La memoria como resistencia social ante las desapariciones

En Pie de Paz

Por Carmen Chinas / @carmenchsa

El 30 de agosto fue establecido como el “Día Internacional de las Víctimas de Desapariciones Forzadas” por la Asamblea General de la ONU en 2010, con el objetivo de visibilizar el dolor que significa la desaparición de personas, sensibilizar a la población sobre la gravedad de esta problemática y solicitar a los gobiernos acciones para frenar este grave crimen.

Al recordar a las víctimas, no solo se honra su memoria, sino que se subraya la necesidad urgente de tomar medidas y políticas concretas para erradicar las violaciones de derechos humanos y prevenir su recurrencia en el futuro.

La memoria es un derecho humano esencial y un deber social que permite a las sociedades no solo recordar su pasado, sino también construir un futuro más justo y buscar sociedades pacíficas. En Jalisco, la lucha por la memoria ha tomado diversas formas, siendo una de las más poderosas y visibles en los últimos años la instalación de antimonumentos.

Estos símbolos, surgidos desde la resistencia de la sociedad civil, son una respuesta a la indiferencia de las autoridades ante las graves violaciones a los derechos humanos, como las desapariciones forzadas y los feminicidios. Los antimonumentos en Guadalajara no solo marcan físicamente el espacio público, sino que también son recordatorios constantes de la resistencia colectiva contra la impunidad.

Los antimonumentos instalados en Guadalajara son testimonios de la lucha por la paz y la justicia en un estado donde más de 15 mil familias siguen buscando a sus seres queridos. Estos símbolos son un recordatorio de que la memoria es un acto de resistencia, y que la lucha por la verdad y la justicia es permanente. Ante la indiferencia de las instancias de poder, los antimonumentos se erigen como baluartes de dignidad y perseverancia, desafiando la narrativa oficial y exigiendo un futuro donde la paz y la justicia prevalezcan, poniendo fin a la impunidad.

En Guadalajara, la resignificación de la “Glorieta de las y los Desaparecidos” —anteriormente conocida como el monumento a los Niños Héroes— es muy emblemática. Esta glorieta se ha convertido en un espacio de encuentro y memoria, particularmente a partir de 2018, tras la desaparición de tres estudiantes de cine en Guadalajara, sus compañeros comenzaron a utilizarla para reclamar su búsqueda, hasta que se fue llenando de imágenes y nombres de personas desaparecidas que hoy ocupan prácticamente toda la base de la glorieta.

El antimonumento denominado “La lucha sigue” fue colocado en septiembre de 2023 en el barrio de San Andrés, cuna del movimiento social juvenil contra la represión en los años setenta. Se instaló en conmemoración de los 50 años de la fundación de la LC 23S (Liga Comunista 23 de Septiembre) y en homenaje a quienes cayeron combatiendo, fueron desaparecidos,  y para quienes siguen luchando por un mundo mejor y más justo. La escultura, colocada en la Plaza Mariano Escobedo, forma parte de un circuito de memoria en el barrio denominado “Enrique Pérez Mora”, que incluye murales y diversos espacios significativos para el colectivo y que en su conjunto constituyen una oportunidad para crear una narrativa alterna desde las resistencias.

La lucha por la memoria es compleja. En junio de 2023, en el centro histórico de Guadalajara, se colocó el “Antimonumento 5J” en memoria de las víctimas del llamado “Halconazo Tapatío”, pero fue retirado por las autoridades el mismo día de su instalación. A pesar de una orden judicial para reinstalarlo, esto no ha sucedido hasta la fecha, lo que muestra resistencia institucional a reconocer y preservar la memoria de quienes fueron víctimas de represión por ejercer su derecho a la manifestación.

La ciudad también ha sido marcada de diversas formas en sus muros. Las numerosas cédulas de búsqueda que los colectivos instalan en el espacio público dan testimonio de una sociedad que, con dolor, exige la búsqueda de los desaparecidos, y son un recordatorio permanente de que los esfuerzos de las familias continuarán hasta encontrarlos.

La paz es fruto de la justicia; la memoria nos permite combatir la impunidad.

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Es una columna colaborativa que busca colocar en el debate público la relevancia de la cultura y educación para la paz. Esta columna es escrita por Tzinti Ramírez, Carmen Chinas, Laura López y Darwin Franco.

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