Pesimismo Esperanzador
Por Jorge Rocha, académico del ITESO /@JorgeRochaQ
La presidenta Claudia Sheinbaum presentó ante el Senado de la República una iniciativa de ley que prohíbe el nepotismo electoral y que cancela la reelección de senadores, diputados federales, diputados locales y de presidentes municipales. La primera reforma entraría a partir del siguiente proceso electoral, es decir, desde 2027 y la segunda aplicaría desde los comicios del año 2030.
La reforma contra el nepotismo prohíbe que un familiar directo de un servidor público elegido mediante el voto popular y que esté en funciones, se postule por el mismo cargo de forma inmediata, es decir, podrá competir por el mismo cargo, pero hasta tres años después. Desde la “grilla” política se ha dicho que esta modificación a la Constitución en particular tiene destinatarios como la familia Monreal en Zacatecas o la familia Salgado en Guerrero.
Por otro lado, recordemos que, de acuerdo a la ley vigente, las y los diputados y senadores se pueden reelegir hasta por doce años; y las y los presidentes municipales hasta por seis años.
Cuando se aprobaron estas leyes en el año 2014 se postularon tres grandes beneficios de la reelección, a saber: la profesionalización del ejercicio legislativo, la independencia de los legisladores para no depender de sus partidos para postularse y en el caso de los alcaldes, la posibilidad de generar proyectos de gobierno de mediano y largo plazo.
Luego de varios años de experiencia podemos hacer ponderaciones separadas de la reelección para cada tipo de cargo público para evitar condenar o santificar en bloque lo que han sido este proceso y hacer un debate público más concienzudo al respecto.
En el caso de los senadores de la República no vimos que se elevará la calidad del debate, ni tampoco vimos una notable profesionalización del ejercicio legislativo, tampoco hubo procesos generalizados de rendición de cuentas y desafortunadamente hubo senadores reelectos que fueron elegidos la primera vez por elección directa y luego se reeligieron por representación proporcional, por lo cual ni siquiera necesitaron buscar el voto en calle. Tampoco vimos que se lograra un proceso de autonomía e independencia de las y los senadores al respecto de sus partidos políticos, salvo aquellos que renunciaron a los institutos políticos por el cual fueron electos y se fueron a otro partido. Es decir, el proceso de reelección de senadores no ha dejado hasta este momento un saldo claramente positivo.
En el caso de las y los diputados federales y locales pasa más o menos lo mismo que en los senadores. No vimos procesos de mejora sustantiva en el desempeño legislativo, tampoco un crecimiento en la autonomía, hoy no tenemos mejores leyes que las anteriores y el debate en la cámara de diputados y en los congresos locales está muy lejos de ser una caja de resonancia nacional o local; y tampoco se han convertido en espacios de pedagogía política. Salvo honrosos casos, en esta experiencia no podemos afirmar que la reelección trajo beneficios palpables para el país.
En estos años que hubo representantes populares reelectos, en términos gruesos la interlocución de la ciudadanía con el Poder Legislativo no mejoró, tampoco se convirtieron en contrapeso de los otros dos poderes; y la calidad y profundidad del debate público no llegó. Por estas razones, desde mi particular punto de vista, la defensa para mantener la reelección en los legisladores tiene pocos sustentos empíricos y experienciales.
Para el caso de los presidentes municipales la situación es distinta. Los procesos de gobierno acotados a sólo tres años parecen ser muy insuficientes para hacer administraciones municipales exitosas, ya que se cancela de tajo la posibilidad de hacer proyectos de mediano y largo plazo. Para este caso sí podemos documentar experiencias positivas de gobierno que han posibilitado ahorrarnos curvas de aprendizaje y por lo tanto avanzar más y mejor en los proyectos de gobierno. En esta circunstancia particular parece que prohibir la reelección consecutiva si puede generar más problemas que los beneficios de mantenerla. De otra forma estaríamos en procesos electorales permanentes donde las y los alcaldes tendrían poco tiempo para gobernar de forma efectiva.
Con todo lo anterior mi conclusión es que mantener la relección de alcaldes puede ser muy positivo, y por el contrario, no habría razones sólidas para que la reelección de legisladores permanezca. En lo referente a la propuesta de legislar para prohibir el nepotismo, me parece muy acertada la iniciativa, ya que las experiencias al respecto han sido muy negativas. Habrá que esperar lo que se debata en el Congreso de la Unión al respecto porque los resultados impactarán de forma directa la vida política del país.
Correo electrónico: jerqmex@hotmail.com
Excelente reflexión.
Gracias por compartir.
En efecto cre prohibir la reelección de Presidentes Municipales traerá como consecuencia proyectos de coto plazo y corto alcance.