Cristales

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Un viejo y conocido refrán sentencia que “Nada es verdad, nada es mentira, todo depende del cristal con que se mira”. El refrán me viene a la mente cuando veo las reacciones que provocó uno de los comunicados recientes que se han publicado “desde las montañas del sureste mexicano”. 

El texto en cuestión lleva por título “El viaje” y está firmado por El Capitán. Pueden leerlo aquí, pero si no quieren pasar, se los cuento grosso modo. Tiene dos partes: la primera, breve, es la que da título al comunicado y habla del ejercicio del poder, así en general… o no. 

“En el largo y complicado viaje del gobernante, cualquiera que sea, lo que importa es el destino.  Y, contra lo que se pueda pensar, el destino no es llegar a algún sitio.  No, el destino es pasar a la historia como el brillante e histórico conductor que es el Supremo. (…) Y cuando su turno al volante termina, ¿qué queda? Porque a nadie parece importarle a dónde conduce esa carretera y, sobre todo, quién es el dueño del vehículo.  Porque ¿no es él quien decide a dónde, con quién, a qué velocidad y con cuáles pasajeros se hace ese viaje?”. 

Cierra con la firma El Capitán y después viene la segunda parte, que tiene dos secciones: P. D. DE BALANCE y P. D. DE DESBALANCE, cada una compuesta por seis puntos que no voy a detallar, o al menos no puntualmente o al menos no tanto.

Las reacciones expresadas estos días me llaman la atención por varias razones:

La primera, la nula importancia que se le ha prestado al cambio de rango de quien firma el comunicado: todos hablan de “el subcomandante Marcos”, aun cuando desde enero de este año, en el marco del 30 aniversario del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se dio a conocer que Marcos había sido degradado a capitán. No es más un subcomandante en la estructura militar del zapatismo. ¿Tiene esto un efecto en, por ejemplo, la toma de decisiones dentro del EZLN o es meramente un gesto simbólico? Sea cual sea la respuesta, me parece que es sintomático que para medios y opinadores el detalle sea menor: los titulares han sido más o menos los mismos: “El subcomandante Marcos arremete contra López Obrador”, palabras más, palabras menos. ¿Síntoma de qué? De la poca atención e importancia que en estos tiempos se le da al significado de las palabras o, en todo caso, a los símbolos.

Ahora bien, me llama la atención el ángulo por el que decidieron entrarle para retomar el comunicado: todos los medios, o casi todos, se centraron sólo en el bloque titulado P. D. DE BALANCE, específicamente en el punto 6 y donde se hace referencia, sin nombrarlo, al presidente. Transcribo:

«Tuvo el autoritarismo de Gustavo Díaz Ordaz; el nacionalismo de cartón piedra de Luis Echeverría Álvarez, la demagogia corrupta de José López Portillo, la mediocridad administrativa de Miguel de la Madrid, la perversidad de Carlos Salinas de Gortari, la vocación criminal de Ernesto Zedillo, la ignorancia enciclopédica de Vicente Fox, el militarismo y la mecha corta de Felipe Calderón, y la frívola superficialidad de Enrique Peña Nieto. ¿Quién es?  Ah, y la corte de aduladores de todos ellos. Cambian los presidentes, cambian las nóminas.  Lo del autoelogio y lo chillón, sí es parte del “estilo personal de gobernar”».

Este punto, es más que evidente, tiene dedicatoria. Sin embargo, medios y detractores de Andrés Manuel López Obrador ¿decidieron? ¿recibieron la línea para? obviar los cinco puntos previos, en los que El Capitán también lanza fuertes críticas a toda la administración saliente. Por ejemplo, en el punto 4 señala:

“En el oficialismo no todos son iguales, es cierto. Los hay criminales impunes, que ya lo eran en el PRI, el PAN, el PRD, el PT y el PVEM antes de brincar al oficialismo; o como el futuro encargado de Educación Pública. Y los hay quienes son simplemente estúpidos, como el paradójico Marx Arriaga”.

Pero, claro, tiene más poder para el clickbait afirmar que “el subcomandante Marcos”, y no El Capitán —o, si así lo prefieren, el capitán Marcos— “arremetió contra López Obrador”. Esto provocó una avalancha de descalificaciones de parte de los seguidores —feligreses, fanáticos— del régimen y una ola directamente proporcional de apoyo de los opositores del mismo.

Y aquí viene otra de las cosas que me ha llamado la atención: de manera muy conveniente, medios y opinadores y detractores eligieron no hablar del otro bloque, que también tiene seis dardos muy puntuales dedicados a la ¿oposición? y su lamentable devenir en los últimos seis años.

De entrada, en los dos primeros puntos critica dos de las luchas a muerte que, en el discurso, sostienen por estos días los detractores del obradorismo. Copio y pego (y de una vez me voy disculpando, pero creo que me los voy a traer todos porque, a pesar de que evidencian situaciones sobre las que vale la pena dialogar, no vi que los retomaran en ningún lado. Decía que copio y pego):

«1.- La estrategia de la mal llamada oposición de “no a la sobrerrepresentación” no busca el inexistente, desde hace décadas, equilibrio de poderes.  Lo que quieren es elevar el precio de venta de sus decisiones en las cámaras.  Lógica de mercado, pues.

2.- La supuesta “defensa” del Poder Judicial no es sino una autodefensa.  Los criminales tienden a unirse cuando se ven amenazados.  Lo que está en juego no es la autonomía de los jueces, sino quién maneja el negocio de la compraventa de la justicia».

Sobre esto segundo, bien vale la pena señar que algunos puntos de los que se ha hablado a propósito de la presunta reforma parecen copiados de la dictadura de Fujimori, en Perú. A veces parece que en México vamos 40 años tarde en temas de desarrollo, de movilidad y, ahora, de justicia.

Pero regreso al comunicado. Los siguientes dos puntos están dedicados a la derrota electoral de la ¿oposición?

«3.- Los autores intelectuales de “la unidad opositora” no explican el fracaso.  Los errores los pagan otros, no ellos, así que no hay problema.  La derrota de Bertha (Xóchitl Gálvez) demuestra que el asunto no es de género ni de columnas de “especialistas”, sino de aparato. Y ese ya se los arrebató el oficialismo hace seis años seis.

4.- Se quejaron, se quejan y se quejarán de lo mismo que practicaron por años: la mentira, la calumnia, el insulto, el ninguneo, el escupitajo mediático, el “no presentar pruebas de lo dicho”, el abuso de poder en medios, el tribunal mañanero. Y de una plataforma informativa ridícula, como la que han construido en décadas.  Chillones, pues. En plural».

Los últimos dos puntos abundan en este par de ideas, así que ya no me los traigo. Pero pueden ir a buscarlos. El comunicado, pues, contiene críticas a López Obrador, sí, pero también critica a la ¿oposición? pero de eso prefirieron no hablar, o no al menos de manera tan estridente: cada quien agarra lo que le dicta su línea editorial o según lo que le digan en la respectiva granja de bots.

Finalmente, una prueba más de que nada más nos cuentan lo que les conviene, o lo que les dicen que nos conviene, se manifiesta en el hecho de que “El viaje” es apenas uno de la nueva serie de comunicados que se han ido publicando a lo largo del mes, luego de un silencio de ocho meses. Nadie, o casi nadie, habló, por ejemplo, del texto que lleva por título “Un pico y una pala” y que está dedicado a las personas desaparecidas y a las Madres Buscadoras, criticando la indolencia de las autoridades ante la crisis de desapariciones que asola el país —y de manera muy dura y cruel a Jalisco—. Y de paso le da un raspón a los medios de comunicación.

Copio y pego dos fragmentos:

«Las buscadoras no sólo buscan a sus ausentes, también buscan la vergüenza, la dignidad y la humanidad que se perdieron con un puesto gubernamental, un renglón en la tabla Excel del pago en nómina por claudicaciones. Quienes se niegan a responder a la demanda de las Buscadoras, ¿a qué le temen? ¿Cuál es el sustento para que afirmen que “la mayoría de las desaparecidas lo son por voluntad propia”? ¿Es que ya investigaron y esas ausentes lo son voluntariamente?».

«Usted que trabaja en medios de comunicación, ¿se acuerda de aquellos tiempos cuando hacer periodismo era investigar, ir al lugar de los hechos, entrevistar a las “partes involucradas”, desafiar la “autocensura”, pelear en el comité de redacción por la publicación —porque usted se comprometió con esas víctimas a dar a conocer su tragedia; y usted tiene en alta estima el valor de la palabra, por eso eligió el periodismo—, regresar al lugar y mostrar a esas dolientes la nota (que a usted le costó la enésima amenaza de despido —o se lo confirmó, claro—)? ¿Recuerda cuando las notas se sacaban de la realidad y no de las redes sociales? ¿Se acuerda de cuando el gafete de “PRENSA”, más que de orgullo e impunidad, era símbolo de compromiso ético?».

(Este párrafo me despertó una serie de reflexiones sobre el oficio, que se han venido acumulando y alimentando en estos días pero sobre las que escribiré en otra ocasión… o no.)

En fin, que este texto ya se alargó y creo que ya me alejé del punto inicial, que tenía que ver con verdades y mentiras y cristales para mirar. En todo caso, lo único que quería era hacer un intento de proporcionar otros cristales, porque esos por los que vemos, o por los que nos hacen ver, a veces ya están muy empañados.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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