Derecho a decidir

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @turcoviejo

Dicen los libros de historia que un día como hoy, hace 483, Guadalajara fue fundada —la canción dice que en un llano. El lugar no era el mejor, pero los colonos españoles ya estaban hartos: los habitantes originales de la región ya los habían corrido tres veces y, cuenta el relato, un 14 de febrero de 1452 la señora Beatriz Hernández dijo algo así como “Ya no más, ¿edá?” y se asentaron más o menos por donde hoy está el teatro Degollado. Lo demás es histeria.

Creo que alguna vez ya lo había escrito por aquí, o en algún otro lugar: no entiendo los festejos fundacionales, ni el de México ni el de Jalisco ni, como hoy, el de Guadalajara. ¿Qué festejar en una ciudad cuyas banquetas son incaminables, sus calles están llenas de baches o de bolas de asfalto, con un tránsito vehicular estancado; su aire es nocivo para la salud y el agua que sale de sus grifos, insalubre; llena de basura, con camellones abandonados, con cada vez menos áreas verdes y tomada por la plaga inmobiliaria que sigue creciendo sin tregua? ¿Qué festejar en una ciudad cuyas autoridades se empeñan en desaparecer el último rastro de las personas desaparecidas, pintando sin descanso sobre las cédulas de búsqueda que, también sin descanso, pegan los familiares que quieren de regreso a sus seres queridos?

¿Felicidades, Guadalajara? Si Beatriz Hernández viviera, qué chinga nos pusiera.

Aniversarios fundacionales aparte, este fin de semana va a ser histórico en la ciudad. Lo va a ser no precisamente por sus festejos, sino porque mañana, 15 de febrero, abrirá sus puertas la primera clínica para la interrupción legal del embarazo en la ciudad, el estado y la región. La notica es buena a medias: se trata de una clínica privada, habida cuenta de que las autoridades estatales parecen estar aplicando la política de “si no me muevo, no me ven” y no han abierto un espacio desde el servicio público de salud, aun cuando desde octubre de 2024 se despenalizó el derecho a decidir en Jalisco.

Ginecea, que es como se llama la clínica, fue fundada en 2008 y tiene presencia en Ciudad de México y Sinaloa. En un boletín que difundieron por correo a propósito de la inauguración de mañana, afirman que en su origen la clínica fue “fundada por médicos ginecólogos de gran trayectoria en el ramo y especializados en este tipo de intervenciones (sic). Ginecea nace con el propósito de atender la demanda de aborto legal que muchas mujeres solicitaban en ese año y que el sector público no podía cubrir debido a la falta de espacios”.

Sobre los alcances que proyectan tendrá la sede en Guadalajara, el documento afirma que “permitirá que mujeres de Jalisco y estados cercanos, como Nayarit,Zacatecas, Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí, Michoacán y Colima accedan a servicios de interrupción legal del embarazo, con acompañamiento de médicosespecializados”. El boletín remata afirmando que “será la primera clínica en Guadalajara en ofrecer estos servicios de manera segura y ética, promoviendo el ejercicio libre e informado de la sexualidad y los derechos reproductivos de las mujeres, en un entorno respetuoso y profesional”.

Ahora bien, es de celebrar todo aquello que propicie que las personas, específicamente las mujeres y personas gestantes, avacen en el ejercicio de sus derechos, como es en este caso el de decidir sobre sus cuerpos y sus embarazos. Líneas arriba ponía yo que la noticia es buena a medias porque, al tratarse de una clínica privada, seguramente muchas personas tendrán dificultades para ejercer su derecho a decidir por el tema económico, de ahí la importancia de contar con una estructura desde los servicios públicos de salud.

Pero algo es algo, un paso a la vez. Supongo.

La entrada en funciones de la clínica para la interrupción legal del embarazo seguramente va a provocar muchas reacciones, sobre todo de aquella parte de la sociedad que se opone al derecho a decidir. A esas personas, que me atrevo a especular que son mayoría en esta noble y leal ciudad, habría que recordarles que el debate no es sobre si se está a favor o no del aborto. Ese es un debate que casi siempre termina en un diálogo de sordos. Lo cierto es que la interrupción del embarazo siempre se ha realizado, de manera clandestina y en condiciones indignas e inseguras para quienes toman esa decisión, de ahí la importancia y la necesidad de propiciar y salvaguardar la vida y la integridad de las personas que optan por interrumpir su embarazo. La despenalización del aborto, así como la apertura de espacios dónde llevarlo a cabo de forma segura y acompañada, no obliga a nadie a abortar, por eso se llama derecho a decidir. En todo caso, habría que recordar que se trata de una ecuación completa: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir.

La interrupción del embarazo es el último eslabón de esa cadena que comienza con la educación sexual —esa que tampoco les gusta que se imparta en las escuelas. No hay que olvidarlo nunca.

Hace años, escribí en este mismo espacio sobre las opiniones que suelen expresar los hombres en este tema y que seguramente estaremos escuchando mucho en estos días. Ojalá quieran asomarse. Sigo opinando más o menos lo mismo. El texto se llama «Amigo, date cuenta» y está en este enlace.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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