Presentan en la FIL la nueva edición de “Nadie me verá llorar” en su 25 aniversario

“Nadie me verá llorar” (1999) es una novela de la escritora Cristina Rivera Garza que fusiona ficción, investigación histórica y memoria, centrada en La Castañeda, un manicomio mexicano del siglo XX.

La nueva edición del libro, lanzada para celebrar su 25 aniversario, incluye elementos que revelan el proceso de investigación detrás de la obra,  los descubrimientos de Cristina sobre Modesta Burgos, la mujer real que inspiró a uno de sus personajes, y su experiencia al transcribir a mano cartas que ayudaron a la construcción de historia. 

En esta edición, Cristina reflexiona sobre la importancia de la memoria y el respeto hacia los personajes que inspiran nuestras narrativas.

Por: Farah Medina /@_dtfarahm

“Nadie me verá llorar”, publicada en 1999, es una obra que fusiona ficción, investigación, memoria y archivo. En este libro, Cristina Rivera Garza, ganadora del Premio Pulitzer por “El invencible verano de Liliana”, nos introduce al mundo de La Castañeda, un manicomio emblemático de principios del siglo XX que despertó su interés al grado de realizar una ardua investigación. Durante la Feria Internacional del Libro (FIL), se presentó una nueva edición de“Nadie me verá llorar”, con motivo del 25.º aniversario de su publicación.

La novela gira en torno a Joaquín Buitrago, un fotógrafo que trabaja en La Castañeda. Allí conoce a Matilda Burgos, una mujer que  lo cautiva de inmediato y a quien desea retratar. Sin embargo, lo que comienza como interés, pronto se convierte en una obsesión: Joaquín busca conocer cada detalle de la vida de Matilda. Por su parte, Matilda encuentra en Joaquín a alguien con quien compartir su historia, revelando su pasado como trabajadora sexual.

A partir de una  investigación de cinco años, basada en documentos y archivos históricos sobre La Castañeda y las personas que habitaron ese espacio, descubrió el expediente de Modesta Burgos, una paciente real que inspiró al personaje de Matilda Burgos.

Esta nueva edición incluye elementos que permiten a las personas lectoras conocer aún más el proceso de investigación que dio origen a la obra y a los personajes en ella.

Uno de los aspectos más destacados es que el personaje principal ya no utiliza un seudónimo: Matilda Burgos recupera su identidad original como Modesta Burgos.  Es la misma Cristina quien conoce la existencia de ambas Modestas: la persona real que vivió y la creación literaria de la novela, para ella ambas tienen derecho a su propia existencia, pero es a través de la novela que la memoria de ambas permanece.

Durante la presentación del libro, Cristina relató cómo vivió  ella misma el proceso de conocer a Modesta  al abrir su expediente.

Lo que más le impactó fue la presencia de cartas y notas escritas a máquina, que Modesta llamaba sus “despachos diplomáticos”. Para comprenderla decidió transcribirlas a mano. Hacerlo no fue simplemente un acto mecánico, sino que le implicó una serie de decisiones, por ejemplo, eligió usar papel cebolla y un lápiz con la consistencia y el color similar a los que se usaban en la época.

Describió incluso, cómo la posición de su cuerpo, la forma en que sostenía el lápiz y el movimiento de sus codos cambiaron durante el proceso de transcripción, buscando imitar la forma de escribir de Modesta. A Cristina, experimentar le ayudó a comprender la importancia de la relación con la memoria y el pasado, lo que la llevó a incluir en la nueva edición de su novela ejercicios de caligrafía, buscando compartir esta experiencia con quien le su libro. Ya que busca evocar la sensorialidad que experimentó.

Cristina compara la transcripción de la letra de Modesta con la invocación de un espíritu, “uno no escribe sobre la letra de otro sin consecuencias”, destacando la responsabilidad de honrar a quienes inspiran nuestras historias.

Esta nueva edición también explora, de otra manera, la identidad de Joaquín, quien guía al lector a través de la historia y lo conecta con Modesta y otros personajes importantes para la narrativa dentro de La Castañeda. Cristina, entonces, revela la inspiración de Joaquín en  una serie de fotografías anónimas de burdeles de la Ciudad de México firmadas con las iniciales JB:

“Cuando vi las fotos, dije: Yo creo que estas eran las fotos de que debió haber tomado Joaquín, si hubiera existido, estas son sus fotos”.

Para Cristina, “Nadie me verá llorar” se trata de una imaginación responsable e informada. “En lugar de asumir, pregunto de los hilos sueltos y dónde no hay respuestas, hay imaginación que ha pasado por la investigación”. Si bien, la obra se encuentra plagada de información obtenida de archivos históricos, muchos de los huecos existentes parte de la imaginación que  ella define como“informada”.

Para esta edición, Cristina busca una completa inmersión, compresión y conexión con la investigación, pero también con la memoria de Modesta Burgos, la mujer que inspiró y ayudó a moldear la historia, resalta la importancia de recordar y conectar con el pasado.

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Farah Medina
Farah Medina
Llegué al periodismo por accidente e impulsada por el ‘olfato periodístico’, las narrativas con una perspectiva de derechos humanos y la necesidad de seguir creando espacios para las voces, plumas y visión de las mujeres periodistas, me quedé.

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