En Pie de Paz
Por Giovana Ríos* / @GiovanaPRG
El 21 de septiembre de 2024 se conmemora el Día Internacional de la Paz, hace 25 años se adoptó la Declaración y Programa sobre una Cultura de Paz de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esta declaración reconoció a nivel mundial que construir paz no sólo es la ausencia de conflictos, sino que es necesario trabajar por construir procesos dinámicos, de participación ciudadana y de diálogo respetuoso y abierto para abordar los conflictos y lograr caminos de escucha, entendimiento y cooperación (ONU, 2024).
¿Por qué es necesario poner los ojos en esta conmemoración? Hoy más que nunca nos encontramos en tiempos inciertos. En los últimos años se han acrecentados los conflictos armados dejando un enorme rastro de violencias directas; asimismo, detrás de estos conflictos en sus diferentes escalas (internacional, nacional y local), las violencias culturales y estructurales a las que estamos expuestos cada día merman nuestra capacidad de diálogo, escucha y generan cada vez más polarización y división social.
Las guerras como la de Ucrania y Rusia, Palestina e Israel nos permiten sensibilizarnos ante la brutalidad que ejerce la violencia directa y que ha sido alimentada por años donde se ha fomentado el odio, el racismo y la xenofobia; sin embargo, las situaciones más cercanas también deben ser miradas y analizadas desde la necesidad de desarrollar una cultura de paz.
En México estamos viviendo cambios complejos y de gran trascendencia, después de 6 años de que ser gobernados por el partido Morena, el nuevo sexenio que viene de la mano del mismo partido está realizando una serie reformas constitucionales que modifica nuestra configuración institucional y tendrá repercusiones en la calidad de nuestra democracia. El discurso para llevar a cabo las reformas a versado en la idea de que hay un pueblo “bueno” y una elite de “adversarios” y está causando situaciones que debemos tomar en cuenta para trabajar nuevos escenarios el siguiente sexenio. Con base a las teorías del reconocimiento de Honneth (2016) presentamos 3 dimensiones para construir paz y reconocimiento:
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- La primera situación debe de situarnos en la dimensión física implica romper la idea de que estamos divididos en dos, los buenos y los malos y reconocer cuales son las características que nos hacen semejantes como personas que compartimos un mismo territorio. Somos interdependientes y de naturaleza necesitada de aceptación. En el momento en que desde ambos lados comprendamos a la otredad con las mismas necesidades de reconocimiento, visibilidad y comprensión, estaremos generando un primer peldaño para cultivar la paz.
- Otro paso está relacionado con la justicia social. La idea de justicia está determinada a partir de dos dimensiones, la primera de la mano de un sistema coherente de representaciones jurídicas y la segunda desde una perspectiva moral que va de la mano de las reivindicaciones. Ambas dimensiones generan una expectativa y conciencia; sin embargo, la exclusión cultural y estructural de la justicia por generaciones permitiendo que exista un grado de impunidad de más del 90% en el país ha sido el abono para que la reforma judicial y la desaparición de organismos autónomos sean apreciadas por gran parte de la población, sin importar las consecuencias a la calidad democrática del país. Este peldaño debe ser revisado con cuidado y trabajar en una autocrítica social donde se ponga en el centro al ser humano desde su reconocimiento como sujeto de derecho y miembro de una comunidad jurídica.
- Por último, la tercera dimensión está basada en la cooperación pacífica para la transformación de conflictos. Esta dimensión se fortalece a través de un reconocimiento mutuo comprendiendo las diferencias basadas en tradiciones culturales, sociales, económicas y políticas. Ante la polarización que vivimos se necesita reconocer a los demás no como enemigos, lo cual es un gran paso para el proceso de transformación del conflicto y permite confrontarnos con la idea de que cada lado tiene razón y que sólo el uso de la violencia (directa, cultural o estructural) impuesta es la única posibilidad de cambio. Establecer espacios de diálogo entre ambas partes comprendiendo y aceptando diferencias, trabajar en discursos argumentativos donde los valores como la igualdad y la libertad (Cortina, 1985) son la base como elementos para la cooperación.
Cultivar la paz como señala el Secretario de las Naciones Unidas significa “reemplazar la división, la exclusión y la desesperación por justicia, igualdad y esperanza para todos” (ONU, 2024). Este 21 de septiembre es necesaria la reflexión, la autocrítica y la corresponsabilidad para mirar a los demás no como adversarios, evitar la retórica polarizante que genera sólo división y fortalece las autocracias.
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Coordinadora de la Maestría en Derechos Humanos y Paz ITESO, integrante del Centro de Estudios para la Paz (CEPAZ) y Secretaria de la Red Nacional de Paz ANUIES. giovanarios@iteso.mx
Estoy de acuerdo con la autora: un diálogo respetuoso y democrático no puede estar centrado en dicotomías polarizantes (pueblo bueno, élites adversarias). Tal discurso maniqueo solo contribuye a exacerbar los ánimos que, en más de una ocasión, terminan en violencias (como el botellazo del fin de semana pasado en Veracruz).