En 2015 cuando Enrique Alfaro era alcalde, el hoy gobernador de Jalisco prometió dar respuesta a las inundaciones que ya eran un gran problema. Como lo retomara, en 2020, el portal partidero.com el líder moral de Movimiento Ciudadano en Jalisco declaró en una entrevista para el periodico Mural:
“Vamos a arreglar el problema, lo único que se necesita es atención. Lo que pasa es que son obras que a los gobernantes no les interesan porque no lucen, no son para salir en la foto”.
En la actualidad ya es Agosto de 2023 y solo en este temporal de lluvias ya han muerto 4 personas y hay una persona desaparecida después de haber sido arrastrada por la corriente.
Pasaron ya más de 7 años desde aquellas palabras en donde el hoy ocupante de Casa Jalisco resaltaba que el único problema era la falta de atención e interés. Hoy vivimos el quinto año de su sexenio al frente del Gobierno de Jalisco y lejos de reducirse las inundaciones, estas solo han aumentado. Como ejemplos están lo sucedido en recientes fechas en el municipio de Guadalajara donde 31 familias fueron afectadas por una inundación a causa de la falta de desazolve del canal Gómez Farías y también lo acontecido en San Pedro Tlaquepaque en donde las inundaciones afectaron al menos 515 viviendas.
En días recientes el SIAPA reconoció que es necesario renovar al menos una quinta parte de la red de tuberías de la ciudad de Guadalajara, por otro lado voces desde la academia han señalado desde hace años que la red de drenaje sanitario y pluvial tiene una gran cantidad de fugas por lo que se pierde al menos el 25% del agua. ¿Cuál ha sido la estrategia del actual gobierno para responder a estos dos grandes problemas del sistema de abastecimiento de agua potable? ¿Por qué en lugar de seguir alimentando la idea de nuevas presas y pozos (en acuiferos ya sobre explotados) no se ha hecho nada por remediar esta merma y este daño a la ciudad que representa la pérdida de miles y miles de litros de agua? De los hechos, los resultados.
La deforestación y la pérdida de masa arbórea en el Valle de Atemajac sin duda también tienen un impacto importante en que la magnitud de las inundaciones se vuelva mayor, esto porque ante la pérdida de áreas naturales en un juego de suma cero, que le deja el espacio al cemento y la urbanización; los caudales superficiales de agua se hacen mayores al no encontrar superficie favorable para absorberse. Casos como la tala de árboles adultos en el Parque San Rafael para construir infraestructura que no sirve para contener inundaciones o los desmontes en linderos del Bosque de la Primavera que luego ocasionan desbordes de arroyos como los sucedidos en en las colonias el Rehilete, Miramar y Arenales Tapatíos, que pese a sus grandes impactos para los vecinos de la zona en 2021, son solo la punta del iceberg de una gran problemática en todo el estado. No podemos permitir ni un centímetro menos de bosque en Jalisco.
Para entender y atender un problema primero hace falta reconocerlo, el gobierno de Jalisco entiende que algo anda mal con la red de drenaje pero apenas ha hecho poco o nada para abordar tímidamente el problema. Por otra parte desde la sociedad se suma la necesidad de mayor organización colectiva frente la problemática del cambio climático que si algo hará será agravar la problemática de gestión del agua. No solo pueden ser nuevos récords de temperaturas y olas de calor durante el estiaje como lo sucedido este año, también pueden significar tormentas con mayores precipitaciones en menor cantidad de tiempo, como también ya lo hemos vivido.
Frente a esto la ciudad de Guadalajara tiene que mejorar su capacidad para manejar aguas superficiales, misma capacidad natural del valle que ha sido en buena medida desmantelada al momento de realizar un crecimiento urbano desordenado en donde en gran cantidad de ocasiones se alteraron sin mayor conciencia niveles de suelos para fraccionar y se movieron o removieron arroyos y caudales de afluentes de diferentes cuerpos de agua como lo son los ríos Atemajac y San Juan de Dios en una buena medida para otorgarle espacio al automovil. Ese un vicio que debe de ser corregido en lo inmediato.
Habitar y conocer la geografía del valle donde ha crecido Guadalajara nos permite entender que el agua es un elemento central que marca los calendarios de la región y que al mismo tiempo establece puntos de referencia entre el Bosque de la Primavera y la Barranca de Huentitan. Las líneas que trazan los ríos, arroyos y afluentes son la pauta de unas subcuencas que hablan de bosques como el desparecido Santa Eduviges al Sur y decenas de arroyos soterrados como el de Barranca Ancha, El Arenal, El Chicalote, solo por mencionar algunos.
¿Que tendrá que pasar para que entendamos que borrar cauces de arroyos y ríos sólo está poniendo en riesgo vidas humanas en la actualidad y aún más el día de mañana? ¿Cuántas personas tienen que morir arrastradas por la corriente solo porque alguna autoridad decidió ver para otro lado ante un desmonte irregular en el Bosque? Rehabilitar arroyos y ríos para convertirlos en áreas verdes y zonas de recarga ambiental no es una locura, lo que es un despropósito y casi raya en una decisión criminal es dejar que las cosas sigan igual.