El pasado es ahora

La calle del Turco

Por Édgar Velasco / @Turcoviejo

Se partió en Nicaragua otro hierro caliente
—Silvio Rodríguez, “Canción urgente para Nicaragua”

Son varias los frases de dominio común asociadas con la historia. Ahora mismo me vienen a la mente dos: «Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla», dice una; la otra: «La historia siempre se repite dos veces: la primera como tragedia y la segunda como farsa» (donde farsa se refiere a su acepción relacionada con la comedia teatral, aunque en los términos de la historia bien podríamos catalogarla como tragicomedia).

Traigo estas frases en la cabeza a partir de un hallazgo que tuve hace unos días. Algo referente a esta anécdota había contado ya en otro lugar, así que lo tomo como punto de partida para esta entrega. Resulta que caminando por Chapultepec nos encontramos en una mesa de libros usados un ejemplar de La sonrisa del jaguar, de Salman Rushdie (Plaza & Janés, 1997). Ya en otra colaboración en este mismo rincón he compartido mi gusto y afición por la obra del escritor nacido en India. Así pues, obvia decir que el libro en cuestión llamó de inmediato mi atención, aunque debo confesar, no sin vergüenza, que si bien conocía el título, no tenía idea de qué va el libro. No me importó: igual lo compré porque se trata de Rushdie y esa colección de Plaza & Janés me parece preciosa y cada quien sus librofetichismos y blablablá… todos esos pretextos que se repite uno en la cabeza para comprar un libro que está en una mesa de usados básicamente porque su dueño anterior —o sus herederos o vayan ustedes a saber quién— ya no lo quería. 

El punto es que me llevé el libro y al día siguiente abrí sus páginas. Lo que encontré me hizo explotar la cabeza: no es, como malamente asumí, una novela, sino una crónica que escribió Salman Rushdie a partir de un viaje que hizo en 1987. «Fui a Nicaragua invitado por la Asociación Sandinista de Trabajadores Culturales (ASTC), la orgaización que cobija a escritores, artistas, músicos artesanos, bailarines y demás bajo el mismo techo. La ocasión era el séptimo aniversario del “triunfo”, como le llaman, del Frente Sandinista».

En algo más de 150 páginas (siempre en la edición de Plaza & Janés), Rushdie da cuenta de cómo era la Nicaragua bajo el gobierno encabezado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional siete años después del triunfo de la revolución que derrocó a la dictadura de la familia Somoza. En las páginas se documenta cómo era la vida en una nación acusada de comunista y marxista-leninista, con el ojo vigilante de Estados Unidos (con Ronald Reagan en la presidencia) y el fantasma de la intervención de la CIA para apoyar a la Contra, como era conocido un grupo armado que realizaba ataques contra los revolucionarios convertidos en gobierno.  

En su viaje, Rushdie habló con excombatientes, con poetas —Ernesto Cardenal, por ejemplo— y también dedica un capítulo a reseñar su encuentro con el presidente Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo. Sí: la misma pareja que hoy, casi 40 años después, encabeza desde hace años la nueva dictadura nicaragüense que viene causando estragos en la nación centroamericana… otra vez, porque ya los había hecho antes.

También aparecen en las páginas sus encuentros con Sergio Ramírez, que entonces era vicepresidente, y Gioconda Belli, la poeta que en aquellos años formó parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Ambos ahora viven en el exilio y fueron despojados de la nacionalidad nicaragüense por oponerse al régimen encabezado por quienes fueron sus compañeros de lucha.

El libro abre con un apartado titulado “Hope: un prólogo” y comienza contando la anécdota de cuando Rushdie fue vecino en Londres de Hope Somoza, esposa del dictador Anastasio Somoza Debayle. En un punto del prólogo, el escritor comparte sus dudas sobre el destino que puede tener el gobierno emanado de la revolución nicaragüense. Escribe: «Conozco la tendencia de las revoluciones a equivocarse, a devorar a sus propios hijos, a convertirse en lo que iban a destruir. Sé lo que es empezar con idealismo y romanticismo y acabar traicionando las expectativas, destruyendo las esperanzas». Vistas a la luz de los días que corren, las palabras del escritor resultaron proféticas: el pasado es ahora.

Pero no fue necesario que pasaran tantos años para que la profecía se cumpliera. La edición de Plaza & Janés es una reedición de la crónica original. En ese entonces la Revolución Sandinista ya había colapsado y, peor aún, se había traicionado. La edición de 1997 abre con una nota introductoria en la que Rushdie apunta:

«En el poder (los sandinistas), habían actuado simultáneamente como políticos comprometidos con la democracia y asimismo como rigurosos censores de la libertad de expresión. Más tarde, en su caída, se comportaron, de nuevo simultáneamente, como auténticos demócratas y asimismo como auténticos oligarcas latinoamericanos (…) Una década después el romanticismo ha dado paso a lo que los cínicos llaman realidad».  

El desencanto con el final que tuvo la Revolución Sandinista no fue menor. Por ejemplo, este texto abre con una epígrafe de una canción que Silvio Rodríguez no quiso volver a cantar desde 2008, según se cuenta en este texto del diario argentino Clarín. «Es que las realidades han cambiado», dicen que dijo el cantautor cubano ante el público nicaragüense que le pedía la canción. Los hierros siguen calientes y aún hay muchas sogas con cebo que no se han partido.

Por su parte, en su nota introductoria, Salman Rushdie escribe: «Resulta evidente que la historia de la que La sonrisa del jaguar es sólo un capítulo no ha tenido un final feliz». Yo lo llevo más allá: no sólo no hubo un final feliz, sino que las diferentes agregados que se han escrito en esa historia sólo han ido empeorando.

La crónica escrita por Salman Rushdie —a quienes sus anfitriones llamaban el escritor hindú, según cuenta—, me dejó pensando: en las revoluciones fallidas, en los movimientos sociales que devoran a sus propios hijos. Aunque no se cobijó en el concepto revolución, la llamada cuarta transformación también terminó por traicionar las expectativas y destruir las esperanzas. ¿Qué enseñanzas deberíamos tomar acá para no repetir los errores que se han documentado tantas veces en otros tiempos y en otras latitudes? Pareciera que estamos empeñados en andar un camino que sabemos de sobra dónde desemboca. Una vez más: el pasado es ahora y, parece, es futuro.

La sonrisa del jaguar cierra con Rushdie contando su diálogo con Silvia, una mujer nigaragüense que vive en Francia y que va de regreso a Europa luego de visitar su tierra natal. Luego de escuchar su desencanto por el estado en el que se encuentra el país, el escritor le pregunta si considera que los revolucionarios deberían pactar con Estados Unidos para detener el asedio y mejorar las condiciones de una nación acorralado por la pobreza.

Silvia responde, y con esto cierro: «Es difícil saber qué hacer. La revolución existe. Tiene que existir, o sin ella no hay esperanza».

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La calle del Turco
Édgar Velasco Reprobó el curso propedéutico de Patafísica y eso lo ha llevado a trabajar como reportero, editor y colaborador freelance en diferentes medios. Actualmente es coeditor de la revista Magis. Es autor de los libros Fe de erratas (Paraíso Perdido, 2018), Ciudad y otros relatos (PP, 2014) y de la plaquette Eutanasia (PP, 2013). «La calle del Turco» se ha publicado en los diarios Público-Milenio y El Diario NTR Guadalajara.

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