En Pie de Paz
Por Dra. Tanya Méndez
Vivimos en una época en la que la cultura de paz es urgente y necesaria, y las propuestas políticas, junto con las reflexiones desde el ámbito académico y de salud metal, pueden ofrecer soluciones viables para transformar las sociedades. La iniciativa sobre la reducción de la jornada laboral que vuelve a colocar en la discusión la Presidenta Claudia Sheinbaum no solo buscará mejorar la calidad de vida de las y los trabajadores, sino que también nos invita a reflexionar sobre la relación entre el tiempo libre y la creación de una paz duradera, tanto a nivel individual como colectivo.
Para abordar esta cuestión, es útil integrar la importancia del tiempo libre como un espacio crucial para la construcción de subjetividades autónomas. La organización de las sociedades contemporáneas, centradas en la productividad y el trabajo como ejes fundamentales de la identidad, ha limitado la capacidad de los individuos para desarrollar relaciones más horizontales, creativas y empáticas, elementos necesarios para la paz social.
La autonomía en el tiempo libre: más allá del ocio
La propuesta de la Dra. Sheinbaum de reducir la jornada laboral apunta a un cambio profundo en la manera en que vivimos, permitiendo a las personas recuperar el control de su tiempo y, con ello, de sus vidas y de sus relaciones. No se trata simplemente de un tiempo de descanso o desconexión, sino de una oportunidad para que los individuos se reconozcan a sí mismos fuera de la lógica capitalista que mide el valor en función de la productividad.
Pensar el tiempo libre como un espacio donde las personas pueden reconfigurar sus identidades, alejándose de la dependencia del trabajo como fuente primaria de validación. En lugar de perpetuar una vida condicionada por las exigencias laborales, el tiempo libre se transforma en un territorio de autonomía donde los individuos pueden cultivar relaciones afectivas, empáticas, participar en actividades comunitarias, desarrollarse en términos creativos y, lo más importante, fortalecer vínculos sociales basados en la cooperación y la empatía. Este cambio es fundamental para construir una cultura de paz, ya que desplaza las dinámicas de poder y competencia hacia formas de interacción más colaborativas y colectivas.
La reducción de la jornada laboral no solo tiene el potencial de aumentar el bienestar individual, sino también de fomentar la paz en un sentido más amplio. Si las personas tienen más tiempo para sus propias actividades y para conectarse con sus comunidades, se pueden generar espacios de encuentro, diálogo y resolución pacífica de conflictos. Cuando el trabajo deja de ocupar el centro de nuestras identidades, se abre la posibilidad de repensar nuestras relaciones, tanto con nosotros mismos como con los demás.
Esta conexión entre el tiempo libre y la paz tiene profundas implicaciones sociales. Al otorgar a los individuos más tiempo para cultivar su bienestar, se favorece el desarrollo de subjetividades más reflexivas y menos dependientes de las estructuras de poder patriarcales y tradicionales. En este sentido, la propuesta de la Presidenta Sheinbaum se convierte en un paso esencial para la construcción de una paz que no solo se entiende como la ausencia de violencia, sino como la creación activa de cultivar relaciones sociales basadas en la justicia, la igualdad y el respeto mutuo.
Desmontar las jerarquías desde el tiempo libre
En este marco, el tiempo libre puede convertirse en un motor de cambio social. En las dinámicas laborales actuales, los sistemas jerárquicos y competitivos refuerzan desigualdades que perpetúan la violencia estructural. Sin embargo, cuando se disminuyen las jornadas de trabajo y se ofrece mayor espacio para el desarrollo personal, se debilitan estas jerarquías, lo que facilita la creación de relaciones más equitativas. Esto tiene un efecto directo en la cultura de paz, ya que, las relaciones horizontales y empáticas son fundamentales para romper con los patrones de violencia y dominación que existen en nuestras sociedades.
Finalmente, es crucial subrayar que estas propuestas se complementan para generar un enfoque integral hacia la paz. La reducción de la jornada laboral no solo impacta el bienestar económico de las y los trabajadores, sino que tiene el potencial de generar una transformación cultural donde el tiempo libre es utilizado para promover el diálogo, la creatividad y la cooperación. En este contexto, la construcción de una cultura de paz no se da de manera automática, sino que requiere de políticas que favorezcan la igualdad de oportunidades y la autonomía individual.
Referencias:
Sheinbaum, C. (2024, octubre 2). Sheinbaum confía en que jornada laboral se reduzca a 40 horas semanales en su gestión. Infobae. https://www.infobae.com