ºDesde Mujeresº
Por Brisa R. Chan / @brisaruch / @DesdeMujeres
La evaluación es un proceso esencial en nuestra experiencia de habitar el mundo. De manera natural, las personas acostumbramos analizar y juzgar lo que nos ocurre. Un claro ejemplo es la popularización de las apps de ligue, donde evaluamos la apariencia física de las personas y, con un simple swipe, determinamos sí alguien nos interesa o no. Así, a golpe de pulgar, aprendemos que probablemente elegir pareja basados únicamente en la apariencia, puede ser accidentado y que más bien, requerimos información profunda para conocer nuestra compatibilidad con la otra persona.
Con la misma vara entendamos que sucede en México durante los últimos años. La cuarta transformación, puso sobre la mesa grandes promesas de cambio y justicia social, materializadas en programas y políticas públicas, que, sin embargo, evidencian la gran ausencia de su evaluación; así no son más que posibles discursos de campaña o promesas llenas de buenas intenciones que no rinden cuentas sobre su éxito o fracaso con ejercicios serios de evaluación.
Las políticas públicas no pueden basarse únicamente en la intuición o en la buena voluntad de quienes las implementan. Necesitan pruebas, datos y resultados que evidencien el impacto esperado. En una democracia, la ciudadanía tiene derecho a saber si los programas funcionan y, en caso contrario, exigir su ajuste o rediseño.
Así como buscar pareja a través de una evaluación basada en la apariencia es limitado, realizar evaluaciones que únicamente nos den cuenta del número de personas que accedieron a ellas o su rendimiento financiero pueden ofrecer una perspectiva incompleta. El verdadero éxito de una política se refleja en su capacidad de transformar la vida de las personas, y esto no siempre se captura a través de indicadores numéricos superficiales. La evaluación integral, que contempla tanto los resultados cuantitativos como cualitativos, es fundamental para garantizar que los programas realmente generen el impacto social deseado.
El programa S.O.S Mujeres: ¿una solución real?
El programa S.O.S Mujeres, es uno de los pilares del proyecto preliminar de nación (1) de Claudia Sheinbaum como respuesta a la violencia contra las mujeres, es una línea de emergencia, implementada inicialmente en la Ciudad de México. Ha sido destacado como una herramienta crucial al ofrecer un acceso inmediato a servicios de apoyo y protección. Según datos oficiales del 2024, la línea S.O.S ha recibido más de 198 mil 696 llamadas y ha brindado más de 6 mil atenciones especializadas (2).
A primera vista, estas cifras sugieren que el programa es un éxito. Sin embargo, no son suficientes para evaluar su efectividad real. ¿Cuántas de estas mujeres recibieron un seguimiento adecuado? ¿Cuántas lograron escapar del ciclo de violencia? ¿Se les brindó el apoyo necesario para evitar la revictimización? Preguntas que solo una evaluación rigurosa podría responder, pero que hasta el momento no ha sido pública. Las cifras antes mencionadas solo se han comunicado en eventos públicos sin mayor detalle.
Sheinbaum pretende replicar este programa a nivel nacional como parte de su propuesta de nación, apuesta ambiciosa que responde a una necesidad real, ya que los niveles de violencia de género en el país son alarmantes; sin embargo, replicar un programa a gran escala sin saber si realmente funciona, es un riesgo considerable cuando se trata de una política de protección tan crucial; expandirlo a nivel nacional implica enfrentarse a contextos muy distintos. No es lo mismo implementar este tipo de programas en la capital, que cuenta con más infraestructura y recursos, que en estados como Chiapas o Guerrero, donde la pobreza, el acceso limitado a servicios y las dinámicas sociales pueden hacer que las mujeres sean más vulnerables y más difíciles de proteger.
La evaluación como un acto democrático
La evaluación de políticas públicas es más que una práctica técnica; es un acto que fortalece la democracia. Cuando los gobiernos se someten a la evaluación, no solo demuestran transparencia, sino que se abren a la retroalimentación ciudadana y a la posibilidad de mejorar. En un país donde la violencia de género sigue siendo una crisis nacional, la rendición de cuentas no es un lujo, es una necesidad urgente. Evaluar permite identificar qué funciona, qué no y, sobre todo, corregir el rumbo para que las mujeres puedan vivir libres de violencia.
Espero que Claudia Sheinbaum, como mujer científica, se comprometa con la institucionalización de la evaluación como una herramienta para la rendición de cuentas. Como académica, Sheinbaum comprende la importancia de los datos y de las decisiones basadas en evidencia; una ventaja en la comprensión de la necesidad de evaluar los programas de manera rigurosa. Institucionalizar esta práctica no solo permitirá ajustar lo que no está funcionando, sino que también brindará a la ciudadanía la confianza de que las políticas se diseñan y ejecutan para generar un impacto real y medible para todas las personas, principalmente para las más vulnerables.
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(1) “100 puntos de Nuestro Proyecto de Nación”https://claudiasheinbaumpardo.mx/proyectodenacion
(2) Informe de Resultados de la Alerta por Violencia contra las Mujeres de la Ciudad de México. Nov 2019 – Ago 2024, consultado en https://www.youtube.com/watch?v=-9colEMZcfA
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