Lucas esperó dos años para ver el estreno en cartelera de la película mexicana Los años azules después de su exitosa corrida en festivales locales, nacionales e internacionales, sus premios y buenas críticas. En enero de 2019, cuando llegó a la ciudad, se percató de que estuvo en un complejo a las 22 horas como única función. Claro, ese día también se estrenó Glass con 224 funciones; esto sucede porque en la nación existen dos empresas que determinan lo que podemos ver y lo que no cuando vamos al cine.
Esta investigación se dio a la tarea de sistematizar todas las carteleras cinematográficas de los complejos de la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) de enero de 2013 a abril de 2019, con el objetivo de visualizar qué lugar se le da al cine mexicano; los resultados demuestran que, pese a que éste tiene cabida en los cines, no todo lo que vemos refleja la producción sobre la que se invierten 4 mil 430 millones 808 mil 773.11 de pesos del erario público y que, dadas las condiciones duopólicas en su exhibición y distribución, sólo algunas películas llegan efímeramente a la pantalla.
Por Alex Robledo, Yunuen Pérez, Miguel Ramírez, Paloma Hernández, Sonia Fernández, Daniela Gutiérrez, Jesús Tapia y Daisy Castro.
El artículo 19 de la Ley Federal de Cinematografía establece que el 10% de la cartelera anual debe ser exclusiva para el cine mexicano; por ejemplo, durante 2018, en los cines de la ZMG, se estrenaron 261 películas, y de éstas 51 fueron mexicanas; es decir, el 19% del contenido exhibido fue nacional.
La ley se cumple, sí; sin embargo, hubo cuatro películas que acapararon todas las funciones: Cómplices, Hasta que la boda nos separe, Ya veremos y Loca por el trabajo. Todas ellas pertenecientes al género de comedia romántica. Por lo que, de las 5 mil 005 funciones totales que tuvo el cine mexicano en cartelera , el 36% (2 mil 841 funciones) se concentraron en éstas cuatro películas, y en consecuencia, dejando fuera a las demás narrativas cinematográficas.
En México, las cadenas cinematográficas favorecen en la exhibición dentro de sus salas a un sólo género: la comedia romántica. Lo que provoca que las películas con diferentes temáticas se vean mermadas en su proceso de exhibición, ya que les dan una semana y horarios a los que al público le es imposible asistir generando, así, una mala taquilla tanto para el realizador como para el complejo. El interés se centra en exhibir el cine que sí vende.
Por ejemplo, en 2018 y en las salas de la Zona Metropolitana de Guadalajara, algunas películas distribuidas por Videocine (filial de Televisa) como: Ya veremos, Mi pequeño gran hombre, Todo mal y Loca por el trabajo tuvieron un gran número de funciones a lo largo de su paso comercial (752, 261, 229 y 225 funciones respectivamente); esto en comparación con otras películas y documentales distribuidos independientemente como Tiempo compartido, Estrellas solitarias, La libertad del diablo y Nuestro tiempo (39, 18, 12 y 6 funciones respectivamente). Esto evidencia cómo las producciones independientes no tienen oportunidad en los espacios de exhibición, mientras aquellas distribuidas por grandes empresas como Videocine y enfocadas al género exitoso cuentan con la mayoría de salas y horarios.
Estos números tienen repercusiones tanto en el mercado cinematográfico, como en la audiencia y en la vida de las personas de la industria. “La ley del 10% a la exhibición mexicana es injusta debido a que las cadenas prefieren el contenido que genera dinero porque el cine es un negocio”, comenta Andrés Tagliavini, productor en Ítaca Films, responsable de títulos cómico románticos como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas, A ti te quería encontrar, Amor de mis amores que, según la sistematización realizada a la cartelera, recibieron 249, 192 y 38 funciones respectivamente.
Asimismo, menciona sobre la misma ley del 10%: “conozco la ley, pero como espectador creo que es bajo, injusto e irreal que se cumpla este porcentaje; principalmente porque desde dentro, sé que esto se maneja en función de la cantidad de funciones/salas/complejos, por lo que yo como exhibidor puedo poner mi 10% en las funciones de los lunes a las 2 de la tarde que no tienen el mismo impacto económico que las de las 8 de la noche”.
Continúa Tagliavini: “en otros países es una medición escalonada en función de la cantidad de salas que tiene un complejo: si tienes 4-8 salas en un cine, por lo menos 1 debe tener cine nacional; si tienes 10-15 salas por lo menos 2 deben tener cine nacional. Todos los días y todas las funciones. Si el gobierno quisiera tener una política que acerque más a la gente a ver cine nacional, tendría que apoyar esta decisión de alguna manera, ya que para el exhibidor es más rentable tener una película gringa que una mexicana. O la de Derbez frente a una independiente sin importar los reconocimientos que esta tenga.”
Cabe mencionar que en el 2013 fue cuando hubo un boom en nuestro cine debido al éxito inesperado de dos películas que rompieron récords de taquilla y asistencia: Nosotros los Nobles y No se aceptan devoluciones (mil 070 y mil 249 funciones), resultado de las recomendaciones boca en boca, y de que el público estaba familiarizado con el estilo de Eugenio Derbez provocando una larga estancia en los complejos (la primera duró cuatro meses en cartelera y la segunda cinco semanas).
De acuerdo a la información sistematizada, el problema no recae en el incumplimiento del artículo 19 de la ley de Cinematografía, sino en las lagunas legales y la laxitud jurídica que ésta implica, pues, como mencionan los expertos en el tema, se puede cumplir y sobrepasar el porcentaje requerido de esta norma, sin que ello signifique un verdadero espacio para las producciones mexicanas y mucho menos para las producciones independientes que carecen de renombre.
Por otra parte, las cadenas cinematográficas han creado y gestionado sus propios festivales como plataformas para cumplir con la ley estipulada; en el caso de Cinépolis con el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y en Cinemex con el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG) y el Festival Internacional de Cine de Los Cabos.
Es casi imposible pensar que nuestro propio cine mexicano tiene que estrenarse en los festivales para generar audiencias y hacer un largo recorrido de uno a dos años para regresar al país y le den escasos horarios y duren muy poco tiempo; como en enero de 2019 con el caso de Los años azules que duró dos semanas en cartelera estrenándose con diez funciones en tres complejos para después bajar a tres funciones totales en los mismos tres complejos o en abril de 2019 cuando Bruma que estrenó con cuatro funciones en un complejo y la quitaron a la semana seguido por el estreno de No manches Frida 2.
El Estado mexicano se compromete, pero no cumple.
El Estado mexicano adquiere responsabilidades a través de las normas y programas que establece, entre ellos se encuentra el Programa Institucional del Instituto Mexicano de Cinematografía 2014-2018 que se encarga de regular el apoyo, la promoción y la difusión del cine mexicano y se encuentra enmarcado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM), así como al Plan Nacional de Desarrollo (PND), la Ley de Planeación y el Programa Sectorial de Educación.
Los objetivos de este programa se encuentran alineados al PND 2013-2018 y con el Programa Sectorial de Educación 2013-2018 (PSE) y establecen el compromiso de apoyar la producción cinematográfica nacional; promover el cine mexicano en el territorio nacional y en el extranjero; difundir la actividad cinematográfica nacional por los medios de comunicación masiva y la tecnología digital de vanguardia; sin embargo, de acuerdo a los datos que se observan a lo largo de la investigación, este programa parece no representar más que compromisos vacíos en torno al acceso a la cultura, el desarrollo y la educación que el gobierno acepta y lleva a cabo mínimamente o con incumplimiento. Ello ocasiona que películas como Eisenstein en Guanajuato (2015), El club de los insomnes (2017) o Pájaros de verano (2018) tengan funciones reducidas (12, 4 y 18 respectivamente) y una duración mínima obligada de dos semanas en cartelera.
Emiliano Monroy, cineasta egresado del CAAV y productor independiente, señala que desde hace años se producen más de 120 películas mexicanas al año; ya existen personas reconocidas tanto en lo nacional como en lo internacional en el ámbito cinematográfico, por ello, el problema no es la producción ni el talento, sino que las producciones mexicanas no llegan a la pantalla grande y eso de nada le sirve ni a los productores, ni al mercado, ni al público y, mucho menos, en términos de política pública y como derecho al acceso a la cultura.
Tagliavini menciona que si pudiera cambiar algo sería la cuota de pantalla; hacerlo variable, hacia la cantidad de salas por complejos, y cantidad de películas mínimas en los mismos y ejemplifica cómo en algunas ocasiones llegas a un complejo cinematográfico y le dan 12 salas a Spider-Man y las 2 salas restantes son para alguna otra producción; por ejemplo, en abril de 2018, Sueño en otro idioma y Avengers Infinity War se estrenaron el mismo día, entonces la práctica estándar de los complejos consistió en darle casi todas las salas al estreno esperado y darle una a la película mexicana con temática indígena, rediciendo así la capacidad para elegir qué ver.
Había una vez un duopolio cinematográfico en México
La industria del cine, a nivel nacional ha atravesado por un proceso de consolidación en donde las empresas más grandes han comprado a las más pequeñas. En 2013, Cinemex adquirió la empresa Cinemark en su segundo intento, ya que en el primero la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE) negó la autorización de compra debido a que “generaría riesgos importantes para el proceso de competencia en la industria nacional del cine”.
En noviembre de ese año, se le autorizó por parte de la nueva administración de la COFECE debido a la pérdida de competencia de Cinemark que contaba con 31 complejos y 290 pantallas en la república mexicana. Esta empresa de exhibición cinematográfica, perteneciente a Grupo México, también adquirió en 2008 MMCinemas (65 complejos) y Cinemas Lumiere (175 complejos), lo que representa la compra del 5.13%, 10.76% y 28.97%, respectivamente, del total de complejos nacionales reportados en el mismo año.
El crecimientos de los conglomerados de cine tras la compra de cadenas pequeñas, ha agudizado el mercado y la competencia en la industria. Actualmente, la Cámara Nacional de Cine (CANACINE) tiene registrados cinco cadenas de cine comercial con complejos en más de una localidad. Al cierre de 2018, se observó una centralización de complejos en dos grandes compañías: Cinépolis y Cinemex.
En nuestro país, Cinépolis y Cinemex representan el 92.5% del mercado en salas de exhibición comercial de las 7 mil 106 que reportó CANACINE en todo el país en su informe de 2018.
Para 2018, Cinépolis reportó que en la ZMG tenía 27 de sus complejos y Cinemex, por su parte, notificó 13 complejos. Esto significa que entre las dos cadenas acaparan un 91% de la infraestructura de exhibición de cine comercial. Mientras el 9% restante pertenece al único complejo de Citicinemas, a las salas Cineforo y Cineteca del FICG y a la Sala Guillermo del Toro del Instituto Cultural Cabañas
Fuente de los gráficos: Resultados definitivos CANACINE 2013-2018.
De acuerdo al Anuario Estadístico del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) del 2017, Jalisco es el tercer estado que más cine consume en salas de exhibición, con un registro total de 49 complejos de exhibición comercial que lo conforman 429 salas, justo debajo del Área Metropolitana de la Ciudad de México y Nuevo León.
Conforme a la ley: ¿la competencia es pareja?
El Artículo 11 de la Ley Federal de Cinematografía estipula que los integrantes de la industria cinematográfica se abstendrán de realizar todo acto que impida el libre proceso de competencia y de concurrencia en la producción, procesamiento, distribución, exhibición y comercialización de películas cinematográficas.
La Ley Federal de Competencia Económica dice en el artículo 54 (inciso II) que una empresa puede ser considerada como “un agente económico preponderante” cuando su presencia en un mercado es mayor al 50% del mismo; es decir, existe monopolio cuando ésta por su mera presencia define muchas de las condiciones del sector.
Además, es la Comisión Federal de Competencia quien investigará, resolverá y sancionará, de oficio o a petición de parte, toda práctica monopólica o concentración que ocurra dentro de la industria cinematográfica nacional; sin embargo, de acuerdo a la COFECE, a través de una petición por transparencia (1011100007119), hasta el momento, no se ha realizado ninguna denuncia, queja y/o investigación por prácticas duopólicas de Cinépolis y Cinemex, empresas que por sí mismas, acaparan el 51% y 41% del mercado de exhibición cinematográfica, respectivamente.
Conforme a la Ley, sólo Cinépolis sería considerado como un monopolio; sin embargo, al conjuntar el peso de ambas empresas en razón de las 7 mil 106 salas de cine que existen en el país, ambas conforman un duopolio que controla el 92% de todo el mercado.
Las prácticas duopólicas en la industria del cine llegan a afectar en varias áreas, tanto en lo comercial, como el precio de boletos, asistencias a complejos, el acceso a la cultura o en la exhibición de películas. Los distribuidores son quienes compran los derechos de las películas a los productores; éstos buscan salas o complejos para que sus películas puedan ser exhibidas, pero, con la mayor parte del mercado centralizado en dos empresas, la competencia de los distribuidores para que su película sea conocida en una pantalla de cine comercial se vuelve difícil.
Según los resultados definitivos CANACINE 2013-2018, desde 2015 Cinépolis y la distribuidora Videocine se han encargado del porcentaje más alto de distribución de películas y tan sólo en 2018, de las 10 películas más taquilleras, Videocine se encargó de la distribución de 6 de ellas.
Fuente: Resultados definitivos CANACINE 2013-2018.
Un ejemplo más local es que en 2013, para Cinemex y Cinépolis, participaron 16 distribuidoras para negociar y exhibir 36 películas exhibidas en el año en la ZMG; sin embargo, Videocine (4), Corazón Films (5) y Latam Films (3) fueron las top 3.
Por otro lado, en 2018 que se exhibieron 51 películas mexicanas entre estos dos cines, y fueron 19 las distribuidoras que se repartieron estas películas. El top 3 de distribuidoras fueron Videocine (14), Cinépolis Distribución (9) y Corazón Films (7), entre estas tres acapararon el 51% de las películas exhibidas en 2018. Las otras 21 películas se las repartieron entre 16 distribuidoras.
Juan Pablo González, coordinador de Planeación Estratégica de Citicinemas, empresa de exhibición de películas que no pertenece a Cinépolis ni a Cinemex, habla sobre el proceso de exhibición de una película en el país: “a diferencia de otras partes del mundo, la exhibición comercial en México, está en cierta manera recetada por los distribuidores (…). Es decir, los grandes estudios cinematográficos, controlan el calendario, los términos y condiciones para cada uno de sus títulos, ellos deciden en qué cines, qué ciudades y durante cuánto tiempo se debe exhibir mínimamente una película”. Además, sobre los acuerdos de distribución, mencionó que “básicamente, los distribuidores controlan la exhibición en México y son éstos quienes establecen la mayoría de las reglas”.
Por su parte, Andrés Tagliavini, productor en Ítaca Films, menciona que las exhibidoras: “programan lo que les piden las distribuidoras, y si no cumplen la mínima de boletos vendidos, te quitan. He notado que las distribuidoras no quieran lanzar películas pequeñas porque ahora el standard para que sea un negocio es de 100 millones de pesos.”
Entre el 2013 y 2018, el 56% de de las películas mexicanas con mayor asistencia, fueron distribuidas por Videocine, es decir, 34 películas mexicanas de las 60 con mayor asistencia. Y de esas 34, 24 se centraban en el género cómico romántico: No se aceptan devoluciones (2013), Cásese quien pueda (2014), Un gallo con muchos huevos (2015), No manches Frida (2016), Hazlo como hombre (2017), y Ya veremos (2018) fueron las que más destacaron en sus respectivos años.
La segunda compañía distribuidora con más películas exhibidas en Cinépolis en el año 2018 fue “casualmente”: Cinépolis Distribución, que pertenece a la misma cadena de cine, ésta abarcó el 13.3% de la exhibición nacional con nueve películas en cines, por debajo de Videocine con 14.
Recurso público que no llega al cine ni a las audiencias
El Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) posee diversos fondos de inversión destinados a la producción del cine nacional: Fondo de Inversión y Estímulos al Cine (FIDECINE), Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad (FOPROCINE) y Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción y Distribución Cinematográfica Nacional (EFICINE). Al ser elementos esenciales para la producción y realización de cortometrajes y largometrajes en México, los productores aplican a las convocatorias anticipadamente y si son seleccionados, les otorgan recursos; inclusive, pueden participar por varios años seguidos hasta conseguir el presupuesto necesario.
Ejemplificando, películas comerciales como Marcianos vs. mexicanos, No se aceptan devoluciones y Ni tú ni yo recibieron apoyo del FIDECINE: 16 millones; 10 millones y 8 millones de pesos, respectivamente; mientras que películas independientes como Los insólitos peces gato, Cuates de Australia y Heli recibieron apoyo del FOPROCINE por 10 millones; 3 millones, 769 mil y 1 millón, 800 mil pesos, respectivamente.
El EFICINE, mediante los contribuyentes, aportó 19 millones; 17 millones 919 mil 207 y 4 millones, 700 mil pesos a películas como Me late chocolate, La boda de mi mejor amigo y Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando, respectivamente.
Lo alarmante es que a pesar de que sí hay inversión del recurso público, ese dinero no se ejerce adecuadamente porque el cine independiente recibe una mala exhibición en pantalla.
Una película mexicana cuesta, en promedio, 20 millones de pesos y todos los realizadores mexicanos tienen derecho a pedir apoyo mediante las convocatorias, pero para el órgano gubernamental no es una prioridad el otro cine mexicano porque con el mismo dinero de Marcianos vs. mexicanos se pueden hacer aproximadamente nueve películas como Heli e, incluso, algunas comparten la misma cantidad como No se aceptan devoluciones y Los insólitos peces gato, pero no las mismas funciones de cine y, en consecuencia, hay menos espacios para el público que busca contenido alternativo.
Enrique García Meza, director del documental Ayotzinapa: el paso de la tortuga que tiene varias con nominaciones a los Premios Ariel como a Mejor Ópera Prima y Premio Ariel al Mejor Largometraje Documental, narra: “lo que pasa aquí es que una película máximo lleva una semana, la quitan porque no recaudó, pero si creciera el porcentaje y también en porcentaje decir va a estar la película, pase lo que pase, cinco semanas en pantalla ahí, poco a poco también la gente va a ir entrando (a ver las películas).”
Continúa Enrique: “como son películas comerciales mexicanas te dan una identidad, pero una similar a la gringa y aunque nuestra identidad no lo es, queremos adaptarla y nos comparamos constantemente a ellos (…) en términos de políticas públicas hay un problema grande: el gobierno casi nunca apoya a nadie. O sea, si tampoco apoya al campo, cómo chingados va a apoyar al cine”.
¿En qué afecta esto al círculo fílmico mexicano?
Andrés Tagliavini, productor en Ítaca Films, menciona que no se deberían necesitar incentivos ni apoyos para la producción cinematográfica sino un sistema financiero que vea al cine como materia prima cultural de exportación. Por otro lado, él cree que para que el cine independiente sea más visible en nuestro país se debe crear un circuito definido enfocado a su exhibición y abrir esos espacios en distintos puntos de la República.
“Citicinemas nace debido a la creciente demanda por más salas independientes en el país”dice Juan Pablo González, director de planeación de esta cadena de exhibición cinematográfica. “El competir con dos gigantes de la exhibición, y aun así ser la tercer potencia a nivel nacional, es un esfuerzo constante”, agrega.
Un dato interesante es que los títulos se negocian una semana antes de su estreno, a menos que se trate de películas esperadas cuya proceso se negocia mediante una garantía de licenciamiento (el uso debido y legal del producto audiovisual) meses antes de su estreno. Asimismo, existen contratos indefinidos entre los distribuidores y las cadenas de exhibición que suelen cambiar cada cierto tiempo para adaptarse a las necesidades de ambos, ya que los distribuidores proveen material y las cadenas reportan los ingresos y pagan lo necesario.
“El cine mexicano independiente necesita más ruido y más exposición; se debe invertir en campañas de publicidad, necesitan llevar a la gente al cine.”, agrega González; “nosotros como cadena hacemos todo lo posible para brindar estos espacios, pero cuando esos espacios fallan en llevar gente, no nos queda más remedio que reemplazarlos por algo más que si genere entradas.”
“El IMCINE no me ha apoyado en ninguna producción, he participado en las convocatorias pero no he ganado”, menciona Emiliano Monroy, cineasta egresado del CAAV cuyos cortometrajes han sido exhibidos en Cinépolis gracias al FICG y a la Muestra Apollo: “Lo comercial solo nos muestra una cara de México: los ricos, los mirreyes, pero México en realidad son muchos Méxicos, la industria debe enfocarse en mostrar esas otras caras ignoradas para la producción de un cine con el que todos nos podamos identificar y descentralizar lo que ha tenido tanto éxito”.
Otra recomendación que plantea es la creación de espacios nuevos y accesibles como las diferentes salas independientes que rodean la ciudad: Cineforo, Cineteca FICG, Sala Guillermo del Toro del Instituto Cultural Cabañas, entre otras.
Monroy habla sobre el distanciamiento entre los productores independientes y las cadenas cinematográficas y afirma que a Cinépolis y Cinemex: “no les interesa el arte, les interesa el negocio. Si tu película está hablada en mixteco totalmente y no tienes ninguna estrella de cine y está grabada con tres pesos en la sierra, pues Cinépolis dice: esto no va a vender, y ese distanciamiento no debería de existir.”
Menciona que las plataformas digitales como Netflix, Amazon Prime, Hulu, etc., representan una ventana para llegar a un público más amplio; particularmente, remarca la urgencia de crear acuerdos mucho más sólidos entre productores, distribuidores y exhibidoras para que haya diversidad de cinematografías nacionales.
Enrique García Meza, director del documental Ayotzinapa: el paso de la tortuga, agrega: “Aquí en México no hay industria. Lo que he estado viendo en los festivales de cine que me ha tocado estar, (otros países) dicen que (en México) tienen un trabajo increíble con el apoyo de IMCINE porque mucho al cine mexicano; esto de EFICINE, FOPROCINE (…) sí son trabajos que se han venido realizando por años (…). Todos los que están dentro del cine sí están luchando constantemente, y se pelean con los gobiernos que estén (…) y siempre gana el cine, porque tiene una ventaja: tienen una voz internacional que si pega el grito, todo mundo voltea”.
Continúa Enrique: “es una industria que ha luchado mucho (…) pero nuestros problemas son las cadenas. Sí es un negocio, pero es como derecho de piso, como decir: estamos en México, eres una empresa mexicana y te chingas, tienes que apoyarla a huevo. En vez de ganar un millón de pesos al día, por decir algo, vas a ganar 800 mil… de esos 200 mil los vas a perderlos porque va a haber películas mexicanas, y te chingas, porque cada película mexicana ahí se va a quedar y ahí es cuando se ve el desamor a México, al cine mexicano, pues también se genera desde ahí. Sí tienen mucho que ver con las empresas y si lo ves como negocio hay que empezar a verlo como algo que retribuya al país (…) pero (las empresas) se quieren ver muy avorazados y pues vale madres y ahí hay un malinchismo, contra todo lo mexicano.”
Las prácticas injustas de las cadenas cinematográficas en el país han orillado a organismos independientes a buscar nuevas opciones para incrementar la exhibición del otro cine mexicano. Un ejemplo de ello se dio en el marco del pasado Festival Internacional de Cine en Guadalajara en marzo de 2019, cuando la Comunidad de Exhibición Cinematográfica hizo la presentación pública de su red conformada por festivales, cineclubes, colectivos, filmotecas y espacios académicos con el objetivo de acercar el cine independiente a más personas y evitar las condiciones estipuladas por el duopolio.
Este equipo de investigación intentó contactar al personal de Cinépolis encargado de la exhibición y distribución de contenidos mediante sus diversos canales de comunicación, esto para conocer su postura, pero hubo nula respuesta.
Esta investigación evidenció cómo Cinépolis y Cinemex, a través del duopolio cinematográfico que conforman en el país, aprovechan las lagunas legales de la Ley de Cinematografía para imponer sus condiciones en el mercado de la exhibición y distribución de cine a nivel nacional, lo cual invisibiliza de las carteleras de cine a la mayor parte de las películas alternativas o independientes mexicanas que el mismo Estado financia para que puedan llegar a las pantallas.
Ante ello, los productores y/o directores de estas películas se ven obligados a festivalear a nivel nacional e internacional para poder llegar a cartelera y, si bien les va, podría llegar al cine comercial varios años después y con espacios de una o dos salas en los horarios menos rentables. O en algunos de los casos, como Celso García, después de producir grandes películas como La delgada línea amarilla, se ven orillados a producir películas comerciales, a manera de remake como La boda de mi mejor amigo para poder conseguir fondos y crear películas independientes, pues de otra manera no podrían obtiener recursos para realizar el cine que les gusta hacer.
Actualmente, el gobierno mexicano destina 4 mil 430 millones 808 mil 773.11 millones de pesos para financiar la producción de películas mexicanas a través del Instituto Mexicano de Cinematografía; sin embargo, existe una nula evaluación en torno a la asignación de estos recursos, pues el mayor porcentaje se le asigna a las grandes productoras que fácilmente podrían hacer sus películas sin apoyo del gobierno, y por ende, las pequeñas productoras que sí requieren del recurso no acceden a estos apoyos.
Conforme a la ley este recurso público se asigna pensando a la industria cinematográfica mexicana no sólo como un negocio, sino como un derecho al acceso a la cultura; sin embargo, este recurso no cumple con su última finalidad. Aquí dos ejemplos, en 2013 de las 127 películas mexicanas producidas menos sólo el 13% llegaron a la cartelera en las salas de la ZMG; mientras que, en el 2018, de las 184 películas mexicanas producidas sólo el 16% estuvo en cartelera.
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Reportaje de investigación elaborado por alumnos de las Licenciaturas en Periodismo y Comunicación Pública, y Comunicación y Artes Audiovisuales de la Universidad ITESO. Trabajo coordinado por Darwin Franco Migues.