Esta es la historia de un chico común y corriente al que asesinaron con un cuchillo. Su vida abre varias preguntas:¿Por qué alguien asesinaría a un joven común y corriente, con sueños y metas como cualquiera? ¿Por qué las autoridades no voltean a ver este caso, mientras el gobernador no sale a dar la cara? Quizá, porque Gerardo podría ser cualquiera, y reconocerlo, sería acabar con el mito de «Querétaro Seguro»
Texto: Jimena Ribeiro y Eduardo Coeto / Centro Universitario de Periodismo de Investigación (CUPI)
Fotos: Juan Palafox
Como una persona servicial, un hermano cariñoso, un joven que ayudaba en festividades de su comunidad y a sus compañeros de la Universidad, familiares y amigos recuerdan a Gerardo Naranjo, estudiante de Ingeniería Aeronáutica en Manufactura en la Universidad Aeronáutica en Querétaro (UNAQ).
A Gerardo lo asesinaron el 10 de febrero en la delegación Santa Rosa Jáuregui, de la capital queretana. Los hechos ocurrieron después de un accidente de tránsito, donde el responsable prefirió acuchillar al joven, que hacerse responsable.
“Era muy buena persona. No vi que le hiciera un mal gesto a alguien. Creo que por eso se ganó a la gente, porque él tiene, tiene porque todavía lo siento, un corazón puro”, expresó Azucena Hernández, madre de Gerardo Naranjo, entrevistada junto con Gerardo Agustín Naranjo y Guadalupe Jesús Naranjo, su padre y su hermano.
Han transcurrido tres semanas del asesinato y la Fiscalía del Estado, a cargo de Alejandro Echeverría Cornejo, no ha dado con la persona responsable, pese a la indignación que ha generado entre habitantes de Santa Rosa Jáuregui y la comunidad de la UNAQ, que han realizado dos marchas para exigir justicia.
De hecho, el 17 de febrero jóvenes, docentes y familiares de estudiantes de la Universidad Aeronáutica de Querétaro organizaron una marcha en la capital queretana para exigir a las autoridades que no sean indiferentes por el asesinato de Gerardo Naranjo.
La Fiscalía estatal, sin embargo, no se ha pronunciado al respecto.
Su indiferencia sacó a relucir otro homicidio, el de Oswaldo Ruiz, quien en noviembre 2022 también fue asesinado en la delegación de Santa Rosa Jáuregui. Su asesinato, como el de Gerardo, sigue impune.
Así, el 24 de febrero, en otra marcha, más de 100 personas se reunieron en la explanada fuera de la parroquia de Santa Rosa para exigir justicia para ambos. En el recorrido por cuatro avenidas, las personas volvieron a recordar con pancartas la exigencia de #JusticiaParaGera y enfatizaron la inseguridad que se vive en la zona.
¿Por qué alguien tendría que asesinarlos? Esta es la historia de Gerardo, un joven común y corriente que siempre vio por su comunidad.
Un chico común y corriente, pero con gran corazón
La mamá, el papá y el hermano de Gerardo viven en una colonia con calles empedradas de la delegación Santa Rosa Jáuregui. Su hogar, que también es el lugar del taller del señor, está ubicado a menos de 500 metros de la carretera Querétaro-San Luis Potosí, y a 20 kilómetros al norte del Centro Histórico de la capital de Querétaro.
Gerardo era apegado a su familia; conducía un auto Jetta de su papá y siempre pedía permiso para salir. Tomaba apuntes en libreta. Era un hermano “cariñoso”, ayudaba a su hermano y quería verlo tener éxito y ser responsable. Gerardo también reconocía los modelos de los autos con especificaciones cuando iba por la calle.
Azucena, la madre de Gerardo, recordó que él a veces lavaba su gorra y la tallaba con un cepillo, ella le decía que no lo hiciera.
En su casa, Gerardo ayudaba en todo. Era servicial en su colonia y ahí mismo ayudaba en lo que podía para la fiesta de la Santa Cruz, que se celebra cada 3 de mayo. A su hermano Guadalupe lo ayudaba con la escuela en áreas de matemáticas, él tiene 17 años y estudia la preparatoria. También a veces lo llevaba a entrenar futbol o a sus partidos, aunque manejaba despacio.
Azucena considera que su hijo Gerardo era una persona “buena” y “tranquila”. En el auto escuchaba música con volumen bajo.
“Él me enseñó lo que es el respeto, a él no le gustaba que uno se enojara con las otras personas. No le gustaba ver a la gente enojada”, recordó doña Azucena.
A Gerardo le gustaba estar con su papá en el taller. “Le gustaba mucho estar aquí, andaba mucho con los trabajadores”, manifestó don Gerardo Agustín.
Azucena mencionó “ Él tenía su tarea y preguntaba en qué podía ayudar y la terminaba de todas formas, le gustaba mucho ayudar a todos.”
Raúl Durán, amigo y compañero suyo de la universidad, mencionó «diría que un 50% de las veces lo veías con gorra y como el 80% de las veces lo veías con suéter azul, sudaderas con capucha, pero esa no se la ponía”.
Destacó en el deporte y compromiso escolar en la UNAQ
Desde pequeño entrenó taekwondo, indicó su mamá. Fue a representar a su universidad en el torneo Universidades Tecnológicas dos veces, una en Coahuila, agosto de 2022, y la otra en Puebla, en abril del 2023, con sus amigos Raúl, Kevin, Eliza y David. Era cinta negra y prefería competir en la categoría de formas más que en la de combate.
En la universidad le gustaban los laboratorios el de maquinado y el de materiales compuestos, Raúl mencionó que Gerardo destacaba en las áreas de especialidad, de manufactura o de diseño. En una materia manejaban herramientas que Gerardo ya sabía usar y cuando sus compañeros le preguntaban cómo se hacía algo siempre los ayudaba.
Gerardo estaba haciendo una tesis colectiva para manufacturar un dron tripulado con sus compañeros Alejandro José Orozco Sánchez y Luis Daniel Gutiérrez Ramos. La tesis es dirigida por la maestra Sonia Torres Cruz.
Después de la universidad, mencionó Raúl que seguramente a Gerardo le habría interesado trabajar en la industria automotriz, incluso una vez, ambos fueron a la empresa VUHL en Querétaro a meter su currículum para realizar sus prácticas profesionales.
Azucena mencionó que siempre sacaba calificaciones de 9 o 10. Le gustaba mucho salir adelante, le comentaba a su mamá que le emocionaba la idea de hacer un intercambio al extranjero, ella mencionó que no se quedaba estancado, quería seguir.
Gerardo pertenecía a un taller en la universidad llamado “Dragon motorsports”, el cual tiene el fin de crear un auto eléctrico para una competencia a nivel nacional de diferentes universidades llamada «Electratón». Durante una entrevista con Andrés Capetillo, compañero de Gerardo y co fundador del taller señaló que Gerardo fue uno de los iniciantes del proyecto junto con él y otros dos chicos. Gerardo estaba en el área de manufactura de estructura y siempre estaba dispuesto a ayudar en las otras áreas.
El taller pondrá una placa con el nombre de Gerardo para que el taller se llame como él y los integrantes piensan hacer un homenaje y poner su nombre en algún lugar de la parte trasera del auto.
Gerardo cuidaba bien su auto, tenía buenas calificaciones y le faltaba poco para terminar, por lo que su papá le dijo “acaba tu escuela y el carro es tuyo”. Su papá señaló que le gustaba arreglar su automóvil, ”le acomodaba todo al carro, si no sabía buscaba en internet”.
Una vez, mencionó Raúl, Gerardo le cambió los rines a su automóvil, los cuales quedaron muy grandes y las llantas chocaban con la afasia, y otra vez compuso los amortiguadores y no podía subir a muchas personas. Gerardo estudió en Santa Rosa hasta terminar la preparatoria. Cuando de pequeño le preguntaban qué quería ser de grande decía veterinario, Azucena mencionó que al crecer le gustaba ver programas informativos de aviones y se preguntaba “¿Por qué no se caen?”.