#FIL2024
En la presentación de “Medea me cantó un corrido” durante la FIL Guadalajara 2024, la escritora Dahlia de la Cerda destacó cómo su libro aborda el aborto como una experiencia universal para mujeres y personas gestantes, aunque estigmatizada y poco retratada en la literatura desde su perspectiva. La figura de Medea y el tema del aborto funcionan como hilo conductor, pero son los contextos de violencia, infancia y juventud los que dan profundidad a los relatos.
Durante la charla, Dahlia reflexionó sobre la complejidad humana en escenarios violentos, enfatizando que las personas merecen disfrutar la vida y conectar con otros. A través de sus personajes, rompe con narrativas simplistas y retrata momentos de ternura y cuidado, incluso en contextos adversos. También habló sobre maternar como una decisión atravesada por factores sociales y políticos, y cómo las expectativas de género pueden convertirse en un peso. No obstante, compartió con humor anécdotas personales sobre espiritualidad y otras vivencias que marcaron el rumbo del libro.
Por Vanessa Briseño / @nevervb
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) 2024 fue el escenario de la presentación de “Medea me cantó un corrido”, la más reciente publicación de la escritora mexicana Dahlia de la Cerda. Moderadada por la también escritora Alejandra Carrillo, la conversación giró en torno a los temas medulares del libro como: el aborto, la figura de Medea y la cotidianidad en contextos violentos.
Durante el evento, Dhalia explicó que el aborto es un tema central en su libro porque considera que es “una experiencia universal para las mujeres y las personas con capacidad de gestar”. Agregó que, aunque no todas atraviesan por un aborto voluntario, sí es común enfrentarse a uno espontáneo o conocer a alguien cercano que lo vive: “una amiga, una conocida, una hermana, una mamá”. Señaló que, a pesar de ser una vivencia tan extendida, “hay poca literatura escrita desde nuestra perspectiva” debido al estigma que lo rodea.
Sin embargo, enfatizó que el aborto en sus relatos funciona como un hilo conductor, mientras que los contextos variados en los que ocurren (atravesados por juventudes, infancias y violencia) son lo realmente importante en la obra.
En cuanto a la figura de Medea y su relación con el contexto de violencia en México, Dahlia comentó que llegó a ella de manera inesperada. Aunque admitió no ser aficionada a las reinterpretaciones de los clásicos, reconoció que el mito la atrapó cuando escuchó, en una versión más casual, la historia del personaje griego. Lo que más le impactó fue el momento en que Medea toma los cadáveres de sus hijos para impedir que su padre les diera un ritual funerario: “Al principio me enojé mucho, porque pensé ¿cómo te atreves?”, pero después lo comprendí”.
Relacionó este acto con la realidad mexicana actual, marcada por la crisis de desapariciones, donde muchas familias buscan los cuerpos de sus seres queridos para poder darles un cierre. Así mismo, describió cómo esta conexión le permitió unificar los relatos del libro y cómo, en medio de un contexto tan doloroso, el mito de Medea cobra una nueva dimensión.
Igualmente, mencionó que al momento de construir los personajes en sus historias siempre trata que dejen testimonio sobre la época que se está viviendo y del contexto del que va a escribir, esto desde la forma en que se expresan hasta la forma en que se relacionan. Sobre ello puntualizó:
“Perras de reserva, fue escrito o los personajes están situados en una época determinada, los personajes de Medea me encantó un corrido, están escritos y están viviendo en esta época”.
Durante la conversación, Dahlia enfatizó en que ella no quería retomar el tratamiento a la violencia a partir del cual se posiciona a las mujeres, desde lo que ella llamó como la indefensión y la violencia. Resaltó que uno de sus principales objetivos era retratar que, incluso, en un contexto violento, las personas también merecen disfrutar de la vida y encontrar momentos de cuidado y conexión:
“También está bien que en medio de la violencia nos gusten las Kitty Chelas, nos guste perrear, nos guste organizarnos entre nosotras, nos guste cuidarnos unas a otras, que nos guste cuidar”
En esa línea, señaló que, dentro de realidades complejas, existen actos de ternura y humanidad que desafían los estereotipos más rígidos. Mencionó el apego de las juventudes involucradas en el crimen organizado hacia sus mascotas, un vínculo que puede llevarlos a protegerles incluso con su propia vida.
Para Dahlia, este tipo de detalles revela la complejidad humana y rompe con las narrativas simplistas que dividen a las personas en “buenos y malos”, al mismo tiempo que permite retratar a personajes que, aun siendo parte de dinámicas violentas, también aman, cuidan y lloran a sus seres queridos.
Por otro lado, reflexionó en torno al acto de maternar y como tanto el contexto social como político influye en esa decisión. Señaló que maternar o no hacerlo no es una experiencia homogénea, ya que las mujeres y personas gestantes viven circunstancias muy distintas.
Mencionó que, cuando alguien le comparte la noticia de un embarazo y manifiesta felicidad, su respuesta es de apoyo y celebración. Sin embargo, si expresan lo contrario, su reacción es ofrecer ayuda y acompañamiento desde su trabajo en Morras Help Morras, reconociendo la complejidad que rodea esta experiencia. Dahlia también compartió cómo ha acompañado a mujeres que desean ser madres y no logran embarazarse, describiendo la crueldad con la que muchas veces la sociedad minimiza su dolor o sus deseos.
Así mismo, agregó cómo desde pequeñas, las mujeres son adoctrinadas para los cuidados y la maternidad, a través de símbolos como juguetes o narrativas culturales. Sin embargo, subrayó que estas expectativas pueden convertirse en un peso, especialmente cuando una mujer no puede o no desea maternar.
Relató casos en los que las mujeres han tenido que despedirse de embarazos tempranos y cómo ese duelo es invalidado por su entorno, en contraste con el juicio que se emite si deciden abortar.
Además, comentó cómo en ciertos contextos, como las poblaciones racializadas o marginadas, maternar puede adquirir un significado político y subversivo. Mencionando como ejemplo el caso de las mujeres palestinas, para quienes traer vida al mundo en medio de la violencia y la ocupación también representa un acto de resistencia.
Dahlia compartió con humor una anécdota sobre su relación con la espiritualidad, arrancando risas al público. Recordó que, desde muy pequeña, su padre tenía ciertas inquietudes con ella y la creencia de que algo “malo” le rodeaba. Relató cómo su padre la llevó a recorrer a las brujas más importantes de la época, incluso fuera de Zacatecas, con la intención de encontrar respuestas.
“Mi papá tenía un tema ahí con la virgencita de Guadalupe y con la brujería. Yo tenía como unos seis o siete años y ya me llevaba de rodillas a ver a la Virgen”, comentó entre risas.
La autora contó que su papá “era muy exótico” pues tenía la tradición de regalar un arma al cumplir 22 años, sin embargo, a ella le decía que temía que las descargara contra alguien, lo que generó carcajadas entre la audiencia.
Con un tono divertido pero profundo, Dahlia explicó que disfruta de ciertas creencias como el tarot “por coto”, aunque sin tomarlas demasiado en serio. Afirmó que, en contextos de violencia, la necesidad de aferrarse a algo espiritual o esperanzador es casi inevitable: “Uno necesita creer, no necesariamente en algo espiritual, pero si encontrar ese remanso de esperanza”.
También compartió que, cuando se siente en sus momentos más turbios, el pensamiento de no darle gusto a quienes “la odian” le impulsa a levantarse. De manera entrañable, confesó que sus gatos son otro motivo de fuerza: “Mi jefa y el Iván se las arreglan, pero mi gata, con apego, se muere… y yo me muero con ella”, comentó entre risas. Finalmente, bromeó diciendo que, en última instancia, la comida también es un refugio que la ayuda a seguir adelante.
Hacia el final, Dahlia habló sobre cómo maneja la distancia que implica abordar temas complejos en su trabajo como escritora. Explicó que divide su vida en dos: “quince días del mes de escritora y quince días soy la doñita en mi casa con problemas propios”.
Al referirse a la distancia necesaria para escribir sobre las realidades que retrata, compartió que crecer en un contexto con dinámicas similares a las que describe en sus relatos le ayudó a comprender esa complejidad, la cual en determinado punto se normaliza.
Comentó cómo esto le ha permitido dimensionar lo vivido, sumada la exhaustiva investigación que realizó para el libro, le permitió transformarlo en materia creativa. Hizo énfasis en que observar estas experiencias le permite reflexionar con mayor claridad, aunque sigue siendo complicado, pues se trata de un entorno atravesado por múltiples implicaciones.