Manos Libres
Por Francisco Macias Medina /@pacommedina (X) / @FranciscoMacias (TG)
Como sociedades nos movemos en constantes contradicciones, ya que nos podemos convocar a una acción de solidaridad, como ahora por los habitantes de Acapulco a raíz del paso de un huracán o ser testigos indirectos o en ocasiones directos de acciones a las que no encontramos un sentido humano: personas que violentan a otras por razones de género, por discriminación, por mandato, por riqueza o por intereses relacionados con una violencia estructural construida silenciosamente.
En muchos de los casos, las conversaciones se ven interrumpidas porque nos sentimos rebasados, desprotegidos, sin defensa ante lo convulso de las realidades. Preferimos fugarnos de ellos y ubicarnos en el espacio más seguro de nuestra elección ante las inseguridades.
Otros grupos de personas afectadas por las violencias deciden caminar, gritar y organizarse, porque afirman que lo que les ha ocurrido a ellas no debe ocurrirle a nadie.
Marshal Rosenberg quien plantea que una parte de las violencias surgen desde la forma en como nos comunicamos, hizo dos preguntas que obligadamente por nuestra situación deberíamos de responder: ¿qué hace a las personas abandonar su humanidad y tratar a los demás como si no fueran humanos? y ¿qué hace que las personas, aún en las peores circunstancias, sigan tratando a los demás con compasión y respeto?
Muy probablemente la ruta tenga relación con causas, riesgos, bloques que se han ido construyendo y de los cuales se ha dejado de dar cuenta, llamémosle tejido social (Claudio Lomnitz) el cual puede reflejar mucho de lo que observamos o hasta llegar a consolidarse como una necromáquina (Rossana Regillo).
En ambos casos, es urgente poner atención a lo más grave que ocurre porque en sus circunstancias encontraremos rasgos o elementos que nos permitan impedir nuevos sucesos, como una manera esperanzadora de negarnos a caer en la inhumanidad.
Existen varios ejemplos actuales, el caso terrible de los 43 normalistas de Ayotzinapa y la intervención efectiva del Grupo Internacional de Expertos Independientes (GIEI), hoy nos hace cuestionar por ejemplo, las rápidas declaraciones sin evidencia de Ricardo Sánchez Berúmen, coordinación de Seguridad de Jalisco, quien afirmó que los restos encontrados en una ladrillera utilizada como crematorio clandestino, “se presume” que eran de los jóvenes Roberto Olmeda, Diego Alberto Lara, Dante Hernández, Jaime Adolfo Martínez y Uriel Galván, sin que se cuente con una prueba biológica certera que lo compruebe (Infobae).
Sin duda existe prisa por parte del Gobierno de Jalisco por encontrar un discurso adecuado que modere la percepción de violencia en la zona de Altos Norte, una forma es de nuevo caer en la tentación de construir una “verdad” a modo, cuyo fondo es la falta de una investigación completa y eficaz que deslinde las responsabilidades, en donde se incluyan las omisiones de las autoridades estatales y municipales en la zona.
El hecho demuestra la falta de capacidad de la Fiscalía de Jalisco y de las autoridades de seguridad por garantizar un derecho a la justicia y a la verdad.
Lo anterior es importante, porque tiene relación con el informe que recientemente la organización Causa en Común, actualizó sobre atrocidades, entre las que se incluyen fosas clandestinas, feminicidios con crueldad extrema, masacres, torturas, entre otros. Nuestra entidad la colocaron en el sexto lugar nacional con 229 atrocidades de enero a septiembre, es decir, que se comenten en promedio cada mes 25.44 incidentes (NTR Guadalajara)
¿Qué significa la recurrencia de atrocidades?, es la existencia de un terreno fértil para las violencias más extremas, una escala en donde ya no bastan los incipientes análisis policiales de “reducción de índices delictivos” extraviados contra las micro realidades locales o de procesamientos de “carpetas”.
Se requiere urgentemente la reducción de la impunidad, la conformación de nuevas miradas para procesar los crímenes desde la complejidad y con enfoques que abarquen los contextos, donde se incluya el psicológico, además del cambio de paradigma en las instituciones de seguridad y de procuración de justicia.
Son las mínimas recomendaciones de Causa en Común, el problema en Jalisco es que se ha consolidado un combo de impunidad: funcionarios cuyos incentivos es sólo mantener la parte administrativa de la justicia, donde se incluye un discurso pero no tener como meta la verdad o construir instituciones que cumplan con instituciones que sirvan; áreas auto referenciales que niegan la realidad de informes, percepciones y estadísticas para mantener imágenes unipersonales de quienes las dirigen; asunción de cooperación internacional, pero no para ser evaluados con altos estándares sino para ampliar oficinas o morgues, capacitar personal pero no sembrar buenas prácticas de cambio.
El informe de Causa en Común es una fotografía en tiempo real del daño que generan las omisiones en la procuración de justicia y de la situación de riesgo en las que se colocan muchos de nuestros derechos.
Ya no hay margen para improvisación ni simulación, ya no cuentan con nuestro silencio.