A un año de Cerocahui, luces y sombras 

Pesimismo Esperanzador

Por Jorge Rocha, académico del ITESO / @JorgeRochaQ

Ilustración: Vocaciones Jesuitas

Ya pasó un año de que Joaquín Mora, SJ, Jesús Campos, SJ y Pedro Palma fueron asesinados en Cerocahui en el estado de Chihuahua. Este trágico suceso mostró al menos dos grandes problemas, el primero es que la violencia en la Sierra Tarahumara en aquel estado norteño, estaba enquistada desde muchos años atrás y las comunidades indígenas sobrevivía de una u otra forma al control territorial de la delincuencia organizada. Luego de este hecho quedó claro que otras zonas indígenas de México también estaban en la misma condición, ya no sólo en la pobreza y en la marginación, también con el azote de los grupos delincuenciales. La segunda cosa que nos quedó clara, es que la espiral de la violencia en México dio un giro más profundo, ya que ninguna persona está exenta de ella. El asesinato de estos dos sacerdotes, que había entregado su vida a los pueblos indígenas Raramuri, que eran testimonio de coherencia en esas realidades, fue un mensaje contundente de que no sólo los “malos” están en riego, luego de Cerocahui es evidente que todas y todos estamos en riesgo. 

Desde el primer momento se dijo que José Portillo, alias “El Chueco” era el presunto perpetrador de estos asesinatos, sin embargo, el asunto concluyó con la muerte de esta persona que fue encontrada sin vida por las autoridades. Desde ese momento la Compañía de Jesús en México expresó su descontento, ya que una situación de esta naturaleza no se podía cerrar de esta forma. Lo que hay final tuvimos es un proceso de justicia inconclusa, donde no hubo derecho a la verdad, no se reparó el daño, no se establecieron medidas de no repetición y tampoco se estableció una pena justa y proporcional al delito. 

Ahora bien, ¿que ha pasado después de esta tragedia? desde mi particular punto de vista persisten dos sombras y hay una luz. La primera de las sombras es que la situación en la Sierra Tarahumara y en otras zonas indígenas del país no mejoró de un año para acá, los problemas siguen más o menos igual, la pobreza no se ataja, la marginación persiste, el racismo se mantiene, no hubo cambios en las políticas públicas hacia los pueblos y comunidades indígenas y los grupos de la delincuencia organizada siguen controlando territorios donde están asentadas estas personas. Hubo mucha indignación, la agenda indígena volvió a tener protagonismo, pero las cosas no cambiaron.

La segunda sombra es que la estrategia de seguridad a nivel nacional no cambió un ápice. El gobierno federal en lugar de rectificar su forma de actuar frente a este grave problema, se encaró con sus críticos y generó una serie de descalificaciones infundadas hacia obras de la Compañía de Jesús y a otros actores sociales que luego de varios años, han mostrado evidencias sólidas de que la forma como el presidente enfrenta el problema de la violencia y la inseguridad en el país claramente no da resultados. Aunque hay algunos avances menores, el país sigue instalado en una meseta alta de homicidios, la desaparición de personas se incrementa, los hechos violentos se multiplican y cada vez hay más territorios donde la delincuencia manda.

Sin embargo hay luces, una de ellas y de las más fuertes, es la iniciativa que conducen la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM) y la Provincia Mexicana de la Compañía de Jesús de realizar miles de conversatorios a lo largo y ancho de México, foros sobre seguridad y justicia en todos los estados del país y la construcción de una agenda nacional de paz, que se comenzará a confeccionar a finales del mes de septiembre en la Universidad Iberoamericana en Puebla. Este es un esfuerzo ciudadano, es un espacio democrático y no tiene mayor intención que impulsar un gran proceso de pacificación y de reconstrucción del tejido social en nuestro maltrecho país. La sangre de los mártires siempre da frutos, quizá este sea uno de ellos. La paz siempre se construye desde abajo, desde la sociedad que se da a sí misma una nueva forma de relación, no desde la violencia, sino desde la convivencia pacífica e igualitaria. Ahora toca subirse a estos esfuerzos.

Correo electrónico: jerqmex@hotmail.com

Comparte

Pesimismo esperanzador
Pesimismo esperanzador
“Pesimismo esperanzado” es una columna escrita por Jorge Rocha, Profesor e investigador del ITESO.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Quizás también te interese leer