Reseña
Ruido, la más reciente obra de la cineasta Natalia Beristáin, es un retrato digno de la red que han construido las mujeres que buscan a algún ser querido en México. Hermanas, esposas, hijas, abuelas, y en este caso una madre que además de la desaparición de su hija, se enfrenta a la justicia mexicana que más allá de hacer su trabajo, entorpece su camino para encontrarla.
Cuando Beristáin concluyó la posproducción de Ruido, en diciembre de 2021, el registro oficial de personas desaparecidas en el país era de 90 mil, poco más de un año después, en su estreno en México -este enero de 2023-, la cifra aumentó a más de 19 mil personas; es decir, en México hay 109 mil personas desaparecidas.
Por Leslie Zepeda / @lesszep2
Es imposible ignorar las decenas y decenas de fichas de búsqueda que hay en en las calles de esta ciudad, este estado y este país con los rostros de personas desaparecidas. Sin embargo, pocas veces vemos frente a nosotres la mirada de incertidumbre, dolor y rabia de las madres y mujeres buscadoras. Esto es lo que logra Ruido, el último filme de Natalia Beristáin, un trabajo de cara a ellas, una realidad que viven miles de mujeres en México.
Ruido fue producida por Netflix y grabada en medio de la pandemia durante el 2020, además apenas realizaron su estreno mundial fue galardonada con el Premio de la Cooperación Española del Festival de Cine de San Sebastián, el pasado septiembre de 2022.
Asimismo, Ruido es ya el tercer largometraje de Natalia Beristáin con películas anteriores como Los adioses (2017) y No quiero dormir sola (2012). Además, por primera vez en su trabajo, la madre de la directora, la actriz Julieta Egurrola es quien interpreta al personaje principal, lo que le otorga una sensibilidad superior, necesaria para la complejidad de su papel.
En ella, Natalia Beristáin cuenta esta historia a través de Julia, el personaje principal de la película, una mujer mayor, artista, que vive en la Ciudad de México y que busca a su hija, una joven psicóloga de 25 años que desapareció nueve meses atrás mientras estaba de viaje. Una historia que se repite hasta 109 mil 911 veces en el país según los datos más recientes del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO).
A pesar de la gran magnitud que pueden ofrecer las cifras, esta película busca humanizar los números de desapariciones; es decir, reconocer que de por sí de una cifra abismal de personas desaparecidas, en cada uno de esos números hay una historia de dolor, rabia, incertidumbre, abandono del Estado y la sociedad, así como corrupción por parte de las autoridades responsables de atender esta problemática.
Y es que todo lo logra principalmente a través de Julia, y la empatía que logra generar hacia su lucha, ya que este filme representa la realidad que día a día exponen las noticias en México: la desaparición de personas como punta del iceberg, pero un cúmulo de violencias, como la criminalización hacia sus seres queridos por suponer que “algo hicieron para ser desaparecidos”, la negligencia e insensibilización de las autoridades, la falta de capacidad de autoridades de diferentes niveles por atender esta crisis.
Un funcionario público que presta más atención a su celular que al dolor del padre y madre de Ger, como la nombra con cariño su madre durante el desarrollo de la película, así es como como da inicio Ruido, ante el hartazgo de Julia por ver cómo la carpeta de investigación de su hija ha pasado hasta por tres fiscales diferentes en tan sólo nueve meses. Por ello, decide buscarla por su propia cuenta, después de darse cuenta de que Ger no está siendo buscada por nadie, al menos no en vida.
Así, Beristáin cuenta a través de Julia el protagonismo que toman las mujeres en la búsqueda de sus seres queridos, lo que no significa que no haya padres buscadores, sino que atienden otro rol ante estos casos, como responsables del sustento económico. De tal forma que remarca la unión, los lazos que tejen entre todas, no sólo entre las madres buscadoras, sino en las feministas que las acuerpan en las acciones que deciden emprender; la fuerza y resistencia de todas es lo que va guiando el filme.
Incluso, la película es tan cercana a la realidad que llega a tener matices de documental, sobre todo con la participación del colectivo Voz y Dignidad Por Los Nuestros San Luis Potosí que agrupa hasta 300 familias que buscan a un ser querido. La intervención que tuvieron es primordial para dignificar a las madres buscadoras, y es que no son solamente víctimas que sufren, sino sobrevivientes que ríen, luchan y construyen entre ellas una red de apoyo.
Precisamente, ante el golpe de realidad que genera Ruido, no hay palabras que alcancen a describir todo lo que narra; sin embargo, como su título lo manifiesta, el ruido que ha ocasionado su estreno en México ya representa el movimiento, el resonar que buscaba la directora con su creación. Porque sin dudarlo, en 104 minutos genera un sinfín de emociones como espectadora, y es que es imposible controlar el aumento de los latidos, la preocupación y, naturalmente, las lágrimas.
Por ello, de cara a la crisis que viven las madres y familias buscadoras en este país, y que a diferencia de nosotres como espectadores no culmina en 104 minutos, Ruido de Natalia Beristáin es el acercamiento humanizado y dignificado a una problemática que parecería lejana a cada une, pero que como ella lo enfatiza, nos podría suceder a cualquiera de nosotres. No hay por qué esperar ser una cifra más de desapariciones para solidarizarse con las y los sobrevivientes.