Nombrar para existir

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Por Anashely Elizondo / @Anashely_Elizondo (IG)

El primero de octubre del año 2024, el pueblo de México vio por primera vez en 214 años de país independiente, la llegada de una mujer a la presidencia.

La doctora Claudia Sheinbaum Pardo tomó protesta en el Congreso de la Unión, donde en un extenso discurso, mencionó de manera emocionante: el papel de las mujeres en la historia de nuestro país.

No es novedad que las niñas (que ahora somos mujeres), hemos crecido con aspiraciones sociales relacionadas con lo que es “ser una mujer”; dedicadas, tal vez, al hogar y a los hijxs, al cuidado y al afecto. En mi infancia, las cosas habían cambiado al menos un poco, mi madre y mi abuela, habían intentado trazar un camino diferente, de independencia y amor propio; sin embargo, el mundo funcionaba diferente y lo que podía ver, en los medios, por ejemplo, era como los hombres conseguían los mejores y más importantes puestos a nivel mundial, sin importar tu profesión.

En nuestro país, el machismo cegaba tanto a hombres como a mujeres y los cargos importantes, ocupados por mujeres eran contados. Ahora, el poder ver a una mujer, madre y abuela, siendo presidenta de un país que siempre ha pensado que el sexo femenino no tiene “el temple” o la “fuerza” para enfrentar los retos que el puesto demanda, es un triunfo colectivo y una hazaña histórica.

Si bien, ser mujer no te hace ser feminista, quiero ponerme en el lugar de las sufragistas que en algún momento de nuestra historia, lucharon para que las mujeres pudieramos votar. Lo mismo pienso de los diversos colectivos que intercedieron por el acceso del género femenino al estudio, al pensamiento libre y crítico. La presidenta las recordó en su discurso y se agradece, porque como mujeres sabemos, que ocupar espacios y ser nombrados, nos ha llevado tiempo y lucha.

Una de las cosas más complicadas de este gobierno, en un país machista como México, será juzgar a la mandataria lejos del ojo misógino, criticar su trabajo político sin que su condición de mujer sea un detonante. Espero que tanto los medios, como la población, seamos críticos al respecto e interpretemos cada decisión, acertada o equivocada, de manera neutral y que el ser mujer, no sea una ventaja o una desventaja para juzgar.

Como mujer, hija y hermana, sólo puedo pedirle a la presidenta que no nos abandone, que recuerde la lucha colectiva de todas, una lucha que sigue y que no concuerda con la violencia, la militarización y el abandono de las trabajadoras. Que se necesita visibilizar una agenda que contemple la perspectiva de género y que una mujer de la Ciudad de México, no tiene las mismas necesidades que una mujer de la Sierra Tarahumara, que una mujer cisgénero no necesita lo mismo que una mujer trans y que las niñas, necesitan toda la protección del estado. Eso y más, necesitamos las mujeres.

La lucha ha dado sus primeros frutos y lo mínimo que se puede esperar, es que sea recompensada por la ahora presidenta, porque como ella lo mencionó: “no llegó sola, llegamos todas”.

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Anashely Elizondo
Anashely Elizondo
Licenciada en Artes Visuales para la Expresión Fotográfica y becada en taller de fotoperiodismo de National Geographic. Colaboradora de la Gaceta y el Área de Prensa de la Universidad de Guadalajara. Enfoca su visión en temas relacionados con derechos humanos, feminismo y arte/cultura.

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