En Pie de Paz
Por Tanya Elizabeth Méndez Luévano / @Tan Meelu
En un mundo donde las tensiones, los conflictos, los feminicidios, las desapariciones forzadas y la guerra están formando parte de nuestras dinámicas de vida, el papel de la educación en la construcción de paz se vuelve fundamental. Las aulas no son simplemente espacios de aprendizaje; pueden ser ambientes poderosos para sembrar la resistencias de comprensión, de tolerancia, de afectos y de empatía. Es en este contexto que vemos surgir ese hilo esperanzador y poderoso que una a estudiantes, profesorado y comunidad en la búsqueda de un mundo más pacífico.
Este espacio se entrelaza en lo que yo llamo “Construyendo Comunidad de Paz”. No es solo un concepto abstracto; es una realidad que podemos volcarla palpable en nuestras aulas. El conocimiento desde las y los estudiantes y las y los profesores se convierten en el temple que pueda guiar nuestro andar hacia la paz. Al entender las realidades contextuales de nuestros estudiantes y comunidades, podemos abordar los problemas subyacentes que a menudo alimentan los conflictos y las divisiones.
Los vínculos desde la empatía se convierten en nuestra herramienta más poderosa. Cuando escuchamos y nos afectamos con las historias de nuestros/nuestras estudiantes, comprendemos las luchas que enfrentan y las esperanzas que albergan. Esta comprensión profunda nos puede ayudar a crear un ambiente donde se sientan acompañados/as para expresarse, para compartir sus preocupaciones y para aprender unas/unos de otras/otros.
En este proceso, la educación se convierte en más que solo transmisión de conocimientos; se convierte en una fuerza transformadora que desafía las estructuras de poder, de una academia que refuerza los lazos patriarcales y cuestiona las narrativas de odio, misoginia, discriminación y de violencia. Cada lección sobre respeto y aceptación, cada proyecto que celebra la diversidad, que desnaturaliza la violencia de nuestro territorio-cuerpo y emociones es una puntada para nuestro tejido de paz.
La construcción de esta comunidad de paz no puede ser un esfuerzo individual, sino un compromiso colectivo. Implica que todos/todas, desde la comunidad educativa escolar hasta alumnado y madres/padres y tutores, se involucren activamente en la creación de un entorno donde se fomente el respeto mutuo y se abracen las diferencias, las singularidades pero también los vínculos afectivos. Me vienen a la memoria las historias de violencia que reconstruyeron las televisoras y redes sociales una y otra vez acerca de la pelea entre las jóvenes en el patio de la escuela de Poncitlán, el bullying recreado y filmado entre estudiantes de prepa o el hostigamiento de profesores a estudiantes que urgía ser visibilizado. Es una tarea que no es fácil, pero que puede construirse más allá de las paredes del aula hasta extenderse a cada rincón de nuestra sociedad.
Pero más allá de las políticas y las estructuras, es esencial reconocer el poder del amor y la comprensión en este proceso. Todas y todos somos afectados cuando los gestos de amabilidad, palabras de aliento, son esas puntadas que hacen la parte fundamental de nuestro reconocimiento como personas. Les recomiendo un maravilloso documental que no deja de estremecerme “El sembrador” con la dirección de Melissa Elizondo Moreno vemos cómo un profesor rural hace de la escuela un espacio amoroso para las y los pequeños. En un mundo a menudo caracterizado por la violencia y la discordia, estas pequeñas acciones pueden parecer insignificantes, pero son las que finalmente transformarán nuestra realidad.
Construir una comunidad de paz, es recordarnos que cada gesto cuenta, cada palabra importa y cada persona es una parte valiosa del tejido social. Les invito a que desde este espacio nos sigamos tejiendo en conjunto. ZonaDocs dio la primer puntada, con un tema que nos convoca a todas y todos como futuros constructores de Paz. La paz es el camino para reconfigurarnos desde otras trincheras.
Referencias: El sembrador (México, 2018). Dirección: Melissa Elizondo Moreo.