Desconexión

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @turcoviejo

Me considero
un drogadicto de la página en blanco
-Nicanor Parra

Dicen que uno de los principales miedos que puede tener alguien que se dedica a escribir es a la hoja en blanco. Es un lugar común, claro. La hoja en blanco es completamente inofensiva, lo que chinga es el bloqueo.

La anécdota es de sobra conocida, o debería serlo porque es buenísima: la puso por escrito José Emilio Pacheco y tiene que ver con Bestiario, uno de los libros insignia de Juan José Arreola.

En su texto, el autor de Las batallas en el desierto cuenta cómo conoció al escritor de Zapotlán el Grande, cómo le mostró sus primeros cuentos y cómo terminó formando parte de su taller informal. Pero la parte que más me gusta es la que tiene que ver con Bestiario.

Resulta que cuando Daniel Cosío Villegas llegó a dirigir El Colegio de México, decidió suprimir las becas que la institución otorgaba a un cierto grupo de escritores, Arreola entre ellos. Al parecer, así lo documenta Pacheco, este era el único ingreso del autor de La feria, quien pronto comenzó a batallar para sostener a su familia. Llegó en su auxilio Henrique González Casanova, entonces director de Publicaciones de la UNAM, quien le pagó por anticipado los textos de un libro que Arreola habría de escribir y llevaría por título Punta de plata.

Sin embargo, escribe José Emilio, había un problema: “La ciencia ya no digamos de acumular sino de retener el dinero, no le fue dada a Arreola”. Así, se gastó el dinero del anticipo, que en realidad era el pago completo del libro, sin haber escrito un solo texto. Peor todavía: entró en situación de bloqueo. “Vencieron uno tras otro los deadlines, los últimos plazos para la entrega, y del libro no había una sola línea”.

Días como el de hoy, tardes como la de hoy, noches como la de hoy, me acuerdo de lo que escribe José Emilio Pacheco:

Mientras más perentoria es la urgencia de entregar un texto,más imposible se vuelve el sentarse a escribirlo. Se han publicado volúmenes enteros para explicar el llamado writer’s block. Todas las explicaciones son plausibles y ninguna satisfactoria. (…) Contra lo que se supone, el bloqueo no es la imposibilidad de escribir, sino de sentarse a hacerlo.

Yo no sé si tengo bloqueo, pero sí siento una desconexión. Busco una idea para escribir, me distrae un asunto, atiendo un pendiente, redacto un texto del trabajo, escarbo en la cabeza, hurgo en La Red Social Antes Conocida Como Twitter, reviso el Facebook, leo un ensayo dedicado a Goyo Cárdenas, me asomo al ensayo biográfico que Olvido García Valdés escribió sobre Teresa de Jesús, leo otras columnas de opinión, veo videos, películas, series, me sorprenden algunos comentarios sobre el texto de la semana pasada, pienso en algún tema del cual escribir aquí. No logro conectar una sola idea. Escribo unas líneas, las borro, me paro, regreso a la silla, busco, escribo, borro, me paro. No conecto ideas, no conecto frases. No me siento y, cuando por fin me siento, no pasa absolutamente nada.

No sé si tengo un bloqueo, lo que sí sé es que estoy desconectado.

Pero todo tiene un límite: a Juan José Arreola le pusieron como fecha última y definitiva el 15 de diciembre de 1958. Si llegado ese día no entregaba el libro, la UNAM reclamaría por la vía legal el reembolso del adelanto.

A grandes males, grandes remedios: ante la imposibilidad del jalisciense para sentarse a escribir, el 8 de diciembre José Emilio Pacheco se apersonó delante de Arreola y le dijo:

—No hay más remedio. Me dicta o me dicta.

Y así nació Bestiario, el libro que Arreola no escribió: se lo dictó a José Emilio.

Entregaron el libro el 14 de diciembre.

Como escribí líneas arriba, todo tiene un límite. Y yo tengo que enviar la entrega de esta semana. No tengo a nadie a quien dictarle y, lo peor, si caso lo tuviera, no tendría quédictarle. Pienso y escribo y me robo la anécdota de José Emilio Pacheco, que es también la anécdota de Juan José Arreola. Y es que, si al célebre Juan José Arreola le pasó algo semejante, ¿qué puedo esperar yo, que soy sólo yo?

El mayor miedo no es a la hoja en blanco: es a la mente en blanco.

Ojalá pronto pase el bloqueo, que termine la desconexión.

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La calle del Turco
La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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