Desde Mujeres
Por María Guadalupe Alcántara Manjarrez / @maria_alcma / @DesdeMujeres
Cuando pensamos en feminismo, es común imaginar manifestaciones o protestas. Sin embargo, hay un aspecto fundamental que a menudo pasa desapercibido: el microfeminismo. Este concepto abarca las pequeñas acciones diarias que, aunque puedan parecer insignificantes, tienen un enorme potencial para empoderar a las mujeres y promover la igualdad de género.
Los microfeminismos son prácticas que todas podemos incorporar en nuestra vida cotidiana, sin importar nuestra edad, ocupación o entorno. Estas acciones, aparentemente simples pero profundamente significativas, van desde rechazar un comentario sexista hasta compartir equitativamente las responsabilidades del hogar. Cada gesto contribuye al cambio, desafiando normas establecidas y promoviendo una convivencia más equitativa.
A veces creemos que el cambio social requiere acciones heroicas o extraordinarias, pero en realidad está en los detalles cotidianos donde podemos hacer una diferencia. Mejorar la forma en la que hablamos de nosotras mismas o de otras mujeres, o incluso cuando promovemos la capacidad de una mujer para expresar sus ideas y conocimientos, estamos llevando a cabo acciones para revalorizar a cada una de nosotras. De tal forma que, estas o demás pequeñas acciones no solo pueden transformar nuestra percepción, sino también la de quienes nos rodean.
Por ejemplo, pensemos en cómo el lenguaje influye en nuestra percepción de la realidad. El simple hecho de negarnos a usar expresiones que invisibilizan a las mujeres o que acentúen los roles de género es un acto de microfeminismo. Al hacerlo, estamos cambiando la narrativa y abrimos espacio a una visión más inclusiva y justa.
Ahora bien, dentro del nuestros hogares, también podemos implementar este tipo de acciones. Aunque, históricamente, a las mujeres se nos ha asignado la mayor parte del trabajo doméstico, compartir estas responsabilidades con nuestras parejas o familiares no solo desafía esta dinámica, sino que es un acto de justicia que refleja principios de igualdad y respeto.
Ahora bien, no todas tenemos la posibilidad de asistir a marchas o de integrarnos a organizaciones feministas, pero eso no nos excluye del cambio. Los microfeminismos son una forma accesible y constante de desafiar las desigualdades. Con estas acciones cotidianas, cuestionamos las estructuras del machismo y abrimos paso a nuevas formas de convivencia y equidad.
No se trata de esperar grandes movimientos, sino de entender que la verdadera transformación comienza con lo que hacemos día a día. Al final, el poder feminismo radica en su capacidad para multiplicarse, inspirar y desafiar las estructuras que nos limitan, abriendo el camino hacia una sociedad más equitativa para todas.
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