Aunque a veces lo parezca, el dinero no es el único medio para satisfacer las necesidades de las personas. El trueque, una práctica ancestral que ha vuelto como economía alternativa, es una de esas otras opciones para conseguir aquello que deseamos o necesitamos, para reducir la producción de basura e, incluso, para fortalecer comunidades.
Con ese postulado anticapitalista el Club de Trueque de la Zona Metropolitana de Guadalajara organiza eventos y gestiona un grupo virtual en el que todas las personas pueden participar.
Texto por Ximena Torres / @ximena_tra
Fotografías Facebook Club de Trueque de la Zona Metropolitana de Guadalajara
La emoción es inevitable al imaginar un lugar en el que, sin gastar un solo peso, es posible conseguir casi cualquiera de los objetos que queremos o necesitamos. Para algunas personas deshacerse de aquellas cosas que hace años o, incluso, nunca han usado, -pero tiene guardadas-, también implica satisfacción.
Ese lugar que parece de fantasía es posible, pero más que un lugar es una comunidad, es el Club de Trueque de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Y más allá de la emoción que da conseguir lo que deseamos a cambio de lo que ya no nos sirve, los trueques son un sistema que puede alentar un consumo más responsable y solidario.
Esas transacciones de objetos —útiles, en buen estado y que funcionen— sin dinero se dan desde hace nueve años en el Parque del Refugio. Es ahí donde el Club de trueque organiza sus eventos. La mañana del último domingo de cada mes, sobre las mantas extendidas en el piso se pueden encontrar objetos de casi todas las categorías nombrables: latas de atún, frutas, pantalones, lavadoras, relojes, juguetes, libros, salas, refrigeradores y más.
Para quien prefiere no asistir a los eventos o quiere intercambiar cosas que por su tamaño y peso sería muy difícil llevar al Refugio, existe el grupo de Facebook llamado “Club de Trueque Zona Metropolitana de Guadalajara: Economías Alternativas”, con más de 9 mil 400 miembros.
“Mucha gente va a los eventos con la idea de que solo va a encontrar chacharas, pero no. A muchas personas incluyéndome a mí nos ha tocado cambiar cosas completamente nuevas porque sus dueños anteriores no las necesitan ni las quieren utilizarlas” explica Marco Guzmán, uno de los organizadores y fundador del Club.
Los límites del “juego”, como le llama Marco, son pocos. Se ofrece lo que ya no se tiene a cambio de lo que se necesita. No se pueden truequear animales, armas, contenido erótico explícito, ni drogas, incluyendo las legales como medicina, alcohol y tabaco. Cuando un aparato electrónico forma parte de un intercambio, la persona que lo ofrece debe dejar sus datos para poder contactarle si el equipo presenta fallas que no fueron advertidas.
La iniciativa no suena ni es nada nuevo. El trueque es una práctica ancestral que en la época prehispánica representó el método principal de comercio. De ahí surgieron los tianguis y en algunos se han conservado la tradición hasta la actualidad.
El “mercado de trueque” de San Pedro Cholula, Puebla es uno de ellos. Ahí la gente se reúne para hacer intercambios desde hace más de 200 años según el trabajo de grado de la comunicóloga Náyade Rodríguez, para la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Sin embargo, en las ciudades y en la mayor parte del mundo el sistema económico cambió para adaptarse a las monedas y al capitalismo. Se deshumanizó opinan desde la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria en España. Hubo que mirar hacia atrás para reencontrarse con las economías que ahora se llaman “alternativas”. Entre ellas, el trueque, las escuelas de habilidades, donde la gente intercambia saberes, o los bancos de tiempo, para ofrecer horas servicios diversos.
“Sabemos que no inventamos el hilo negro. Por eso yo creo que siempre es bueno tener al menos un ojo en el pasado. Ver atrás para saber qué sigue funcionando y volverlo utilizar” agrega Marco.
La Red intercontinental de promoción de la economía social solidaria (RIPESS) asegura que la explosión de las prácticas como el trueque se deben al deterioro de las condiciones de vida de la población mundial, cada vez más empobrecida y desigual. También, a que las relaciones sociales están cada vez más al servicio de los ciclos explotadores del capitalismo y a la “degradación ambiental profunda” causada por el consumismo.
En este contexto global han surgido las iniciativas de economía comunitaria, basada en la solidaridad, que en realidad recobran prácticas atemporales y se adaptan a la tecnología actual para alcanzar mayor potencial. Por eso, además de los encuentros presenciales existen los grupos en línea como los del Club de Trueque.
Finalmente, la RIPESS define las economías solidarias como “una alternativa a la economía de mercado del capitalismo. Aspiran a un cambio sistémico para construir una economía y una sociedad al servicio de la gente y del planeta”.
Por eso el trueque tampoco es algo del pasado en los contextos de mayor vulnerabilidad económica. Por ejemplo, según reportó el Radio Programas del Perú en agosto de 2021, la crisis económica por la COVID-19 ha provocado que muchas personas en Argentina vuelvan a organizarse para intercambiar productos de primera necesidad.
El mismo pensamiento anticapitalista es el que dio origen al Club de Trueque de la Zona Metropolitana de Guadalajara en 2012.
“La acumulación del dinero desmedida era lo que más nos molestaba. Tampoco estábamos contra el dinero, pero queríamos probar que hay otros sistemas en los que todos pueden participar”, explica Marco, quien antes formaba parte de la Red de Economía Solidaria de Guadalajara, en donde le compartieron todas las ideas que ahora aplica en la comunidad que fundó.
En el blog que aún existe de esta Red, defienden el siguiente principio: “para satisfacer nuestras necesidades existen muchos medios, el dinero es solo uno de ellos”.
Ese postulado impulsa otra de las reglas del Club, al hacer trueques no hay que hablar del precio monetario de las cosas. La invitación es valorar los objetos por la utilidad que pueden tener para las personas.
“Tú puedes pedir lo que quieras por tus cosas, pero hay que pensar, si estuviéramos en un desierto, tú tienes sed y yo tengo agua, eso puede valer más que millones de dólares. Entonces el trueque funciona para cambiar el chip sobre el valor de las cosas” dice Marco Guzmán.
Con esa autonomía para establecer valores “la gente común tiene un rol activo en determinar el curso de todas las dimensiones de la vida humana” agrega la RIPESS.
El organizador explica que también se hacen trueques para fortalecer los lazos comunitarios. Que entre vecinos se conozca lo que hace y sabe cada uno o una puede funcionar para resolver problemas y necesidades.
Por último, intercambiar objetos es una forma de alargar su vida útil y con ello producir menos basura. Greeanpeace México asegura que 60% de los Gases de Efecto Invernadero son causados por el consumo excesivo e innecesario, es decir, el consumismo. Por lo tanto, los trueques son una manera de responder al problema de manera colectiva.
Debido a la pandemia de COVID-19 los eventos del Club de Trueque en el Parque del Refugio se han detenido. El próximo estaba planeado para el 30 de enero, pero los organizadores decidieron posponerlo. Aun así, en el grupo de Facebook los intercambios siguen. Puedes unirte esta comunidad virtual en el siguiente enlace: https://www.facebook.com/groups/724127007611809/
“A mí me encantaría invitarlos a todos a que se unieran a esta comunidad. Este también es un buen ejercicio para desentilicharse, conseguir cosas nuevas, generar comunidad, ahorrar dinero e intentar darles el máximo uso a las cosas” finaliza el fundador el Club.