A un año de los atentados contra el ex Fiscal General del estado de Jalisco, Luis Carlos Nájera, y que acabaron con la vida de bebé Tadeo y Elizabeth de la Rosa, la señora Yolanda García abuela y madre de ambas víctimas, exigió en rueda de prensa al gobernador del estado Enrique Alfaro, a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHJ) y a la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAV Jalisco) garanticen su derecho a la justicia y el acceso a la verdad.
Más tarde, la rueda de prensa fue acompañada por un acto pacífico de memoria, donde los familiares del bebé Tadeo y Elizabeth, alzaron su reclamo, advirtiendo a las autoridades del estado que, a un año, el sufrimiento postergado de la pérdida, la sed de justicia y la rabia aún no se olvidan.
Por Dalia Souza / @DaliaSouza
“Desde el día 21 de mayo de 2018, nuestras vidas no han sido las mismas, ese día no sólo perdí a mi nieto y a mi hija quien falleció posteriormente, sino que comenzó mi lucha por la justicia y la verdad”, declaró en rueda de prensa la señora Yolanda García.
Como madre y abuela, reconoce que lo sucedido hace ya un año, convirtió no sólo a sus amores ya no presentes -físicamente- en víctimas de la violencia, sino, además, a toda su familia y a ella misma, pues según narra, la ineficacia y el maltrato de las autoridades estatales a cargo del ex gobernador Aristóteles Sandoval, y, la omisión e indiferencia que hasta el momento ha experimentado de parte del titular del ejecutivo estatal en turno, Enrique Alfaro, han sido la huella más clara de la impunidad que viven las víctimas de la violencia en Jalisco.
La lucha, no ha sido nada fácil, asegura, ha pasado del maltrato a la insensibilidad y de ésta a la burocracia institucional. Le han excluido, invisibilizado y la han tratado como si fuera nadie, “olvidándose que yo fui víctima de sus omisiones, negligencias y de su colusión que, derivó en la muerte de dos de los seres que más amé en este mundo” precisó.
Sin embargo, asegura con claridad que su lucha no cesará, pues las acciones que hasta ahora ha logrado, como lo son la visibilización y el no olvido de sus seres queridos, e, incluso, el reconocimiento mismo como víctima de la violencia ante la Comisión Ejecutiva Estatal de Atención a Víctimas (CEEAVJ), son el ancla que le guía para seguir exigiendo justicia y verdad para Tadeo y Elizabeth y para demandar “que ninguna otra persona más vuelva a pasar lo que yo he tenido que pasar desde ese día”
“No quiero que vivan el dolor, el enojo, la tristeza que yo he sentido durante este tiempo. No quiero que se enfrenten ante las autoridades que no oyen, no ven y que no sienten” sentenció con certeza.
Para la señora Yolanda, el 21 de mayo, es un día que debe de recordarnos que Elizabeth y Tadeo no murieron, fueron asesinados, por la violencia, por la negligencia, por la omisión, acción y colusión de las autoridades, por un crimen de terrorismo de Estado.
“No debemos olvidar que mi hija y mi nieto no sólo fueron víctimas del crimen organizado, sino que el principal responsable de su muerte fue el Estado, quien no cumplió con sus obligaciones de garantizar la seguridad y el derecho a la vida” señaló.
Derechos que como víctima le corresponden, ya que nunca le tomaron en cuenta para llevar a cabo el proceso penal; poca ha sido la información que ha tenido sobre los acontecimientos de ese día y sobre los responsables del asesinato de sus seres queridos; también denuncia que se le excluyó de la recomendación emitida por la CEDHJ sobre los hechos y, tampoco fue tomada en cuenta para la reparación del daño realizada por la CEEAVJ, la misma institución que hasta hace dos meses – después de insistir y presentar una queja ante la CEDHJ-, fue capaz de reconocerle como víctima.
“Que nunca más se me vuelva a excluir del acceso a mis derechos a la verdad”, sentenció la señora Yolanda, quien además denunció que tras la muerte de su hija Elizabeth -a un día de cumplir los primeros tres meses posteriores a los acontecimientos del 21 de mayo de 2018-, el gobierno del estado le excluyó de procesos tan vitales como: el acceso a la justicia, a la verdad y la reparación.
En ese sentido, precisó que estos derechos fueron concedidos al esposo de su hija, ya que, él fue la única persona reconocida, hasta ese momento, como víctima.
En este día, un año más tarde y más fortalecida, declaró que hizo llegar al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, una serie de exigencias por escrito, que vinculan tanto el proceder del ejecutivo estatal, como el de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDHJ) y la CEEAV:
1) Que el gobierno del estado de Jalisco lleve a cabo una investigación seria y exhaustiva de los hechos del 21 de mayo a fin de conocer que sucedió ese día y quiénes son los verdaderos responsables.
2) Que la CEDHJ no emita ninguna otra recomendación sin escuchar a todas las víctimas afectadas
3) Que la CEEAV garantice los derechos que como víctima corresponden, incluyendo la asesoría jurídica y la reparación integral del daño; esta última no sólo en términos de la compensación económica, sino, en materia de acceso a la verdad.
Así pues, la señora Yolanda concluyó su mensaje, reconociendo que, ante esta violencia y la omisión del Estado, “debemos unirnos, protegernos y sumarnos en una sola voz”.
Señora Yolanda Garcia, madre de Elizabeth y abuela de Tadeo en acto de memoria. Foto: Mario Marlo
Si al Estado ya se le olvidó lo que pasó, a nosotros no
Con rosas blancas y veladoras, familiares de Tadeo y Elizabeth, acompañaron el acto público de memoria que se llevó a cabo en su nombre en la Glorieta de las y los desaparecidos; en ese mismo lugar donde hace un año le pedíamos perdón a Tadeo por no haber estado ahí para él, por haber permitido que la violencia alcanzara a un bebé.
Junto al también llamado Jardín de la memoria, la fotografía de Elizabeth y Tadeo fue colocada en el piso a modo de recordatorio y con sentido de exigencia. Las rosas y las veladoras fueron colocadas después por quienes les amaron en vida y les extrañan en su ausencia.
La señora Yolanda, tomó el micrófono y frente a la foto de los seres que más amó en vida, agradeció a su familia, a la sociedad y al Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad) quienes han acompañado su proceso de exigencia de justicia y verdad.
Y manifestó: “aquí estoy de pie, como una madre, porque cuando a una madre le tocan a sus hijos, nos convertimos en fieras y así me siento yo, como una fiera, con muchísimo coraje… porque no conformes con que me mataron a mi hija y a mi nieto tuve que pelear con el gobierno”.
A sus palabras, le siguieron las de doña Rosa, madre de la señora Yolanda, abuela de Elizabeth y bisabuela de Tadeo; así, con la certeza que sólo puede ofrecer la experiencia vivida mano a mano, corazón con corazón, expresó su sentir a un año de los hechos que le arrebataron a sus dos amores. Porque para ella, manifestarse en este lugar y en esta fecha es uno de los más fuertes reclamos de memoria y no olvido.
“A eso venimos, a recordarle, que si a él –al gobierno del estado- se le olvidó, a nosotros no” dijo a los presentes.
Aquellas flores, aquellas velas y esa fotografía que retrata los rostros alegres de Tadeo y Elizabeth, le recuerdan al altar que tiene en casa, ese al que le renueva las flores cada lunes, a ese que viste de memoria el olvido ocasionado por el tiempo.
Esta abuela que crió como madre a su nieta, no duda en nombrarla como suya, mientras exige a las autoridades, justicia y verdad sobre los hechos que le arrebataron a su Eli y a su Tadeo.
Presente también, se encontraba Irene, tía, confidente y amiga de Elizabeth. Con el corazón desquebrajado no dudó en gritar al aire ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!, mientras enviaba al cielo un ¡Te quiero Eli!
La impotencia le acompaña, pues recordar este día, es revivir los últimos momentos que pasó con Elizabeth tras los atentados del 21 de mayo; porque para ella, para su familia sería mucho mejor tenerle aquí, con ellos, presente y viva, sin embargo, como dice: “gracias al gobierno, estamos aquí nomás llorándole”.
Así, como hace un año, el nombre de Tadeo y su madre Elizabeth permanecerán en la Glorieta de las y los desaparecidos, en ese que ha sido llamado el Jardín de la memoria, interpelándonos, recordándonos que el silencio es aliado del olvido y cómplice de la impunidad.