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Por Osvaldo Rondán / @Osvaldo_roldan
“Soy la doctora Cote. Y soy psiquiatra. De hecho, soy doctora en neurociencia con-de-co-ra-da.
No es para menos, también soy autora del necesario método de Perfilación Criminal en el Test de Rorschach (sí, el de ‘¿qué ves en esta mancha?’).
Lo saben en el Centro de Desórdenes Mentales de la Universidad de Oslo, donde fui directora; y en Virginia, ahí colaboré en la Unidad de Análisis de Conducta en la Universidad de Quántico, durante cinco años.
La fama tardó, pero finalmente llegó. Todos están hablando de mí, mi momento. Ya era hora.
¿Tlaxcala? No. Yo nací en Europa, exactamente en Italia, conozco el idioma; también hablo inglés y francés.
Que mires bien, te digo ¿A poco no brinca algún rasgo de mi ascendencia italiana en esta foto? Pues sí, tiene retoques, nada más tantitos. Y si no me reconoces, acá tengo otra.
¡No, nada de realidad alterada! Aunque, bueno, reconozco que por estos días las cosas se han puesto extrañas y tuve que ir a Tlaxcala (Roma queda más lejos), donde he sido detenida por el supuesto delito de usurpación de profesión. Antes la Secretaría de Educación Pública aseguró que soy abogada por la Universidad Autónoma de Puebla, hasta refirió mi cédula profesional. Por supuesto que es una cédula que jamás he usado para las recetas de mis pacientes.
No tendría razones para hacerlo, yo cuento con tres tipos de cédulas: una de médico cirujano, la de psiquiatra y otra como psicóloga clínica. Después de todo, sé que una abogada no está facultada para dar tratamiento psiquiátrico, diagnosticar y prescribir medicina controlada.
¿Cómo una abogada o cualquier hijo de vecino podría recetar las benzodiazepinas y antipsicóticos que recomendé a mis pacientes? Explíqueme usted ¿de qué manera hubiera podido diagnosticarlos con esquizofrenia y narcisismo, sin tener la formación que me permita hacerlo?
Respecto a todo lo que se dice de mí, sólo respondería ¿quién lo dice? ¿Esa cuenta en X llamada “Charlatanes Médicos” y sus hordas de haters? ¡Tengan seriedad, por favor!
A ver, decir que yo soy un fraude es tan delicado como acusar una pésima regulación en los filtros de verificación de autenticidad en cédulas y títulos de plataformas de consultas médicas. Vean como se me ha reconocido en Doctoralia, por ejemplo, ahí fui una de las mejores profesionales hace siete años. Vean, ahí se publicó porque es real.
Si yo soy un fraude, como dicen ¿también los controles de torres médicas privadas y exclusivas, como Fifty Doctors Hospital, en Puebla?; ¿Insinúan que no se validan las credenciales de quienes arriendan sus espacios?
Peor aún. Acusarme a mí, es acusar negligencia en la vigilancia que debería ejercer el Estado a las cédulas de profesionales, al comercio farmacéutico, en los registros públicos de profesionales de la salud
¡Es cuestionar nuestras legislaciones y normas respectivas!
Si la mitad de lo que se dice en contra mía, fuera real, la Secretaría de Salud de Puebla no habría tardado una semana en suspender mi consultorio y ya días después clausurarlo. Si fuera cierto no habría tenido tiempo de salir de Puebla para irme a Tlaxcala.
Los que me persiguen, seguramente, también creen que la salud mental en Puebla, en nuestro país, es un tema relegado, tanto y tan ridículamente, que un paciente no cuenta con elementos mínimos para identificar la legitimidad de sus servicios profesionales en materia de salud.
Decir que soy un fraude es tan loco como acusar vacíos legales en las validaciones profesionales de México y la regulación y rastreo de recetas y fármacos controlados.
¿En verdad creen que sería tan fácil engañar a tantos por más de una década?
Ni que fuéramos un país lleno de estigmas y oscuridad en el tema de la salud mental. Como si viviéramos en un país donde este servicio es limitado, inequitativo e inaccesible. Decir eso, es desconfiar de nuestras instituciones públicas.
Decir que mentí es insinuar que mis ‘víctimas’ jamás contaron con tales herramientas para identificar semejante fraude. Es insinuar que existe toda una estructura que posibilita el paso libre a opciones irregulares e inseguras.
Si la realidad estuviera así de alterada, yo no sería la única doctora Marilyn Cote, habría más de una ¿no?
¿Qué pienso al respecto?: Te diré mi opinión profesional, el mundo está lleno de narcisistas dispuestos a todo, egoístamente motivados por sus propios miedos, inseguridades y frustraciones.
Son tiempos locos, tiempos en los que destaca la protección que da el blindaje de las autoridades mexicanas y nuestra conciencia social. Afortunadamente.”
Lo cierto es, más allá de lo dicho anteriormente, es que el caso de la falsa psiquiatra en Puebla evidencia una estructura que posibilita el ejercicio indebido de la medicina, por parte de múltiples doctoras Cote que cobran por pseudoterapias, cirugías plásticas, servicios psiquiátricos… en fin, la anterior reflexión podría pertenecer a cualquiera de esas doctoras y doctores Cote.