En Guadalajara, la población adulta mayor creció hasta representar el 14% de sus habitantes, pero la ciudad aún no está diseñada para sus necesidades. El Laboratorio del Hábitat para Personas Mayores del ITESO investiga cómo la planeación urbana y las viviendas pueden mejorar su calidad de vida, promoviendo la autonomía e inclusión.
Alejandro Pérez Duarte Fernández y Rocío Enríquez, académicos del ITESO, explicaron que la falta de infraestructura accesible, la gentrificación y la inseguridad afectan a este sector, mientras que el Estado, la ciudadanía y las familias deben asumir un papel clave para garantizar un envejecimiento digno.
Por Vanessa Briseño / @nevervb
La ciudad envejece junto con quienes la habitan, pero no siempre lo hace de manera incluyente. Aunque en México la población adulta mayor crece aceleradamente, los entornos urbanos y de vivienda siguen sin responder a sus necesidades, limitando su autonomía y bienestar. El Laboratorio del Hábitat para Personas Mayores del ITESO se ha dedicado a estudiar este problema desde una perspectiva gerontológica, analizando cómo el diseño de los espacios puede facilitar o restringir la vida cotidiana de este sector de la población.
En entrevista con ZonaDocs, Alejandro Pérez Duarte Fernández, coordinador del laboratorio, y Rocío Enríquez, académica del ITESO y colaboradora del proyecto, reflexionaron sobre los desafíos que enfrentan las ciudades para convertirse en entornos verdaderamente accesibles y dignos para las personas mayores, señalando el papel clave que deben asumir tanto el Estado como la ciudadanía en esta transformación.
Alejandro explicó que la iniciativa para trabajar en el tema surgió del análisis de estadísticas demográficas que muestran un avance significativo del envejecimiento poblacional en diversas regiones del mundo, “y que está alcanzando a América Latina”. Explicó que algunos autores consideran que un país envejece cuando más del 14% de su población se conforma por personas adultas mayores, umbral que ya han superado hace mucho tiempo países como Japón, Italia, pero más recientemente Chile y Brasil. En el caso de México, señaló que se espera que alcance esta categoría en el próximo censo, a finales de la década, aunque el municipio de Guadalajara ya registra un 14% de población adulta mayor, según el último censo 2020. Ante esta tendencia, el proyecto busca anticiparse a los retos que implica este cambio demográfico, particularmente en el entorno urbano y habitacional.
El laboratorio inició en 2019 con el propósito de analizar el hábitat desde distintas escalas: la metrópoli, las colonias y el espacio doméstico. También trabajan con campus universitarios para hacerlos más amigables con las personas mayores, promoviendo no solo accesibilidad, sino un ambiente que responda a una nueva cultura del envejecimiento. Destacó que el laboratorio explora particularmente en las universidades el encuentro intergeneracional, con el objetivo de generar espacios donde las personas adultas mayores puedan desenvolverse fortaleciendo sus redes de apoyo con personas jóvenes, y que a su vez, los jóvenes tomen conciencia de su propia longevidad.
Alejandro explicó que, en México, aún no se ha desarrollado una política urbana con una mirada gerontológica clara. Sin embargo, destacó que en 2018 Guadalajara fue uno de los primeros municipios del país en adherirse a la Red Mundial de Ciudades y Comunidades Amigables con las Personas Mayores, un programa de la OMS desde 2007 en el que hay un compromiso de los gobiernos locales para implementar mejoras continuas en diversos ámbitos, como programas de apoyo y de fomento a un envejecimiento activo y saludable.
Posteriormente otros municipios del Área Metropolitana de Guadalajara se fueron sumando a la iniciativa. Hoy todos los municipios del área metropolitana están en la red. Como parte de este proceso, cada tres años las ciudades adheridas deben presentar un informe a la Organización Mundial de la Salud (OMS) detallando las acciones implementadas, y si no se evidencian avances, pueden ser excluidas de la red. Aunque este compromiso representa un paso importante, Alejandro puntualizó que aún no se han establecido políticas urbanas lo suficientemente robustas para atender de manera integral las necesidades de las personas mayores.
Igualmente, el coordinador del Laboratorio Hábitat para Personas Mayores, mencionó que un primer paso para construir ciudades donde las personas mayores puedan vivir con autonomía, seguridad y bienestar es construir el imaginario de su propia longevidad en una nueva forma de entender el envejecimiento. Explicó que, por primera vez en la historia, las personas viven muchos años después de la jubilación, y algunos autores estiman que esta etapa puede representar desde un tercio hasta otra mitad de la vida. Lo cual plantea preguntas clave sobre la manera en que se habitarán los espacios en esa etapa:
“Empezando a tener un poco más de conciencia, vamos a empezar a reconfigurar y a revisar muchos modelos que tenemos, entre otros, el de ciudad y las tipologías de vivienda”.
En el laboratorio han identificado que ciertos modelos de vivienda resultan problemáticos en el envejecimiento, como aquellas de dos niveles con el área íntima en la planta alta, ya que pueden volverse inaccesibles para sus habitantes con el paso del tiempo. En contraste, han observado que modelos como las viviendas superpuestas pueden favorecer la convivencia y la autonomía. Alejandro enfatizó que, más allá de diseñar mejores entornos urbanos, es fundamental que cada persona reflexione sobre su propia vejez y planifique cómo desea vivirla, que prepare su hábitat a su propio envejecimiento, su vivienda y su ciudad.
Por su parte, Rocío explicó que, desde el marco de los derechos humanos y específicamente los derechos de las personas mayores, es fundamental que las ciudades sean diseñadas y adaptadas para este sector de la población. Destacó que es necesario considerar la movilidad reducida y los niveles de dependencia que pueden presentar algunas personas mayores, especialmente en un país como México, donde gran parte no cuenta con seguridad social, con una mayor afectación en mujeres, fenómeno conocido como la feminización de la vejez. Subrayó que garantizar los derechos de las personas mayores implica asegurar el acceso a la salud, a cuidados dignos, a la posibilidad de habitar la ciudad de manera segura y a un envejecimiento activo y saludable.
Igualmente, señaló que distintos factores han obstaculizado la inclusión de las personas mayores en las ciudades. Mencionó la gentrificación como un problema clave, ya que ha encarecido zonas como el centro de Guadalajara, desplazando así a personas mayores de sus viviendas y entornos familiares:
“Muchas de estas personas mayores han tenido que dejar sus viviendas y sus entornos urbanos conocidos, que les eran familiares, para poder mantenerse a sí mismos”.
La académica destacó la inseguridad, que representa un riesgo mayor para este sector, al volverse un blanco fácil de asaltos, especialmente cuando se desplazan solos o retiran dinero de cajeros. En cuanto al transporte público, mencionó que aún no es lo suficientemente accesible, pues no considera los ritmos de movilidad de las personas mayores ni la ubicación de paradas adecuadas. Aunque han surgido centros de día promovidos por el DIF, Rocío señaló que siguen siendo insuficientes y muchas personas mayores con altos niveles de dependencia no pueden acceder a ellos.
En esa línea, Rocío mencionó que para garantizar el derecho a la ciudad a las personas mayores es necesario priorizar distintos elementos urbanos y de infraestructura, como mejorar el estado de calles y banquetas, ya que muchas están rotas o afectadas por raíces de árboles, lo que dificulta el tránsito. Además de la necesidad de una mejor iluminación en zonas donde la falta de luz incrementa tanto el riesgo de inseguridad como de caídas.
Además, puntualizó que la tipología de las viviendas influye en la calidad de vida de este sector, pues algunas dificultan la movilidad y pueden generar aislamiento. La pobreza y la soledad obligada, especialmente en las periferias de la ciudad, agravan aún más la situación, ya que muchas personas mayores pasan gran parte del día sin compañía debido a las dinámicas laborales de sus familias. No obstante, enfatizó la necesidad de fortalecer redes vecinales e intergeneracionales de cuidado comunitario, para mejorar la calidad de vida de las personas mayores en el Área Metropolitana de Guadalajara.
En cuanto a los centros de salud, señaló que deberían contar con un diagnóstico comunitario para conocer la cantidad de personas mayores en cada zona y sus necesidades específicas, a fin de adecuar los servicios a esta población. Subrayó la urgencia de supervisar residencias o asilos, pues muchas no cuentan con una regulación adecuada, lo que puede derivar en condiciones de cuidado indignas.
Finalmente, afirmó que garantizar estos derechos no es solo responsabilidad del Estado y sus instituciones de salud, sino también de la sociedad, las empresas y las familias, promoviendo una corresponsabilidad que alivie la carga de cuidados, la cual muchas veces recae en mujeres con otras responsabilidades laborales y familiares:
“Esta responsabilidad le compete, evidentemente, al Estado, al gobierno, a sus instituciones de salud, entre otras. Pero también a la sociedad en general y a las empresas; a las familias, a todas las organizaciones que hay de la sociedad civil”, concluyó.
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Si deseas consultar las publicaciones, proyectos, actividades, bases de datos, así como las líneas de investigación del laboratorio con mayor profundidad, puedes visitar el sitio del Laboratorio Hábitat para Personas Mayores del ITESO.