Maroma
Por Michel Gutiérrez, Integrante de Maroma: Observatorio de Niñez y Juventud
En días pasados éramos testigos de un evento trágico dentro del futbol mexicano contemporáneo. En el estadio La Corregidora en Querétaro una violencia desbordada hacia cualquier fanático del equipo contrario. Había mujeres, niñas, niños, adultos mayores, adolescentes y jóvenes. Es decir, no hablamos de los típicos integrantes de una barra que acalorada u alcoholizada se dejaban ir a los golpes por defender a su partido. Aquí, gracias a la documentación de todos los vídeos fuertes e imágenes brutales, pudimos ver la tremenda organización tanto de los guardias del estadio, como los fanáticos del Querétaro y la misma policía inepta que solo servía a los intereses de este grupo armado y organizado.
Centenas de ciudadanos quedaron a merced de su suerte, muchos fallecieron, muchos otros pudieron encontrar cobijo en los vestidores o en el campo, rogando porque todo terminara. Sintieron el terror y la impotencia de no contar con ayuda de nadie, ni del gobierno de ese estado, ni del propio, porque el gobernador de Jalisco solo salió a tratar de vender la versión de que no había muertos, y que estaban siendo trasladados a los hospitales más cercanos, según la versión del mismo gobernador de Querétaro. Quien está por demás decirlo, para nada asumirá la realidad, porque ello podría tener repercusiones tanto para el equipo, como para el cuerpo policíaco, y hasta para su gobierno.
Es triste ver, como sin importar el espacio en que las personas se encuentren, siempre estarán sin cobijo, sin ayuda. Cuando el Estado se olvida de garantizar su seguridad y por el contrario promueve situaciones de transgresión, no tenemos un lugar. Así sea en Jalisco o Querétaro o en cualquier otro estado.
Lo cual nos lleva a la reflexión ¿Por qué permitimos tantas violencias? En redes sociales, todos quedaron impactados y consternados, todos sin importar el equipo al que apoyaran, reprobaron esos hechos violentos.
Sin embargo, poco es el seguimiento que se les da a los familiares en Querétaro, donde por cierto mencionan que si hay fallecidos, contrario a la versión oficial. La marcha pacífica realizada ayer miércoles de la minerva al estadio Jalisco, para exigir justicia, tuvo poca afluencia menos de 1000 personas. No solo podríamos pensar que estamos desamparados cuando el Estado nos violenta, lo cierto es que somos nosotros quienes nos olvidamos de hacer redes, de acompañarnos, de ser una voz y marcar la agenda en las necesidades de primer orden, porque el gobernador se le olvida.
Seguimos segmentados como sociedad creyendo que hay causas que no son nuestras y no debemos lucharlas. Estamos todos en el mismo estado jodido y maltratado, nos necesitamos para hacer frente a las injusticias.
Aunque yo no sea fanático del futbol, aunque yo no tenga un familiar desaparecido, aunque no haya sido mi hermano al que la policía paró y agredió arbitrariamente, aunque no se hayan metido a mi casa a robar, aunque yo no sea campesino, aunque yo no forme parte de una comunidad que lucha por las aguas de su territorio, aunque no tenga amig@s trans, aunque yo me sienta alejado de cada causa que se libra actualmente, porque el silencio nos hace participes, nos involucra en las violencias perpetuadas, porque de eso se sirve el Estado, de la pasividad de la gente, de saber que somos expertos en calificar o justificar algo, en volvernos fríos y sin empatía ante el dolor ajeno. Se nos olvida que por ello la impunidad y la injusticia crecen y en algún momento nos devorará a nosotros.
Cuando pese a toda crítica las feministas del colectivo Yo Voy 8M y aliadas, apostaron por colocar en la marcha del 8m a las disidencias al frente, a los familiares de las y los desaparecidos, a las trabajadoras sexuales y a las trans, queda claro que entendieron el mensaje, más de 15mil personas entendieron que somos parte del mismo engranaje problemático, tenemos que hacer frente unid@s, acuerpando verdaderamente en el riesgo que es la calle, y aunque el camino es largo en cuanto a lo que hay por hacer, al menos se empieza por reconocer y estrechar los lazos, no nos quedamos sin lugar, cuando ese lo hacemos nosotr@s, estando aquí para tod@s, porque la lucha es de tod@s.