El 24 de marzo en Argentina es el Día nacional de la memoria por la verdad y la justicia, que recuerda el golpe de Estado que dio inicio a la última dictadura cívico-militar en el país en el año 1976.
Este año es particular porque gobierna en el país la ultraderecha de Javier Milei y Victoria Villarruel: ambos negacionistas, que dudan de las cifras de desaparecidos y reivindican personajes de la dictadura.
Esta es una entrevista con Maria Julia, “Maju”, hija del detenido desaparecido Osvaldo Portas y hoy militante por los derechos humanos, por la justicia social.
Por Ángeles Sánchez / instagram: @angieesannchez / twitter: @angiesannchez
El 24 de marzo de 1976 en Argentina las Fuerzas Armadas tomaron el control del Estado con el autodenominado “proceso de reorganización nacional”, disolvieron el Congreso, las garantías constitucionales de los ciudadanos, la actividad de partidos políticos y sindicales y anularon la libertad de expresión. Pero además implantaron el horror mediante un plan sistemático de secuestro, tortura y desaparicion de personas. El Estado generó una máquina de horror donde secuestraba militantes políticos, sindicales, sociales y religiosos, los torturaba en centros clandestinos y luego los hacía desaparecer. La mayoría de las veces también violaba y abusaba de mujeres y se apropiaba de bebés y niños.
A partir del año 1977, grupos de madres y abuelas se juntan en Plaza de Mayo a reclamar por la aparición con vida de sus hijos e hijas, e incluso de aquellos bebés que estaban en las panzas de sus madres cuando se las llevaron. Fue el inicio de las famosas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo que aún hoy continúan luchando, reconocidas internacionalmente.
Son 30.000 los desaparecidos que la última dictadura quitó de nuestra tierra, se recuperó la identidad de 133 personas que fueron apropiadas por la dictadura y se continúa con la búsqueda de 300 personas más, hoy ya adultas.
Cuando hice esta entrevista, en mayo del 2023, ni Maria Julia ni yo nos imaginamos que el 10 de diciembre de ese mismo año iban a asumir la presidencia Javier Milei, un candidato de extrema derecha, que se considera “anarcocapitalista” y Victoria Villarruel, una negacionista de la última dictadura cívico-militar con vínculos confirmados con las altas cúpulas militares, como Rafael Videla. Pero pasó: Milei y Villarruel asumieron sus funciones en el mismo momento en que el país cumplía 40 años ininterrumpidos de democracia. En vísperas de un nuevo 24 de marzo, Día de la Memoria por la Verdad y la Justicia en Argentina, releí esta entrevista y pensé que cada palabra era necesaria de ser compartida. Primero, por la necesidad de recuperar las historias en primera persona de aquellos que fueron víctimas de un plan sistemático de desaparición de personas, para implantar un modelo económico que empobreció a nuestro país y cuyas consecuencias sufrimos aún hoy. Segundo, porque nadie mejor que las madres y abuelas para darnos fuerza en un momento donde pareciera que la oscuridad se apodera de todo, y considero también que los hijos tienen un rol fundamental en esta nueva etapa que comenzó en Argentina.
Maria Julia había comenzado la entrevista con esta frase: “Hay que estar muy atentos porque es muy peligroso ese discurso. Muy peligroso…ya sabemos cuál es el resultado de eso. No todo el mundo tiene consciencia y juegan todo el tiempo con que es cosa del pasado, esto ya pasó, es re contra cosa del pasado, una discusión que no nos corresponde, la teoría de los dos demonios se vuelve a poner en la mesa, fue una guerra…no señor, no fue ninguna guerra. Hay que seguir hablando de eso, es re fácil caer en la trampa.”
“Maju” como le dicen sus conocidos, es la hija del detenido desaparecido Osvaldo Portas: militante en las Fuerzas Argentinas de Liberación 22 de Agosto, una organización armada, secreta, que había comenzado como una pequeña célula y en uno de sus panfletos titulado “Un año de traición al mandato popular”, repartido en el año 1974, decía:
“Este va a ser un camino signado por la violencia reaccionaria de un sistema que se niega pacíficamente a la injusticia de que usufructúan los dueños de la patria: los patrones e imperialistas. En este camino deberemos ir dando respuesta a la violencia de la injusticia, preparando a la vez la guerra revolucionaria que nos conduzca a la victoria final”.
Para 1977, las FAL estaban ya desarticuladas. Y algunas de sus células estaban cerrando filas con otra organización político-militar argentina llamada Organización Comunista Poder Obrero (OPCO). En esa transición estaban cuando “chupan” a Osvaldo Portas. María Julia tenía 4 años.
–Tengo recuerdos anteriores, de cuando era muy muy chiquita. Yo me acuerdo de momentos con mi viejo, algunos, como fotos. Situaciones, no sé, qué el chabón esté tomando mate y yo dando vueltas, muy enana, dos o tres años. De olores, vinculados a él. Y después hay como un pedazo de tiempo que yo vuelvo a recuperar conciencia, recuerdos propios cuando arrancó la primaria.
María Julia junto a su padre Osvaldo. Fotografía cortesía.
En el momento en el que Osvaldo no regresó, la mamá de María Julia levantó la casa y dejó a ella y a su hermano Mariano con su abuela materna en Wilde, Avellaneda. “Mi abuela por cuestiones de seguridad, de miedo, de no entender la situación lleva a mi hermano a la casa de mi abuela paterna. Ya a esa altura del partido era un lugar muy peligroso, porque ya habían hecho un operativo, se habían llevado a un compañero de mi papá de ahí, unos días antes. Nosotros estuvimos casi un año sin ver a mi mamá.” Cuando se reencontraron, María Julia no recuerda donde estuvieron viviendo. En su cabeza, aparece el recuerdo del primer grado de primaria, en Barracas, después la vuelta al barrio y mudarse muchas veces. “La sensación es la de una infancia media tristona, no hay feliz. No tengo malos recuerdos, tengo el registro de que había algo de lo que no se podía hablar”.
El clima previo a que su padre no regresara a casa ya era de una delicadeza extrema: “para ese momento mi vieja ya estaba con ganas de separarse, con ganas de irse del país, con un nivel profundo de angustia y miedo, porque levantaban gente todos los días, gente muy cercana”. En ese contexto, María Julia ya estaba escolarizada. Cuando sus compañeros preguntaban por su papá, ella les decía que había fallecido en un accidente de tránsito. Lo mismo que le dijo, años después, a su hija Violeta cuando preguntó por el único abuelo que no aparecía en las fotos familiares.
–Cuando Viole me preguntó por primera vez, por el único abuelo que no tenía, que no aparecía ahí en las fotos familiares, tenía cuatro o cinco años. Yo le dije exactamente lo mismo que le había dicho a mis compañeros de primaria, que se había muerto en un accidente de tránsito, o sea, no le pude decir la verdad, me parecía un horror trasladar eso a ese bomboncito chiquito que tenía al lado– y sonríe.
Eso era también, parte de un mecanismo de resguardo, de seguridad personal y de los vínculos cercanos. María Julia lo entendió así desde chica, y fue recién en el secundario, cuando cursaba en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, en Barracas, que conoció por primera vez a otro hijo. “Cuando yo repetí de año nos cruzamos, era un año más chico y un día nos pusimos a hablar y nos dimos cuenta que teníamos una historia muy parecida. Y a partir de ahí, dije “okey esto no me paso a mi sola”, fue el primer registro.”
A partir de los 15 o 16 años comenzó la locomotora de hacer preguntas. ¿Quién era esa persona? ¿Qué le pasaba por la cabeza? ¿Cuál era el mundo en el que creía? ¿Qué valores tiene? ¿Qué le gustaba hacer? ¿Qué le gustaba comer? Esa información que compone a una persona, que María Julia no tenía de su papá y “la necesitas para saber quién carajo sos vos, como para saber, okey, yo vengo de acá y de acá, soy esto.” Define su adolescencia como rara, compleja, con “matete en la cabeza y sin poder hablar todavía”.
–Yo creo que de alguna manera en esa primera infancia, y hasta la adolescencia, nos salvó el amor inconmensurable de mi abuela paterna. Lo pudo todo, le pasó por arriba el dolor profundo de no tener a su hijo pero estábamos nosotros y te juro que fue, no sé, un angelito, que nos amó profundamente, que nos iba a buscar, que nos llevaba, nos traía, que nos contenía. Eso fue salvador para toda la familia, que ella estuviera así entera y amorosa.
Tejer red, entre compañeros, hermanos, familiares y amigos, para encontrarse y, desde ahí, reconstruirse podría ser la síntesis de sí misma.
Hija de…
Llegando a la adolescencia en los 90’s, con un país avasallado por la crisis económica, las políticas neoliberales, los indultos, la violencia policial: “Imagínate ser adolescente en los 90 en donde todo estaba mal, todo era un caos, todo lo teníamos atrás: teníamos libre a los genocidas, literalmente nos lo cruzábamos por las calles. Fue un combo tremendo, re contra potente, la pasamos como el orto y también la pasamos muy bien. Y discutimos mucho, y nos pusimos creativos.”
Para 1995, con 22 años, ya había conocido a otros hijos e hijas de detenidos desaparecidos, había compartido talleres con ellos y había comenzado a sembrarse la organización H.I.J.O.S. La primera vez que la invitaron a una reunión fue un martes a las 5 de la tarde, eran tres mujeres esperándola y ella. El comienzo de una organización fuertísima se vio en pleno gobierno de Menem, con genocidas libres por los indultos de 1991, que caminaban libremente por las calles del país. Las primeras reuniones de HIJOS “parecían más un grupo de autoayuda que otra cosa: hola, mi nombre es María Julia, tengo a mi papá desaparecido”. Se repetía la pregunta ¿sabes dónde militaba? Siempre las mismas preguntas, con respuestas a coro, quizás sin tomar dimensión aún de lo que había significado su historia personal y del peso que tendrían en momentos tan delicados de la historia argentina. Mientras lo cuenta, repara en algo que no había pensado antes: eran todas mujeres. “Certeza profunda, movemos el mundo mi querida.”
Cuando María Julia se piensa como hija, lo piensa en dos carriles, pero que van entrecruzados. Una cosa es ser hija en términos de la organización, y otra en términos personales.
-¿Qué implica tener en tu familia a un desaparecido y que ese desaparecido sea, además, tu padre? “es algo que se va modificando con el tiempo, no es lo mismo para mí llevar esta historia familiar cuando tenía 20 que hoy que tengo casi 50.” Ya traspasó esa instancia del enojo, la crítica y el señalamiento. Eso existió, inevitablemente. Buscar sola respuestas a preguntas fundamentales, intentando entender qué pasaba por la cabeza de una persona que dejó absolutamente todo por el ideal de hombre nuevo, peleándose en definitiva, con quien ya no está.
“Todo el tiempo es esta historia, que hay que ir acomodándola, porque no es una historia que uno tiene cerrada, todo el tiempo se mueve, todo el tiempo muta, todo el tiempo cambia.”
Con los años pudo reconstruir la historia de militancia de su viejo, y aunque discuta con eso y pueda hacer un análisis más en detalle o profundo de qué pasaba por la cabeza de ese militante en los 70s que se incorporó a la lucha armada, rescata “es la historia de un tipo que creía profundamente lo que pensaba sin dudas y eso es un valor agregado o zarpado, equivocados o no…insisto leyendo todo con el diario del lunes, uno puede discutir las formas, discutir la acción pero lo que no podes discutir es el coraje.” Con esa historia, hace su propia historia personal y de militancia.
El recorrido que arranco en los 90s cuando HIJOS se estaba gestando, cuando uno llega “a esa orga solo con las penas acuestas y muchas preguntas y angustia”, atravesó los 2000 con una fuerte presencia en la calle, vio con ojos desconfiados a partir del 2003, se amigó en 2010, se rompió en mil pedazos en 2017 y continúa hoy siendo la misma que sale a dar charlas a escuelas secundarias para hablar del terrorismo de Estado y sobre por qué los discursos negacionistas son peligrosos.
María Julia arrancó en HIJOS Capital pero se alejó al tiempo, fue buscando otras maneras, agrupándose con otros compañeros y compañeras hasta que en 2013 se conformó HIJOS Provincia de Buenos Aires. Buscando siempre cómo darle una vuelta de tuerca a esa militancia para que le cope estar. Y aunque hoy esté más alejada de la orgánica en HIJOS, es su lugar de referencia, donde se moviliza los 24 de marzo, donde se encuentra a sus compañeros y hermanos. HIJOS es bisagra en su vida, como también lo fue en la historia de nuestro país:
–Así como están las Madres con su línea de laburo, así como estuvieron las Abuelas, así estuvimos nosotros también. Poniéndole otra manera otra impronta a lo que venía pasando, en la lucha.
Sería imposible pensar en 40 años de democracia si no entendiéramos la importancia que tuvieron los Organismos de Derechos Humanos para hacerle frente al horror sistemático y, luego, al intento de olvido y perdón.
Sus raíces no peronistas hicieron que las primeras acciones de Néstor Kichner, las mirara desconfiada. Pero más que sus raíces, hay algo profundo que subyace en su historia hasta ese momento: el Estado siempre había sido el enemigo, ese Estado que “no solo que desapareció a mi viejo sino que a mí me dejo en banda, a mi vieja la dejo re contra en banda, o sea no solamente a mí.”
Años antes, las primeras leyes reparatorias que propuso el Estado en 1998 habían acarreado mucha discusión dentro de los Organismos de Derechos Humanos e, incluso, dentro de la familia: “¿nos presentamos a cobrar esta reparatoria? Porque estamos re contra cagados de hambre”. En esas idas y vueltas llegó 2003, pero para María Julia, el Estado era el mismo que había sido enemigo histórico de su familia. Ni bajar los cuadros ni abrir la Ex-ESMA, lo que le arremolinó las ideas fue escuchar que, por primera vez, alguien pedía perdón en nombre del Estado nacional. “Yo entiendo quién es Néstor, todo lo que fue, todas las posibilidades que hubo, en términos de derechos humanos cuando Néstor se muere. Yo caí en la cuenta de eso el día que Néstor se murió.” En el año 2011, en Avellaneda, ciudad de la Provincia de Buenos Aires, se sancionó una ordenanza municipal que incorporaba en la planta municipal a hijos e hijas de detenidos desaparecidos que tenían domicilio en el distrito al momento de ser secuestrados “la ordenanza en Avellaneda en el 2011 para HIJOS, bisagra. A partir de ahí fue: bueno listo, es por acá. Pero costó un montón. A veces es difícil decir esto, frente a otros. La verdad es que yo no le creía nada al chabón, nada.”
En nuestro presente que los discursos que reivindican la última dictadura cívico-militar circulan libremente: “yo sigo siendo la persona que sigue yendo a las escuelas y sigue hablando de terrorismo de estado, y sigue hablando de la importancia de los discursos negacionistas y sigue hablando. No podes bajar la guardia ni tantito así, ni tantito así. Es de locos, es de locos que a esta altura de las circunstancias tengamos que seguir explicando cosas que por momentos son obviedades increíbles pero evidentemente no lo son, evidentemente no lo son.” María Julia lo entiende así porque, en definitiva, ser hija “suele ser un compromiso muy grande, para con el resto del universo, en general. Por esa figura y por el recorrido propio de militancia, cuando a una la referencian con eso.”
Maria Julia, “Maju”, hija del detenido desaparecido Osvaldo Portas y hoy militante por los derechos humanos, por la justicia social. Fotografía cortesía.
Las injusticias son su motorcito para no cansarse nunca ni bajar los brazos. En 2017, se movilizó contra el 2×1, ese fallo vergonzoso de la Corte Suprema de Justicia que permitía que los culpables por crímenes de lesa humanidad puedan computar doble el tiempo que estuvieron detenidos antes de contar con una sentencia firme, a partir de los dos años de prisión preventiva. “Esa contundencia de la plaza del 2×1 me dio cierta tranquilidad… fue como ¡bueno! Hay ciertas cosas que ya son parte del sentido común, aunque odio la cuestión del sentido común. Pero establecimos un piso de no negociación, esto no se negocia, de acá para arriba vemos.” En el mismo año, cuando se produjo la desaparición de Santiago Maldonado, no dio el cuerpo ni el corazón, no se imaginaba a sí misma gritando otra vez aparición con vida.
–Con Violeta tuvimos una discusión re fuerte porque me decía “estás loca cómo no vas a ir” y yo le decía no puedo salir a pedir por la aparición con vida de nadie más hija. Me quema el cerebro, la estoy pasando como el orto, pero no me da el cuerpo para salir. No puedo. Es gravísimo lo que está pasando pero no puedo, no me da el corazón, no me da el cuerpo para gritar aparición con vida de nadie más. Al otro día juntas los pedazos y salís a hacer lo que tenes que hacer, que en mi caso fue salir a hablar con todas las escuelas secundarias de Avellaneda que me dieron lugar para hacerlo.
Juntar los pedazos, de eso se trata. Reconstruir nuestra historia, personal y colectiva, juntar esos pedacitos para armar un rompecabezas.
–¿De dónde se saca la fuerza?
–Está bueno lo que me estás preguntando, porque es algo que me pregunto yo todos los días, ¿cómo carajo hago para seguir metida en algunas cuestiones? Yo creo que tiene que ver con ese compromiso del que hablaba, con una de las primeras preguntas qué es esto, qué es ser un hijo, qué es ser un hijo, qué es, yo no lo asocio con ser hija, lo asocio con el recorrido que yo tuve para resolver las cuestiones de la familia, lo difícil que fue llegar. No importa el lugar donde uno esté, sino la disponibilidad que vos tengas para ver lo que está pasando alrededor tuyo, tiene que ver con eso, y con qué, claramente hay cosas que no tienen que volver a pasar nunca más, de verdad. No sé si es algo que sea consciente, es parte del motorcito, es parte integral de quien soy como ser humano, a veces con más compromiso, con menos compromiso, la militancia agota por momentos, porque agota, y yo me permito también cuando necesito, retiramos, renovamos, volvemos, no está mal hacerse eso. Sobre todo cuando una le pone tanto el cuero a lo que hace.
Entonces así va la cosa, juntar los pedazos y ponerle el cuero, para que el nunca más sea nunca más. A 48 años del 24 de marzo de 1976: seguimos reclamando por memoria, verdad y justicia, no van a poder detenernos.
***
Durante el transcurso de edición y publicación de esta nota, el 20 de marzo del 2024, dos personas ingresaron al domicilio de una militante de la organización HIJOS, la ataron, golpearon, abusaron sexualmente y amenazaron de muerte, dejando mensajes intimidatorios y de vinculación con el partido de la Libertad Avanza (partido político de Javier Milei). Adjuntamos el comunicado oficial de la Red Nacional de HIJOS.
*Mi nombre es Ángeles y soy estudiante de la carrera de Comunicación Social de la Universidad Nacional de Quilmes, actualmente haciendo un intercambio en la Universidad de Guadalajara, México.
Grácias. La palabra es un arma cargada de futuro.
No fueron 30.000.