome que yo debía de formar el colectivo, que tenía que tener credenciales que deberíamos de tener gafete, que teníamos que estar constituidas, para que nos atendiera”.
Más tardaron las autoridades en cerrar la puerta de su oficina, que la señora Vicky en conformar la asociación civil; en hacer los gafetes; las credenciales; y el logotipo de la agrupación.
“Nosotros en tu pobre casa, todos mis hijos, mi esposo y yo nos ha gustado o nos hemos dedicado a la informática. Entonces en ese momento empecé: cómo a diseñar la credencial y a diseñar el gafete y a buscar en internet. Mi esposo ¡me ayudó a buscar en internet qué nombre podría hacer; qué tenía que hacer el representante, entonces las autoridades me obligaron de esa manera”.
Si bien, explica que ahora es consciente de que no era necesario formar una asociación civil para ser atendida por los funcionarios públicos, esto le ha permitido acompañar en este primer año a 32 familias que quieren ver de regreso a sus desaparecidos.
Todo lo que sabe sobre la búsqueda de los desaparecidos en oficinas gubernamentales; en campo; en los centros penitenciarios y de rehabilitación; o en los SEMEFOS, lo ha aprendido en el andar y a través -asegura- del rechazo de las autoridades; la violación a sus derechos; la falta de información, pero también, con la experiencia y los aprendizajes que ha adquirido de sus compañeros y compañeras de lucha.
Aquello que inició la señora Vicky, en marzo de 2018, hoy representa en Nayarit, una de las más recientes y reaccionarias muestras de organización colectiva alrededor de la búsqueda de desaparecidos en vida y en fosas clandestinas.
En ese trayecto he tenido que ir aprendiendo yo sola, ahí buscando cómo hacer. Así conocí a más gente. Yo sentía feo y yo prácticamente les agarraba de la mano y empezaba a llevarlas: ven yo te voy a ayudar para que saques esto, ven yo te voy a decir aquí. Y de esta manera fui formando el colectivo y fui relacionándome con más personas”.
La desaparición de Bryan
Bryan Eduardo Arias Garay, tenía 19 años cuando desapareció el 6 de febrero de 2018 en Tepic, Nayarit. Estudiaba la preparatoria y trabajaba por las noches ayudando en un negocio de hamburguesas y hot-dogsque se encuentra a unas cuadras de su casa.
Según relata la señora Vicky, son tres puestos de venta de comida y él rotaba de local cada vez que algún empleado tenía su día de descanso; por lo que, siempre le avisaba a su madre en qué puesto estaría, no sólo para que supiera en dónde se encontraba, sino para que pasara a saludar o a cenar.
Si bien, ya era una costumbre, ese día, la señora Vicky no fue a visitarlo a su trabajo y más tarde éste no llegó a casa:
“Para mí era una sorpresa que no me había hablado para nada. Ya cuando vi que no, que pasaban las horas y él no regresaba me salí a buscarlo, pero a esas horas el puesto no está abierto, entonces veía si algún vecino o si los amigos de por ahí lo habían visto, nadie mencionó nada, nadie sabía nada”.
Al día siguiente, fue a preguntar al lugar donde él trabajaba; sin embargo, le dijeron que tenía una semana sin presentarse, situación que, a decir de su madre, es una mentira, ya que, los días previos a su desaparición, ella había acudido a verle trabajar como de costumbre.
El gobierno no sabe en dónde están y no tiene voluntad para buscarlos
De acuerdo con la última actualización del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), hasta noviembre de 2017, en Nayarit había 145 personas con una denuncia por este delito en el fuero común y tres más, en el fuero federal; no obstante, a través de un comunicado de la Fiscalía General del Estado de Nayarit, reportó -en abril pasado- que existen mil 230 denuncias por desaparición desde 1987.
Pese a ello, refiere la señora Vicky, la magnitud y complejidad de la problemática no es una prioridad para los funcionarios que laboran en la dependencia estatal; ya que, aunque desde octubre de 2017 fue instalada la Comisión Interinstitucional de Desaparición de Personas y Desaparición Forzada integrada por elementos de la Policía Federal, agentes de fiscalía, marinos, militares y por la Subsecretaria de Derechos Humanos del estado, cuando acudió ella acudió a interponer la denuncia por la desaparición de su hijo Bryan, fue obligada a esperar 72 horas.
“Siempre ocurre al momento de poner la denuncia… parece que tú eres el villano, te tratan mal; no me quisieron dar copia de mi denuncia en ese momento, me dijeron que no… nada más me dieron un papelito junto con el número de la denuncia. Para esto antes de poner la denuncia me tuvieron horas esperando ahí, porque no había quién me la tomara y hasta que se dignó una señorita y dijo se la voy ir tomando”.
Sumada a la revictimización que experimentó durante el levantamiento de su denuncia y, a la falta de acciones de búsqueda e investigación sobre el caso de su hijo, puede decir que, hasta el momento, se ha hecho muy poco en su carpeta de investigación. Reclama que, a un año cuatro meses de la desaparición de Bryan, no existen elementos fundamentales para rastrear el paradero de su hijo, como lo es la sábana de llamadas de su teléfono celular.
“Pero hemos pasado por tantas cosas que aún a mí en estas alturas, hemos solicitado la sábana de llamadas de mi hijo en dos ocasiones, bueno, el Ministerio Público las ha solicitado, en dos ocasiones y el juez las ha negado”.
“Nosotras somos las que los buscamos”
“Dejamos de hacer todo porque estamos buscando a nuestra gente, porque fiscalía no hace nada y nosotros somos los que buscamos, nosotros somos los que los encontramos en fosas, nosotros somos los que los encontramos en vida”.
Estas guerreras y guerreros se cansaron de buscar en escritorios y de escuchar el típico “nosotros les llamamos si tenemos algo”, por ello, han localizado a 14 personas en poco más de un año.
Según nos narra la señora Vicky, de un tiempo para acá pasó de la experticia que había adquirido en el trato con funcionarios, a la búsqueda en campo, en los servicios médicos forenses, en los centros penitenciarios y en los de rehabilitación.
Luego de abrir la página de Facebook de la organización, comenzó el “verdadero trabajo”, pues relata que de inmediato recibieron mensajes de personas que no sólo buscaban a sus familiares, sino, de muchas otras que les daban información sobre presuntos lugares en donde podrían localizar entierros clandestinos:
“Éste sí es un trabajo porque por mail hice la página y al momento te llegan a bombardear mensajes de todo tipos, mensajes de personas desaparecidas, así como mensajes que dicen “yo creo que vi un campamento para tal lado, me parece que para allá estaba viendo esto”; entonces esto nos obligó a buscar dónde nos decían, en los mensajes que teníamos, donde la gente nos va diciendo y cómo nos van diciendo, las personas nos van guiando dónde pensar, de esa forma nos salíamos a campo”.
Con una sonrisa orgullosa, nos platicó que, aunque no sabían cómo usar un pico, una pala, o, incluso, cómo identificar una fosa, “la práctica” y la capacitación constante con otros colectivos en el país, les ha llevado a localizar tres tesoros desaparecidos de familias del colectivo y dos más que no contaban con una denuncia de desaparición.
Junto con ello, la señora Vicky comparte que también se ha dedicado a la identificación de los cuerpos de personas no reconocidas en los servicios médicos forenses; armada con un álbum de fotografías con los rostros de los familiares de sus compañeras visita las morgues del país para intentar traerlos de vuelta.
“En SEMEFOS de todos los estados tienen personas no reconocidas, entonces, yo me di a la tarea de hacer las fichas de toda mi gente que traemos, con todos los tatuajes y a SEMEFOS me voy”.
Pero como la esperanza está puesta en verlos y verlas regresar como se los llevaron, dice la señora Vicky, la búsqueda se amplió a los centros penitenciarios y de rehabilitación. Gracias a estas labores, el colectivo además de sumar información sobre el paradero de sus amores desaparecidos, ha localizado a nueve personas con vida una de ellas familiar de un miembro del colectivo.
“Me ha tocado entregar seis personas vivas localizadas también en penales y en centros de rehabilitación. Tengo a dos personas vivas en puerta para localizar a sus familiares, entonces, creo que estamos haciendo buen trabajo”.
La esperanza de las guerreras y guerreros está puesta en verlos regresar
“No hemos parado” dice la señora Vicky, orgullosa y “echándose porras”; no lo ha hecho desde que desapareció Bryan y no lo hará ahora que 32 familias le han confiado la búsqueda de sus hijos.
“Pero no he parado, aún así no he parado, busco las capacitaciones, todo lo que yo pueda… yo voy porque necesito saber en lo que tengo derecho, a lo que las autoridades tienen qué hacer, igual cómo tengo que presionar… Y aún así te digo hay muchas cosas que yo sé que tenemos derecho y muchas cosas que las autoridades tienen que hacer, pero no he logrado que lo hagan”.
Esta madre dejó de lado eso a lo que se dedicó una vez para buscar incansablemente a su hijo y a los amores desaparecidos de sus compañeras y compañeros de lucha; porque como dice ella: “las mujeres por un hijo jamás nos vamos a vencer”.
A un año de la desaparición de Ramiro y a 16 meses de la desaparición de Bryan, la exigencia de sus padres es clara en demandar a la autoridad estatal y federal, el cumplimiento de sus obligaciones para traerlos con vida a ambos y a cada uno de los que aún no han regresado a casa.
Es suficiente, concluye la señora Vicky, con que se pregunten qué harían ellos si tuvieran un hijo o hija desaparecidos:
“Si las autoridades tuvieran un hijo desaparecido, qué hacían, entonces, que se pongan a pensar y que se pongan en nuestros zapatos y que busquen a nuestros hijos realmente como si fueran el de ellos, y que hagan lo que tengan que hacer como si fuera su hijo”.