#MediosAliados
Por Kenya Robles/ Causa Natura Media
El gobierno de Quintana Roo ha expresado su interés en unirse al proyecto de ampliación del Gasoducto Mayakán, que atraviesa los estados del sureste. Liderado por la empresa francesa Engie, la propuesta contempla más de 700 kilómetros de ducto con el objetivo de satisfacer la creciente demanda de energía eléctrica en la región. No obstante, se enfrenta a críticas por no considerar las consecuencias ambientales ni explorar alternativas más sostenibles.
En agosto, la gobernadora de Quintana Roo, Mara Lezama Espinosa, se reunió con representantes de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para analizar la posibilidad de incluir al estado en el proyecto del gasoducto que atraviesa Chiapas, Campeche, Tabasco y Yucatán. Para que esta incorporación sea viable, es esencial realizar una Manifestación de Impacto Ambiental (MIA), un estudio de riesgo ambiental y un programa de prevención de accidentes.
Quintana Roo enfrenta una paradoja: es el estado con menor producción energética en la península de Yucatán, con 0.04% del total nacional, pero su consumo energético es significativo debido al auge del turismo y la expansión económica.
Según el Programa Transversal de Energía del Estado del 2020, el consumo eléctrico per cápita de la entidad (en megavatios-hora por persona) representa el 2.12% del consumo nacional, mayor que el de Campeche (0.63%) y Yucatán (1.65%), lo que subraya su dependencia de fuentes externas para cubrir su creciente demanda.
Aunque el gobierno estatal plantea que la solución es la importación de más gas natural, el doctor Jesús Antonio del Río, experto en energías renovables, advierte que esta no es la mejor opción en términos de sostenibilidad y medio ambiente.
Del Río cuestiona la lógica de invertir en infraestructuras de combustibles fósiles, particularmente, en gas natural.
“Simplemente, es un sinsentido invertir el dinero de toda la población mexicana en fuentes no renovables. El gas fue —y aunque algunas personas dicen que todavía es un energético de transición— menos sucio que el combustible, eso es cierto, es menos sucio, así, con esas palabras: menos sucio que el combustible y también menos sucio que el carbón; pero para nada es limpio”, expresó Del Río.
De acuerdo con un estudio de la publicación Nature Energy del 2017, la energía solar tiene una huella de carbono más baja que otras fuentes: seis gramos de dióxido de carbono por kilovatio-hora frente a los 78 gramos del gas natural. Esto evidencia que la energía solar es una opción más limpia para la región.
Impacto Ambiental
El proyecto de ampliación del Gasoducto Mayakán contempla una fase de construcción de siete años; 30 años de operación y mantenimiento; y cinco años para su cierre, de acuerdo a su MIA con número de bitácora 09/DLA0265/12/21.
Si se realiza un mantenimiento adecuado, la vida útil del proyecto podría extenderse hasta 60 años. Sin embargo, los impactos ambientales, como las fugas y emisiones relacionadas a su mantenimiento, podrían tener consecuencias a largo plazo que aún no han sido plenamente evaluadas.
Las fugas de gas natural son dañinas. A pesar de su nombre “natural”, este gas es perjudicial para el medio ambiente. Su componente principal, el metano, tiene una capacidad de absorción de calor 80 veces mayor que el dióxido de carbono, lo que acelera el calentamiento global y agrava el cambio climático.
Las emisiones de gas metano relacionadas con la energía en México según el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero (Inegycei) del 2019 fueron 736.63 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, de las cuales el 21% es metano. Esto coloca al país en la décima posición entre los emisores de gas metano, de acuerdo con la Agencia Internacional de Energía.
“Como beneficios ambientales, con el proyecto Ampliación Energía Mayakán se evitará la emisión de 4.6 millones de toneladas de CO2 equivalente en Yucatán, lo que equivale sacar de circulación 185 mil 404 vehículos al año”, comenta la empresa Engie para Causa Natura.
Sin embargo, los resultados preliminares del Inegycei muestran que las emisiones crecen en nuestro país y el sector que más contribuye es el energético con el 64% , principalmente, por el consumo de combustibles fósiles. La ampliación del gasoducto sumaría a este incremento.
Ruta del gas natural
La ruta del gas natural hacia la península de Yucatán abarca varios proyectos interconectados, explica Arturo Carranza, director de proyectos de energía en la consultora AXA Advisors. El gas natural se transporta desde Texas a Veracruz mediante un gasoducto submarino operado por la empresa canadiense TC Energy. Desde Veracruz, se está construyendo una extensión conocida como la Puerta al Sureste, que conectará el gasoducto con Ciudad Pemex, en Macuspana, Tabasco.
Además, desde Ciudad Pemex se desarrolla la extensión del Gasoducto Mayacán, a cargo de la empresa francesa Engie y el fondo de inversión McGuire, que transportará gas natural desde Texas hasta Valladolid en la península.
Finalmente, a largo plazo se planea incluir a Quintana Roo en esta ampliación.
Este sistema, aclara Carranza, tiene como objetivo aprovechar los precios bajos del gas natural en Texas para generar la energía eléctrica necesaria que satisfaga la creciente demanda en la península, especialmente, en el sector turístico y en las nuevas centrales eléctricas de ciclo combinado que se están construyendo en la región.
Generación Distribuida
Una alternativa a las fuentes fósiles es que los hogares y negocios vendan la energía generada a partir de fuentes renovables a la CFE, práctica conocida como “generación distribuida”. Aunque ya es legal en México, enfrenta desafíos regulatorios y económicos.
Según Del Río, quien lleva haciendo 12 años esta práctica que descentralizaría el sistema energético y también reduciría la dependencia de fuentes contaminantes.
“Yo puedo ir a la CFE y decirle ‘te vendo mi energía’ y me la pagan. O en el contrato que tengo dice que si yo produzco más, la usa CFE y en la noche me la regresa, y hace el balance de cuánto metí, cuánto saqué”, concluye.
Por otro lado, el director de proyectos de energía ha defendido el gasoducto como una solución inmediata para la creciente demanda energética del sureste, donde el turismo y el desarrollo económico han impulsado el consumo energético.
Según Carranza, el gas natural es más eficiente y menos contaminante que el petróleo y el carbón, lo que lo convierte en una alternativa viable para mantener la estabilidad energética de la península. “Es una energía de transición, pero no está exenta de impactos ambientales”, reconoce.
***
Este texto fue originalmente publicado en Causa Natura Media