La tortura, pese a su prohibición internacional es una prática común en México que afecta a miles de personas en México, a quienes injustamente se les ha acusado de falsos delitos, se les ha privado de su libertad y de la oportunidad de tener justicia. Además de ser violentadas por este crimen de lesa humanidad se enfrentan a daños físicos y psicológicos irreversibles, mientras que el Estado perpetúa estas acciones.
Es por eso, que el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD) personas sobrevivientes de trotura y sus familiares, presentaron el libro “Tejiendo hilos de resiliencia”, en donde evidencian la violencia institucional, la lucha y los retos que se enfrentan en medio de este sistema, como un símbolo de resiliencia y de alzar la voz.
Por Karen García/ @karen_gdlt
Fotografías Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (CEPAD)
El Centro de Justicia Para La Paz y El Desarrollo (CEPAD) presentó el libro “Tejiendo hilos de resiliencia: memorias de la resistencia contra la tortura en México”. El cual recopila y relata las experiencias y el camino de resistencia de las personas víctimas de tortura, sobrevivientes a esta y de sus familiares que exigen justicia. Estas historias fueron recuperadas durante el Encuentro Nacional de Víctimas de Tortura, realizado en Guadalajara, Jalisco.
El documento es una evidencia de la deuda histórica que mantiene el Estado mexicano frente a este delito. Tan sólo entre enero de 2018 y marzo de 2024 se registraron 21 mil 750 expedientes correspondientes a casos de tortura, de los cuales, se desprenden 28 mil 080 víctimas. Sin embargo, es importante recordar que hay un porcentaje de personas que no denuncian este crimen debido a la desconfianza con las instituciones gubernamentales, quienes son también sus principales agresoras.
Durante la presentación del libro participaron personas sobrevivientes y sus familiares que son originarias de los siguientes estados: Guanajuato, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León, entre otros. Compartieron su testimonio de sobrevivencia, resistencia y lucha y brindaron herramientas de apoyo a personas que son y han sido víctimas de la tortura, al tiempo que emitieron una serie de exigencias para el Estado.
Durante la presentación del libro, Denisse Montiel, Co-Directora del CEPAD describió el texto como un “documento a la memoria”, pues en este se refleja la resistencia de las personas sobrevivientes y de sus familiares. En ese sentido, advirtió que esperan que este sea un material para seguir luchando desde la esperanza y para exigir al Estado justicia, verdad y reparación integral del daño.
Rosa Mora, madre de una persona víctima de tortura del “Caso Tlaxcala”, habló sobre Jorge Hernández Mora, Ricardo Almanza y Sergio Rodríguez, quienes han sido privados de la libertad y son víctimas de tortura desde hace 22 años. La madre de Jorge, ha sido testiga de la violencia ejercida, pues esta ha llevado al deceso de una persona mayor a causa de tortura en el reclusorio.
Sin embargo, el camino está lejos de haber sido fácil, pues a la vez que exige justicia, se ha enfrentado a enfermedades, desgaste físico y psicológico, así como a la inestabilidad económica, situaciones en común que comparte con otras víctimas y familiares. Estos factores han propiciado que la madre no pueda ver a su hijo, pues a Jorge se le trasladó a Durango, dificultando el traslado de Rosa.
“Estamos con esta angustia, con esa zozobra de no saber qué está pasando”, expresó Rosa Mora.
Asimismo, Verónica Razo, sobreviviente de tortura, describió que fue detenida junto con su hermano, quien aún se encuentra en prisión. Y expresó que, “lo que viven no se puede entender”, puesto que, además de ser violentada y encarcelada, se enfrentan con el daño psicológico y la incertidumbre de no saber de sus familiares.
“He sentido en carne propia lo que es la tortura. No sólo la física, emocional. He sentido como te quiebran por completo. Llega un momento en que ya no sabes ni quién eres”, comentó Verónica.
Verónica expresó que tanto la Reforma Judicial como los paros por parte del poder Judicial, los hace tener “incertidumbre del tiempo”, pues los casos dejan de tener seguimiento y, por lo tanto, la “desorganización del poder judicial”, continúa con las torturas institucionalizadas. Además de esto, lidia con la persecución que ejercen el ministerio público y personal de la policía, quienes al ya estar en proceso de enjuiciamiento, vuelven a amenazar, torturar a las víctimas y amedrentar a sus familias, obligándoles a cuidarse “en todo momento”.
“Quisiera poner a esas personas que hacen todas esas reformas, al poder judicial, a jueces. Quisiera poner a su madre o a su hermana o a su hija, del otro lado, que sintieran en carne propia lo que es la tortura”, describió Verónica e instó a que la sociedad apoye a la causa y se sensibilicen, dejando la vergüenza y el miedo por exigir justicia.
“Yo estaré aquí mientras mis piernas aguanten y mi cuerpo aguante para ayudar a los que están allá adentro.”, concluyó.
Así también, Wendy Galarza, activista feminista y sobreviviente de tortura por el caso “9N” en Quintana Roo, reconoció que tanto el Encuentro de Víctimas como el libro son “gratificantes”, pues son una forma de evidenciar las experiencias de las víctimas.
“A veces cuando platicamos de lo que nos pasó, la misma sociedad te señala como revoltosas o que no tenemos nada que hacer. Si supieran que aparte de trabajar defendemos nuestros derechos, habría un poquito más de empatía hacia las personas que seguimos luchando”, expresó Wendy.
“¿Qué podemos hacer después de la tortura que vivimos?”, cuestionó Wendy, ya que el desgaste de exigir justicia y enfrentar la violencia institucional es un proceso doloroso. Sin embargo, la resiliencia de las personas sobrevivientes y familiares, tanto el acompañamiento de las organizaciones y colectivos, les da fuerza para seguir con la lucha.
Alan García Campos, Coordinador de la Unidad de Graves Violaciones a los Derechos Humanos de la Oficina en México del Alto Comisionado de las Naciones Unidas, junto con Andrea Casamento, integrante del Subcomité para la Prevención de la Tortura de la ONU, reiteraron su compromiso con la causa y sobre todo con la prevención, aunque “es una tarea difícil”, aseguraron. Asimismo, expresaron la importancia de que la sociedad se sume a la indignación, para informar, alzar la voz y que la indiferencia no influya.
A su vez, CEPAD denunció la desaparición de Walter Martínez Ortiz, el 27 de agosto en la Ciudad de México, quien es sobreviviente de tortura en Puebla; al ser acusado de los delitos de secuestro, delincuencia organizada y uso excesivo del ejército, crímenes que la organización denomina como “los más utilizados los últimos años”. Y es que identifican un patrón que hace pensar que existe “una escuela de la tortura” en la que se capacita el Estado para incriminar falsamente.
Las exigencias que tanto el CEPAD, como las personas sobrevivientes de tortura y sus familiares hace al Estado se suscriben sobre la prevención, atención verdadera, investigación, sanción a las personas responsables y la reparación del daño. Así como las siguientes:
- Reconocer públicamente la existencia de la tortura en México.
- Agilizar los procesos penales fabricados en contra de las víctimas de tortura que están injustamente privadas de la libertad.
- Investigar los actos de tortura.
- Llevar a cabo un proceso de sensibilización y formación a todas las autoridades. encargadas de prevenir, investigar, sancionar y atender la tortura.
- Recibir atención médica y psicológica adecuada y especializada.
- Reforzar las capacidades de las defensorías públicas estatales.
- Garantizar que las personas privadas de la libertad se encuentren en centros penitenciarios cercanos a sus familiares.
- Dejar de seguir exponiendo ante medios de comunicación a personas inocentes.
- Dejar de utilizar la prisión preventiva.
- Garantizar la reparación integral del daño a las personas que han vivido los impactos de este delito.
Puedes consultar el libro “Tejiendo hilos de resiliencia: memorias de la resistencia contra la tortura en México.”, aquí.
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