Desde Mujeres
Por Mitzi Pineda / @mitpinedac / @DesdeMujeres
Pensar que por ser mujer, se actúa automáticamente con perspectiva de género es una falacia construida sobre dos supuestos erróneos. El primero es que la sororidad es inherente al sexo, ignorando que es un constructo social. Asumir que todas las mujeres actúan con perspectiva de género es imponerles un mandato natural sobre su identificación y actuación.
El segundo supuesto es considerar que el machismo, como un “pacto de hombres”, es el único enemigo. Esta visión simplista ignora la complejidad de los constructos sociales y reduce la lucha de género a una confrontación binaria. Tanto hombres como mujeres pueden perpetuar estructuras de poder desiguales, y es esencial reconocer que la perspectiva de género y la lucha contra el machismo requieren un análisis más profundo y matizado.
En este tiempo, próximo a la temporada electoral, se juega la definición del proyecto de país que queremos y que sentará las características de paridad de la cancha donde vamos a jugar hasta el 2030. Es sumamente importante, entonces, fijarse en la agenda que no solo tenga “mirada de mujer”, sino un sistema de cuidados, políticas afirmativas de género en términos que sabemos son viejas luchas, tales como en el sector agrario, el derecho a la tierra y el acceso a la justicia.
Entre las candidatas y el candidato presidencial, la perspectiva de género debe estar en cuando menos tres sitios:
1) en la conformación de su gabinete; que son los puestos que definen el rumbo de las políticas, la administración del recurso y quienes encabezan se rompan los techos de cristal.
2) en las instituciones; el sistema de cuidados forma parte de la agenda central de todos los candidatos, sin embargo, el sistema de cuidados está relacionado con la salud, educación, alimentación y transporte. No habrá dinero que alcance a cubrir un sistema de seguridad social basado sólo en transferencias.
3) en el discurso; es posible afirmar que esta administración cierra con un adeudo en cuanto a las políticas que proveen igualdad de condiciones para el desarrollo y el acceso a otros derechos entre mujeres y los hombres. Si bien alcanzamos a ocupar puestos clave, paridad en la representación de las cámaras e incluso en cargos de representación popular; se requiere de autocrítica y propuestas concretas para construir ya sea un segundo piso más nivelado.
Ya llegamos, ahora falta que con mantengamos con fuerza la exigencia de los cimientos de un piso más parejo.
