#8M2025
En el marco de las movilizaciones por el #8M, un joven decidió denunciar públicamente a su agresor, pues la vergüenza, señaló, no debería ser para él sino para a aquel que lo violentó.
Por Aletse Torres / @aletse1799
María, nombre ficticio para proteger su identidad, de 17 años se unió a la multitud que marchaba en Guadalajara por el #8M con un objetivo claro: visibilizar la violencia que enfrentó en su adolescencia y denunciar la impunidad que sigue afectando a las víctimas de abuso sexual.
La joven estuvo allí junto con su madre y sus amigas, repartiendo volantes que mostraban la imagen de su agresor, un exprofesor de su preparatoria que, a pesar de las denuncias, sigue dando clases.
Todo comenzó cuando tenía solo 15 años. A principios de 2023, sufrió abuso sexual por parte de un maestro que también contaba con un título en psicología. Después de la denuncia formal que presentó en julio de ese año, su caso no procedió, y la joven se sintió abandonada por el sistema de justicia:
“Fui al Instituto de la Mujer, al de los niños y al de menores, pero nunca me sentí apoyada. Me culpabilizaron mucho y al final decidí no continuar con el procedimiento porque no sentía que las leyes fueran a hacer algo”, relató.
El proceso judicial que debía brindarle protección y justicia se convirtió en un recordatorio de la falta de respuesta ante las denuncias de abuso sexual. En lugar de encontrar un sistema dispuesto a apoyarla, fue revictimizada.
También comentó que, al principio, creyó que su agresor era un caso aislado, pero pronto descubrió que no era la primera víctima del maestro:
“Él me dijo que ya había sido acusado injustamente antes, pero nunca supe quiénes fueron, solo supe que había más”.
A pesar de todo esto, ella decidió seguir adelante. No se trataba de buscar justicia solo para ella, sino de alzar la voz para otras mujeres que, como ella, sufren violencia y encuentran puertas cerradas cuando intentan hacer valer sus derechos.
“Decidí marchar para que otras mujeres también puedan hablar. Para que si otras pasaron por lo mismo, puedan gritar. Y para que las mujeres sean escuchadas, no importa si no pudimos decirlo en el momento. No se nos debe invalidar por no ser escuchadas a tiempo”.
El caso de María refleja la grave realidad de la impunidad y la falta de apoyo institucional que enfrentan las víctimas de abuso sexual en México, especialmente las menores. En un contexto donde las cifras de violencia de género siguen siendo alarmantes, las autoridades encargadas de proteger a las víctimas muchas veces no están preparadas para brindar la atención adecuada, lo que contribuye a la revictimización y a la desconfianza hacia las instituciones.
México se ha convertido en el país con mayor incidencia de abuso sexual infantil entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), con más de 4.5 millones de menores afectados cada año, acorde a datos oficiales de la OCDE yel Senado de la República.
Además, la situación de María también destaca la vulnerabilidad de las mujeres jóvenes frente a los abusos cometidos por personas en posiciones de poder, como maestros o psicólogos, que deberían velar por su bienestar.
Como dato, un informe elaborado por la Oficina de Defensoría de los Derechos de la Infancia (ODI), titulado Es un Secreto: La Explotación Sexual Infantil en Escuelas, ha documentado casos de violencia sexual extrema en 18 planteles educativos de diversas partes del país, tanto públicos como privados.
Entre los estados mencionados se encuentran Ciudad de México, Jalisco, Estado de México, Baja California, Morelos, San Luis Potosí y Oaxaca.
Su caso subraya la necesidad urgente de reformas en el sistema judicial y educativo para garantizar que las víctimas de abuso sean tratadas con dignidad, respeto y justicia, y no sean ignoradas ni culpabilizadas.
“Hoy marcho por todas las que no pudieron, por las que aún tienen miedo, para que la vergüenza cambie de lado” sentenció.