Medios Aliados
Por Alejandro Castro / Causa Natura
En las noches de octubre, con luna resplandeciente, unas 20 tortugas marinas de la especie Golfina (Lepidochelys olivácea) salen diariamente a los arenales de las playas de La Barra de Santa María Colotepec, Oaxaca, para depositar sus huevos.
Enterrados a más de 40 centímetros, éstos deberían eclosionar en un periodo aproximado de 50 días, para cumplir con el ciclo de reproducción de esta especie que se encuentra en peligro crítico de extinción, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Pero el ciclo de reproducción no se cierra. Apenas las tortugas depositan los huevos, un grupo de personas extraen todos los que pueden. Los conocen como los “hueveros” o “depredadores”.
Sergio Ordaz, integrante del Campamento Comunitario Bocabarra de Colotepec, sostuvo que en ocasiones se roban más de la mitad de los nidos, cada uno con entre 90 y 120 huevos.
“A veces tenemos 20 ó 30 anidaciones en una noche, y de esos rescatas a veces 10, a veces 15. Lo demás se lo llevan los depredadores”, contó a Periodismo CN.
El tráfico de huevos de tortuga es común en la costa de Oaxaca desde hace décadas, pero la crisis económica derivada de la pandemia de Covid-19 agravó la situación.
En el caso de Santa María Colotepec, explica Ordaz, algunos huevos se distribuyen de manera local, pero la mayoría de la comercialización ilegal en todo el litoral de Oaxaca termina en el mercado de Juchitán, en la región del Istmo.
Ahí es común encontrar huevos a la venta o platillos preparados con ellos. Cuando la oferta es alta, el precio es incluso más bajo que el del huevo de gallina producido en granja.
Las aguas del Pacífico mexicano son uno de los territorios de mayor abundancia de tortugas golfinas en el mundo, en particular la zona costera de Michoacán y Oaxaca, de acuerdo con el Programa de Acción para la Conservación de la Especie, elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Se encuentra en veda permanente. Su captura está prohibida, así como su aprovechamiento y la extracción de sus huevos, inclusive para autoconsumo, según lo dispuesto en la Norma Oficial Mexicana 059-Semarnat-2010.
Sin embargo, la autoridad está ausente en la zona, refiere el activista. La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), institución encargada de inspeccionar y sancionar delitos ambientales, prácticamente no tiene presencia en el lugar, mientras que la policía municipal se presenta de manera esporádica.
“Luego se les se les avisa, ‘mire vengan porque pues andan los depredadores’, y y pues muchas veces sí acuden, pero pues no como hacer los rondines constantemente, no caminan, ellos llegan a la orilla de playa, se quedan viendo para un lado y para otro y ya luego se retiran. Los depredadores nada más se esconden un rato y luego vuelven a salir”, indicó en entrevista.
Poner el cuerpo para defender las tortugas
Sergio Ordaz se dedica a la pesca ribereña durante el día. Por la noche, hace rondines para resguardar huevos de tortuga durante la temporada que va de julio a enero. Cuando logra ganar un nido a los “hueveros”, los saca y los lleva a un corral seguro.
El Campamento Comunitario Bocabarra de Colotepec, recordó, fue fundado hace poco más de nueve años, cuando la comunidad se vio amenazada por la posible privatización de la playa donde salen a pescar. Los pescadores se organizaron y, desde entonces, se han enfocado en cuidar a las tortugas que llegan a esos arenales.
No obstante, en repetidas ocasiones se enfrentan a agresiones por parte de los comerciantes ilegales de huevos.
“No les gusta que estemos nosotros ahí, luego te quieren golpear, pero nosotros hemos optado por no confrontar, seguimos adelante. Ya si se rescatan dos nidos y se van al corral de anidación ya es bueno, pero sí, el peligro está para los que hacemos monitoreo”, afirmó.
El campamento cuenta con 30 personas. Todas trabajan de forma voluntaria.
“Nos va tocando a dos o tres compañeros, y así sucesivamente hacemos el monitoreo, independientemente del trabajo que tengas todo el día, en la noche, si te toca ir a monitorear, pues tienes que ir”, agregó Ordaz.
La madrugada del 23 de abril de 2019 un grupo de sujetos –plenamente identificados en la comunidad– prendieron fuego al campamento y agredieron a dos hombres que resguardaban el lugar. Hasta el momento, los responsables no han recibido sanción, expuso Sergio Ordaz.
La importancia de conservar
El campamento de Boca Barra libera alrededor de 3 mil crías de tortugas cada temporada. De acuerdo con la organización Oceana, el promedio de supervivencia de las tortugas marinas es bajo, de ahí su situación crítica en el planeta: de cada mil crías, solamente una llega a la edad adulta.
Además de los traficantes de huevos, las tortugas enfrentan otras problemáticas relacionadas con la actividad humana.
Una de las principales es la perturbación de las playas, con infraestructura turística, luces y ruido, indicó Gisela Maldonado Saldaña, especialista en tortugas marinas. También la modificación de las condiciones físicas de las playas, como la compactación de las dunas o la remoción de vegetación.
El calentamiento global es otro fenómeno que juega en contra, pues la destrucción de hábitats a causa de desastres naturales o la modificación de las temperaturas de la arena tiene repercusiones en la reproducción de estas especies.
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Este texto se publicó originalmente en Causa Natura: