Pesimismo Esperanzador
Por Jorge Rocha, académico de ITESO / @JorgeRochaQ
El pasado primero de septiembre Andrés Manuel López Obrador presentó su último informe de gobierno y comenzó la cuenta regresiva para que deje el cargo de titular del Poder Ejecutivo Federal. En un evento masivo en el Zócalo de la Ciudad de México y con la entrega del informe al nuevo Congreso de la Unión, prácticamente concluye este sexenio.
De acuerdo con El Financiero el presidente termina su mandato con un 65% de aprobación, frente a un 33% que considera que tuvo un mal desempeño, es decir, concluye su gestión con un alto nivel de percepciones positivas, a diferencia de su antecesor, Enrique Peña Nieto, que para el ocaso de su periodo, tenía un alto nivel de reprobación social.
Más allá de los dichos del presidente, conviene hacer un primer recuento de este sexenio, que se autodenominó como Cuarta Transformación, equiparándose con momentos históricos del país como la Independencia, la Reforma o la Revolución Mexicana. Habrá que ponderar qué tanto y en qué medida se hizo lo que se prometió.
Aspectos positivos
Desde mi muy particular punto de vista, comparto los aspectos más positivos de estos seis años:
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- El presidente López Obrador logró implementar una política de austeridad en los gastos del gobierno federal. Ante el evidente despilfarro de otras administraciones, en este sexenio la administración bajó el gasto superfluo y sin objetivos, para redireccionarlo en programas sociales y obras de infraestructura.
- El incremento al salario mínimo de forma sistemática y sustantiva; y la regulación del outsourcing fueron acciones que indudablemente necesitaba el país y que eran urgentes para avanzar en el combate a la pobreza y la desigualdad; y para mejorar la vida de muchos hogares en México.
- Los programas sociales del gobierno federal sin duda alguna ayudaron a aliviar la pobreza en el país, el incremento en la cobertura y el aumento en los montos hicieron de esta política una de las acciones más exitosas en este sexenio.
- Como ningún otro presidente, López Obrador logró establecer una relación directa con la población, hecho que lo convirtió en un presidente muy popular y que contaba con el respaldo de las mayorías para el impulso a sus proyectos. Las “mañaneras” fue un mecanismo muy útil para este propósito. La agenda pública a lo largo de este sexenio fue marcada siempre por el presidente.
- Cuando en otros sexenios se apreciaba una relación de subordinación de la Presidencia hacia los grandes capitales, en este periodo la balanza se equilibró y el Poder Ejecutivo logró una relación de diálogo y respeto, con mayor capacidad de negociación y en algunos casos resolviendo deudas tributarias añejas de algunos grandes empresarios.
- Se llevaron a cabo megaproyectos en el Sur del país, que hasta donde sabemos, impulsarán el desarrollo de esa región, por ejemplo, el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Se concluyeron los proyectos y habrá que ver los frutos que se derivan de estas obras.
- La mayor parte del sexenio se mantuvieron estables las variables macroeconómicas del país, a pesar de que se auguraban muchas turbulencias en estos campos. A la par la disminución de la pobreza ha sido la más grande en los últimos sexenios, donde hubo un estancamiento en la materia.
Aspectos negativos
Por otro lado, López Obrador deja saldos que debemos reconocer y que la nueva presidenta deberá abordar, a saber:
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- La mayor deuda que deja el sexenio de López Obrador es la crisis de inseguridad pública que vive el país. A pesar de una baja hacia el final del sexenio, nos mantuvimos en una meseta alta en el número de homicidios, el problema de las personas desaparecidas no tuvo solución y hasta ahora la Guardia Nacional no ha dado los resultados prometidos.
- En la lucha contra la corrupción, a pesar de ser una de las mayores demandas de la sociedad durante el sexenio de Peña Nieto, no se visualizaron avances importantes al respecto, los llamados casos paradigmáticos como la estafa maestra o el caso de PEMEX no tuvieron una resolución satisfactoria y el presidente se negó a indagar a profundidad casos donde estaban implicados funcionarios de su gobierno.
- La relación del presidente López Obrador con las organizaciones de la sociedad civil y con movimientos sociales fue por demás conflictiva. El presidente se dedicó a denostar el trabajo de organizaciones como Artículo 19 o el Centro de Derechos Humanos “Miguel Agustín Pro Juárez, SJ” por citar ejemplos y tuvo serias diferencias con movimientos sociales feministas y colectivos de búsqueda de personas desaparecidas. En este sentido le faltó mucha sensibilidad y hubo pocas acciones de parte del Gobierno Federal las demandas de estos colectivos.
- Sobre todo, en la segunda parte de este sexenio, el Presidente protagonizó un conflicto permanente en contra del Poder Judicial, en lugar de generar un sano y constructivo diálogo. Estas diferencias provocaron que hoy tengamos en puerta una reforma al poder judicial sin discusión y sin consensos sociales.
- Durante la presidencia de López Obrador el cuidado de las relaciones diplomáticas fue muy poco cuidado. Durante estos años entramos en posibles conflictos de forma innecesaria (por ejemplo España) y a la par el Gobierno de México fue muy poco enérgico en denunciar situaciones de flagrantes violaciones a los derechos humanos en otros países (por ejemplo Nicaragua). A pesar de que nuestro país tuvo una política diplomática buena en general, durante este gobierno la forma de proceder fue errática.
- Aunque el presidente afirme que nuestro sistema de salud es mejor que en Dinamarca, lo que es cierto es que el sistema público de salud en el país pasa por una profunda crisis, que se evidenció durante la pandemia derivada de COVID-19 y por los datos que proporcionó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (CONEVAL) de que al menos 50 millones de mexicanos tienen problemas para acceder a servicios de salud. En este campo hay mucho por avanzar.
En la siguiente entrega seguiremos evaluando este sexenio.
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