“Laboratorio Carmín” es el taller comunitario que tiene como objetivo abordar desde la empatía y el respeto temas de educación sexual para niñas y adolescentes en la colonia San Juan de Dios en Guadalajara.
Por Aletse Torres / @aletse1799
En el Centro Comunitario La Colmena San Juan de Dios nace el “Laboratorio Carmín”, un proyecto que va más allá del arte y la creatividad: es un espacio de autodescubrimiento y empoderamiento dirigido a niñas y adolescentes.
Los martes y los jueves de 4:00 a 5:00 p.m. de forma gratuita, infancias y adolescencias que habitan los alrededores de la colonia San Juan de Dios en el centro de Guadalajara pueden acudir a ser partícipes de esta iniciativa.
A través del teatro, la danza, la escritura, la pintura y otras disciplinas artísticas, las participantes exploran preguntas fundamentales sobre su cuerpo, su identidad y los desafíos de la adolescencia, todo en un ambiente de respeto, confianza y empatía.
El laboratorio utiliza una metodología de artes participativas que pone en el centro a las jóvenes. Las preguntas surgen desde sus propias realidades y experiencias, tocando temas tan importantes, como: ¿por qué crecemos?, ¿qué es la menstruación?, y ¿por qué los cuerpos de las mujeres cambian?
Y donde la empatía, el cuidado mutuo y el respeto son el eje de cada conversación y actividad, trabajando bajo una perspectiva de género que promueve el cuestionamiento constante desde un enfoque decolonial, en el que, con mucho cariño, se plantea la pregunta: ¿Por qué habitamos la vida de esta manera?
En actividades colectivas e individuales las participantes comienzan a ver sus cuerpos y sus emociones desde una nueva perspectiva, descubriendo respuestas que antes les parecían confusas o aterradoras. O al menos, esa ha sido la experiencia de Valeria, quien compartió lo que la motivó a unirse al taller:
“Yo quería saber más sobre mi cuerpo, porque mi mamá me contó que cuando le bajó por primera vez, ella lloró mucho y tenía miedo. Yo quería estar informada y saber que es algo normal que todas las mujeres pasamos” expresó la participante.
Lu Mendoza, creadora del espacio, explicó que la fortaleza del taller radica en el espacio seguro que se construye para que las niñas y adolescentes se expresen sin miedo al juicio. Las actividades y ejercicios están diseñados para tocar temas que les causen curiosidad con sensibilidad y sin estigmatización, y lo más importante, para fomentar el respeto por el cuerpo y las emociones de cada quien.
Entre los temas que se abordan están: el consentimiento y el derecho a decir “no”. Dicha actividad fue una de las favoritas de Sofía: “Nos enseñaron que no solo podemos decir ‘no’ a las cosas que no nos gustan, sino que también podemos decir ‘no’ a las personas, como cuando alguien nos toca sin que les dejemos”.
El espacio es una invitación a reflexionar sobre los roles de género impuestos por la sociedad.
“A mí me gusta jugar fútbol y basquetbol”, compartió Gabriela, “pero a veces la gente me dice que no, porque soy niña y tengo que vestirme de vestido. Aquí aprendimos que podemos hacer lo que queramos, no importa si somos niños o niñas”.
Estos espacios les permiten cuestionar los estereotipos de género que les han impuesto la sociedad, su familia o hasta ellas mismas y empoderarse para ser su versión más libre, sin las limitaciones estructurales impuestas.
Cambios en la percepción de la menstruación
Uno de los tópicos que más les impactó a las participantes fue el de la menstruación y todo aquello relacionado a ésta. Para muchas, el ciclo menstrual ha sido un tema rodeado de tabúes y miedos.
Sin embargo, en el laboratorio, fue abordado con naturalidad y respeto, lo que ayudó a las jóvenes a comprenderlo como un proceso natural dentro de sus cuerpos.
“Antes tenía miedo de que me llegara la regla, pero ahora entiendo que es algo normal y no tengo por qué sentir vergüenza”, compartió Mariana.
De igual forma, el taller ha logrado desmitificar el uso de productos menstruales, que muchas veces generan incomodidad o vergüenza. Y es que para Valeria, quien compartió su experiencia de cómo, al principio, le daba “pena” llevar productos menstruales a la escuela, por lo que prefería faltar.
“Antes me daba vergüenza que alguien viera los productos en mi mochila, pero ahora me siento más tranquila, porque sé que es algo natural” expresó Valeria.
Por estas razones, es tan importante para Lu que el taller sea pensado por las infancias y adolescencias como un espacio donde pueden cuestionar las normas sociales y construir una identidad más libre y auténtica.
Ya se con ejercicios como la creación de dibujos que representan el cuerpo de la mujer con flores y colores, así como las reflexiones colectivas, las participantes han tenido la oportunidad de exteriorizar lo que sienten sobre su cuerpo.
Dando como resultado, en palabras de la tallerista “un acto de resistencia cultural y de sanación colectiva que permite a las jóvenes entender y transformar su realidad con arte, empatía y autonomía” .