Desde Mujeres
Por Sandra Judith Gómez /@SandraJudithG / @DesdeMujeres
Pocas veces nos detenemos a pensar en la vida de la mamá de nuestra mamá y quien lo hace la mayoría de las veces removerá historias de una crueldad y tristeza difícil de comprender. Lo que daríamos por tener el poder de evitar esas historias aunque al hacerlo quizás se borraría nuestra propia existencia. Algo todavía más cierto es el alivio que le sigue al entendimiento: mirar al pasado para comprender el presente, conocer de dónde viene no sólo el tono de piel y cabello sino también la forma en que vemos y sentimos el mundo.
El viaje al pasado a través de las fotografías y las historias que van de voz en voz como catarsis y paliativo de los demonios actuales, puede ser también el recuento de las vidas de muchas mujeres que sufrieron el desprecio y vejación de épocas pasadas, pero no tan lejanas, cuando la misoginia y el más crudo machismo estaba tan normalizado e integrado en los usos y costumbres. Es también mirar en retrospectiva para reconocer a las tantas mujeres, madres y abuelas que con pequeños actos resistían y cuestionaban, ellas que sin saber iniciaron lo que creció como bola de nieve para darnos la libertad que hoy tenemos.
Mucho hemos avanzado como sociedad en cuestión de equidad e igualdad de género, principalmente para el reconocimiento de los derechos de las mujeres; sin embargo, las cifras sobre feminicidios, desaparecidas y en general sobre violencia en contra de las mujeres siguen siendo demasiado altas y desesperanzadoras.
Las pláticas con mis tías-abuelas, tías y con mi madre me han convencido de que a la par de las luchas políticas y sociales a favor de los derechos de las mujeres, podemos también sanar las heridas internas. Heridas y resentimientos que sin saberlo adoptamos y arrastramos cómo cadenas de fidelidad familiar. Una forma de hacerlo, de sanar y luchar, es indagar en la vida de las bisabuelas, materna o paterna, de ambas partes llevamos genes y quizás hasta algunas de sus manías.
Entender con respeto su historia, hasta llegar a sentir y pensar -yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo- porque habría tenido tus mismos padres y vivido en el paradigma de la época, es reconocer e integrar en nosotras aquello que queremos dejar atrás porque no sirve más y lo que llevaremos con contento y orgullo porque es el impulso de lucha que honra el paso por el mundo de nuestros ancestros.
