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Nuevos estudios científicos confirman las afectaciones a la salud de la ingesta de refrescos, pese a ello su consumo crece impulsado por la agresiva mercadotecnia; México de los primeros en la lista.
Texto: Kennia Velázquez / Pop Lab
Fotos: PoPLab
Cada vez más investigaciones académicas comprueban los daños que provocan las sustancias contenidas en las bebidas azucaradas a causa de ingredientes como el jarabe de maíz de alta fructosa, pero también se han encontrado refrescos con sacarosa, trazas de alcohol, dióxido de carbono, plomo, cadmio, cafeína, e incluso alcaloides narcóticos.
A pesar de eso, la agresiva mercadotecnia de las marcas sigue incrementando el consumo mundial de refrescos, que en las últimas 3 décadas ha crecido en un 16 por ciento a nivel mundial. México es el mayor consumidor de estos productos entre los 25 países más poblados.
En términos generales, el consumo mundial de bebidas azucaradas sigue en aumento, pero también sigue creciendo la lista de daños que provocan: diabetes, obesidad, caries, hígado graso, etc. esto debido a las altas cantidades de endulzantes que contienen y otros ingredientes como la cafeína, incluso algunas contienen cadmio o plomo.
Se ha documentado cómo las bebidas azucaradas impactan gravemente en la salud de quienes las consumen y esto se debe a los ingredientes que los componen.
Uno de ellos es la fructosa, un nutriente crítico que se utiliza en ocasiones para sustituir al azúcar. Según una investigación publicada en The Royal Society la fructosa funciona de manera diferente a otros nutrientes pues reduce la energía activa y daña las mitocondrias.
Los investigadores señalaron que ”la fructosa estimula la ingesta de alimentos y reduce el metabolismo energético en reposo, de forma muy similar a como lo hace un animal que se prepara para hibernar” y que fomenta cambios de comportamiento para ayudar en la búsqueda de alimentos y agua, esto incluye estimular el hambre y los atracones.
Según el documento, esto sucede “por la inhibición de áreas del cerebro sensibles a la insulina involucradas en el autocontrol, la memoria reciente y la deliberación, como la corteza cerebral, la corteza entorrinal, el hipocampo y la corteza cingulada posterior”.
Esto se suma a otros efectos de la fructosa, que puede provocar aumento de peso, resistencia a la insulina, presión arterial alta e hígado graso, entre otros problemas metabólicos.
Los autores señalan que “las epidemias de obesidad y diabetes comenzaron a principios del siglo XX. Un mecanismo probable está relacionado con el dramático aumento en la ingesta de azúcar, con una marcada inflexión cuando se introdujo el jarabe de maíz de alta fructosa. De hecho, la ingesta de bebidas azucaradas se correlaciona con el riesgo de obesidad y síndrome metabólico. Asimismo, la epidemia mundial de obesidad y diabetes se correlaciona con el aumento de la ingesta de azúcar y con la introducción del azúcar en culturas no occidentales”.
Refrescos con narcóticos y metales pesados
Pero la fructosa no es el único ingrediente que puede causar daño. Investigadores de la Universidad St. Joseph analizaron varias marcas de refrescos, entre ellas Coca Cola y 7 Up y señalaron que las bebidas contenían glucosa, fosfato, sacarosa, trazas de alcohol, dióxido de carbono, plomo, cadmio, cafeína, e incluso alcaloides narcóticos. En el caso de Coca Cola, fue el refresco más ácido con un pH de 2.3, cuyo, según los autores “es casi igual al del desinfectante lo cual es perjudicial para el cuerpo”.
En sus hallazgos los investigadores explican que los refrescos contienen ácido fosfórico con un valor de pH de 2,8 y esto interfiere con la capacidad de aprovechar el calcio, “lo que podría provocar debilidad de los dientes y actúa para neutralizar el ácido clorhídrico en el estómago, interfiriendo así con la digestión adecuada de los nutrientes de los alimentos”.
El azúcar que contienen estos productos puede aumentar la glucosa en la sangre e insulina. Además de diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular y obesidad, puede provocar caries. “Cuando grandes cantidades de azúcar ingresan al estómago, el páncreas, tiene que producir más insulina, lo que envía más grasa a las células del hígado, lo que conduce a diferentes enfermedades en ese órgano”, explicaron los autores.
Los científicos explican que el gas que se utiliza para hacer burbujear los refrescos es el mismo que expulsamos de nuestro cuerpo a través de nuestros pulmones: dióxido de carbono, “este gas es genial para las plantas pero es una mala noticia para los seres humanos”.
Otro ingrediente es la cafeína, que altera el sueño estimulando el sistema nervioso, empeora el síndrome premenstrual, provoca deshidratación e induce al estómago a producir ácidos que agravan la hiperacidez y causan latidos cardíacos irregulares y niveles altos de la presión.
En su análisis, los investigadores encontraron cadmio y plomo en algunos refrescos. En el caso del primero, la acumulación a largo plazo puede provocar cáncer y causar problemas hepáticos y renales, mientras que el plomo puede provocar daños en el cerebro y sistema nervioso así como enfermedades renales.
Según los autores, algunos refrescos como la Coca Cola contenían alcaloides narcóticos como morfina, cocaína, que se “asocian con compuestos psicoactivos con efectos adormecedores o propiedades paralizantes. Otros efectos incluyen confusión mental, náuseas y estreñimiento”.
Otros efectos a causa de las bebidas azucaradas
En 2021, más de 500 millones de adultos en todo el mundo tenían diabetes tipo 2, se prevé que para 2045 sean 783 millones de personas con esta enfermedad.
Consumir bebidas azucaradas con esta condición aumenta el riesgo de muerte, pues cada porción diaria adicional de bebidas azucaradas se asoció con una mayor mortalidad por todas las causas de un 8 por ciento entre las personas con diabetes tipo 2. Reemplazar una porción diaria de bebidas azucaradas por una bebida más saludable se asoció con un riesgo menor de hasta 18 por ciento de mortalidad por todas las causas.
Para los adultos con diabetes tipo 2, reemplazar las bebidas azucaradas con café, té o agua corriente está relacionado con tasas más bajas de muerte prematura debido a enfermedades cardiovasculares y otras causas, según una investigación publicada por The BMJ.
Mientras que otros resultados demostraron que el consumo tanto de bebidas azucaradas como aquellas bebidas bajas en calorías se asociaron también con la prevalencia de la enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Si buscas más evidencia del daño que provocan estos productos, aquí hay otro estudio con 98 mil 786 mujeres posmenopáusicas que fueron seguidas durante una media de 20.9 años, reveló que el 6.8 por ciento de las mujeres que consumían una o más bebidas azucaradas al día tenían un 85 por ciento más de riesgo de cáncer de hígado y un 68 por ciento más de riesgo de mortalidad por enfermedad hepática crónica en comparación con aquellas que consumían menos de tres bebidas azucaradas al mes.
Los fabricantes de refrescos niegan constantemente el vínculo entre el consumo de sus productos y la obesidad y otros padecimientos. Sin embargo, un estudio realizado en 107 países y regiones evidenció la correlación positiva entre la prevalencia del consumo diario de refrescos y la prevalencia de sobrepeso y obesidad entre estudiantes adolescentes. Los investigadores concluyen que “reducir el consumo de refrescos debería ser una prioridad en la lucha contra el sobrepeso y la obesidad en los adolescentes”.
Pese a los riesgos, el consumo crece
La base de datos World Population Review proporciona cifras alarmantes: en México se consumen 137 litros al año por persona. Un análisis del Centro de Investigación en Evaluación y Encuestas del Instituto Nacional de Salud Pública reveló que dentro del grupo de alimentos no recomendables lo que más se ingiere son las bebidas endulzadas, las cuales son consumidas por el 82.6 por ciento de los preescolares, el 93.6 por ciento de los escolares; 90.3 por ciento de los adolescentes y 76.3 por ciento de los adultos.
Según el análisis publicado en la revista Nature que analizó de 1990 a 2018, entre los 25 países más poblados, las mayores diferencias en el consumo de bebidas azucaradas entre hombres y mujeres se dieron en Estados Unidos, México y Francia, donde los hombres bebieron una o más porciones por semana en general, mientras que la ingesta más alta se produjo entre adultos de 20 a 39 años.
En 28 años el consumo de bebidas azucaradas en el mundo ha crecido en más del 16 por ciento. Y mientras a nivel global la ingesta promedio semanal de estos productos es de 2.78 onzas, en México es de 8.9, ubicándose en el primer lugar de los 25 países más poblados, dice la prestigiosa revista.
Los investigadores encontraron que los residentes urbanos y aquellos con estatus socioeconómico alto fueron quienes más las adquirieron.
Por regiones, América Latina y el Caribe tuvo la mayor ingesta en todo momento aunque hubo una disminución general con el paso del tiempo. “Estos resultados sugieren que se necesita más trabajo, especialmente en torno a intervenciones exitosas como regulaciones de marketing, etiquetado de alimentos e impuestos a los refrescos”, señalaron los autores.
Los impuestos si funcionan
A pesar de la evidencia del daño que provocan, sólo 50 países han implementado impuestos para desalentar el consumo de refrescos. Un análisis demostró que los países de ingresos altos tenían más probabilidades de gravar los refrescos en comparación con los países de ingresos bajos y medios. Además, en los países con impuestos a los refrescos, la prevalencia del consumo diario de refrescos entre los adolescentes en edad escolar fue menor que en los países sin este tipo de arancel.
Un estudio del Centro de Investigación en Salud y Nutrición encontró que después de haber gravado en 2014 a las bebidas azucaradas en México su consumo “disminuyó y el perfil dietético nutricional mejoró después del impuesto”; es decir, disminuyó un 2.3 por ciento de 2012 a 2016 su consumo mientras que el del agua aumentó. Pero también encontraron que el contenido de azúcares añadidos en las bebidas y en los alimentos, así como de las grasas saturadas, disminuyó a partir de la tasa impositiva.
En Estados Unidos una de cada cinco personas embarazadas consume bebidas azucaradas al menos una vez al día, después de gravar este producto en 5 ciudades de ese país se asoció con una disminución del 41.4 por ciento en el riesgo de diabetes mellitus gestacional, una reducción de 7.9 por ciento en el aumento de peso para la edad gestacional y una disminución de 4.3 del riesgo del nacimiento de bebés pequeños para la edad gestacional. Los autores del estudio consideraron que “los impuestos a las bebidas azucaradas pueden ser un instrumento político eficaz para mejorar la salud durante el embarazo, un período crítico durante el cual las exposiciones dietéticas de corto plazo pueden tener consecuencias de por vida para la persona que da a luz y el niño”.
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Esta nota fue publicada originalmente en POP LAB, que forma parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes ver la publicación original.