Oxímoron / Mamá Cósmica
Por Andy Hernández Camacho, coordinadora de La Mamá Cósmica
@andybrauni/@lamamacosmica
El embarazo y el postparto es un momento de enorme cambio no sólo físico, sino también psíquico y emocional. Cambian radicalmente nuestros intereses, comenzamos a meternos de lleno en el “mundo bebés” y también tenemos menos energía disponible para lo que ocurre afuera. Surge una especie de necesidad de anidar y poner la energía en nuestra gestación.
Amigxs y otros vínculos notan este cambio, y también puede ocurrir a la par que se da una fascinación o enamoramiento por “la panza” que hace que esto se compense. Pero, otras veces no ocurre esto y empiezan las distancias e incomodidades aún en el embarazo…
Y qué cierto es esto…recuerdo que, cuando anuncié que estaba embarazada los mensajes de amor, apoyo y de alegría compartida no se hicieron esperar, jamás imaginé que tantas personas se alegrarán con nosotrxs por una noticia que a mi aún me asustaba. Pero para ser sincera justo esas muestras de afecto me hicieron sentirme acompañada…
Sin embargo cuando Nicolás aterrizó en este plano, un sentimiento de vacío y soledad se instaló tambiñen, sensaciones que ya había escuchado de otras mujeres, familia y amigas que se convirtieron en madres antes que yo, pero que sinceramente no comprendía…hasta que me tocó experimentarlo. Me encontré inmersa en un “loop” de teta, pañales, horas en vela y la añoranza del sueño…Lo más duro era darme cuenta (gracias a las redes sociales) que la vida allá afuera, lejos de los llantos, las canciones de cuna y los pezones agrietados seguía su curso….y yo prefería no enterarme.
Y es que un día despiertas en medio del llanto de un pequeño ser que te recuerda que tus horarios ya no son compatibles con los horarios de la salida con las amigas, de las fiestas hasta el amanecer… y en lo personal me pasó que me costaba muchísimo siquiera situar a Nico en mi vida pasada. Las actividades que hacía antes, no podía (o no quería) hacerlas ahora. Siempre cansada, sin tiempo siquiera para un baño largo (olvídate de “arreglarte”) y más que nada no podía descifrar cómo hacerlo.
La realidad es que si en el embarazo estamos con menos energía en el afuera, en el puerperio es bebé quién se queda con toda nuestra disponibilidad física…emocional… y somos nosotras quiénes necesitamos que nos cuiden, que nos entiendan y nos acompañen. Es un momento de enorme cambio en nuestra identidad, no somos las mismas de ayer, pero tampoco nos reconocemos en la de hoy.
Y en medio de ese mar de sentimientos encontrados, mientras comprendía todo lo que la maternidad me estaba dando y quitando al mismo tiempo, comencé a buscar espacios de contención, de empatía y de desahogo, poco a poco me encontré arropada por una tribu de mujeres madres (y no madres también) y padres que compartían desde la experiencia, de lo que vivían o habían vivido en el complejo camino de la crianza. Estas nuevas amistades y una tribu de maroridad* me salvaron en muchos sentidos, pero sobre todo al fin respire aliviada porque NO estaba sola, no era la única que sentía culpa (todos los días), que pensaba con nostalgia en su vida antes de la maternidad, que la mayoría del tiempo no tiene idea de lo que hace…y además que no juzgaban, simplemente me escuchaban. Lxs amigxs del pasado parecían cada vez más lejanos, y cómo no si ellxs no tenían idea del torbellino que estaba viviendo.
Y mientras reflexionaba en tribu con mujeres y personas que eran iguales a mí comencé a cuestionar también la idea de amistad y los vínculos que construimos, pero especialmente a preguntarme: si entonces ahora ¿solo nos juntamos entre iguales? Porque para ser sincera por mucho tiempo me sentí enojada, abandonada, decepcionada y hasta traicionada por lxs amigxs que parecían haber dejado de figurar en mi vida y la de Nicolás.
Sin embargo desde hace algunos meses empecé a darme cuenta de que la nostalgia por mi vida antes de la maternidad y del niño astronauta, venía acompañada de añorar, de extrañar a esxs amigxs y que más allá de saberles bien a través de una red social o algunos mensajes, sentía la necesidad de conectar con ellxs, de compartir, de hablarles de todo lo que maternar me ha movido, de Nicolás y el aprendizaje que no acaba (sobre todo el mío), de reconstruir los vínculos que aún existen, porque con el oxímoron de maternar también voy descubriendo que todas las relaciones son polifacéticas, complejas, con matices y sobre todo con la capacidad de transformarse…
Poco a poco lo he hecho a través de mensajes, audios eternos y de vernos otra vez entre chelas y recuerdos…aún hay una lista de personas que me encantaría tener cerca otra vez y estoy en ese proceso…En estos reencuentros voy entendiendo también que en su momento tampoco supe como estar cerca de ellxs. Pero no nos culpo, porque, si no hay manuales mágicos para la maternidad y la crianza, porqué pensaríamos que existe el ABC para acompañar a una madre nueva, me parece que hicimos lo que en su momento fue necesario para que en algún momento pudiéramos abrazarnos otra vez.
Y todo esto me hace pensar que la idea de amistad que hemos aceptado como única y absoluta, como dice Mafe Cardona (lamalamama) en su texto: La amistad y eso que se transforma cuando tenemos hijes “Es esto lo que me hace pensar que la amistad no es que otro tipo de amor romántico. No es estar siempre. No es responder a todos mis llamados. No es prometer incondicionalidad. La amistad, podría ser, estar siempre que podamos, dentro de nuestras posibilidades, disposiciones y deseos. La amistad también tiene que ser deseada, elegida”.
Y no podría estar más de acuerdo, porque debemos ser capaces de elegir y asumir los vínculos que vamos construyendo, pero sin que esto se convierta en un mandato y que sea una decisión genuinamente de estar y acompañar en las miles de maneras que esto puede representar. Y que está bien que así sea, porque a las amistades también se puede renunciar y/o reconfigurarlas, para construir otras formas de apapacharnos, a la distancia y también en la cercanía.
Hoy valoro muchísimo a lxs amigxs que siguen estando, que me han abrazado, con todos mis cambios, mis nuevas perspectivas y que también me han permitido abrazarles. Sobre todo GRACIAS amigxs por aventurarse a reconstruirnos desde la empatía y por el esfuerzo que conlleva buscar maneras de estar cerca y acompañar y porque aunque quizás no lo sepan, ustedes me recuerdan que mucho de la Andy antes de ser mamá sigue ahí. LES QUIERO INFINITAMENTE.
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Madrebulario (@madrebulario). 9 de diciembre de 2021. Solidaridad, empatía y conexión brutal entre madres (aunque se acaben de conocer) por el simple hecho de ser madres. https://www.instagram.com/p/CXQRU2vKdPu/
*Cardona, Maria Fernanda. 2022. La amistad y eso que se transforma cuando tenemos hijes. La Mala Mamá. Recuperado de: https://lamalamama.co/la-amistad-y-eso-que-se-transforma-cuando-tenemos-hijes/