#HastaEncontrarles
México sufre una crisis en materia de desapariciones y de identificación forense, pues el Estado ha sido responsable de las malas prácticas de búsqueda y de múltiples irregularidades en exhumaciones e inhumaciones de personas fallecidas que no han sido identificadas.
Ante esta realidad, madres buscadoras de todo el país realizaron el conversatorio “Retos, limitaciones y deudas del Estado: Exhumaciones con enfoque masivo en fosa común como una ruta de búsqueda de personas desaparecidas en México”, en el cual se brindó un espacio a organizaciones y colectivos de búsqueda para exhibir los retos de cara a la nueva administración federal que encabezará Claudia Sheinbaum.
En ese espacio, las madres buscadoras de Jalisco alzaron la voz y denunciaron todo lo que se vive en la entidad número uno en desapariciones.
Por Karen García / @karen_gdlt
“El Estado mexicano tiene una gran deuda con las miles de familias que tienen un ser querido desaparecido”, esta fue una de las conclusiones generalizadas del conversatorio: “Retos, limitaciones y deudas del Estado: Exhumaciones con enfoque masivo en fosa común como una ruta de búsqueda de personas desaparecidas en México”, organizado por diversos colectivos de búsqueda de todo el país y las organizaciones Artículo 19, el Grupo de Investigación en Antropología Social y Forense (GIASF), el Centro de Derechos Humanos Fray Juan Larios, la Plataforma por la paz y la Justicia Guanajuato, el Observatorio Etnográfico de las violencias y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS); en éste, se expusieron: los retos, limitaciones y las deudas por parte del Estado en materia de atención, justicia y reparación del daño hacia estos casos.
El conversatorio también buscó crear propuestas para que la nueva administración federal que encabezará, Claudia Sheinbaum, atienda sin pretextos ni excusas todas las demandas de las familias buscadoras de todo el país.
Durante el conservatorio, Isabel Beltrán, integrante de GIASF, expuso que las exhumaciones masivas en el país se han vuelto algo recurrente; sin embargo, las instituciones siguen permitiendo: “malas prácticas porque no toman su responsabilidad en buscar y dar justicia a las personas desaparecida, pues en este país quienes buscan son las familias, no las instituciones”.
“Creo que sabemos que esta es un práctica cada vez más frecuente debido a que en los SEMEFOS hay una sobrecarga en cuanto al número de cuerpos que llegan y el pequeño espacio que hay”, denunció Isabel Beltrán refiriéndose a la práctica incorrecta en las inhumaciones y exhumaciones en fosas comunes, lo que ha derivado a que los cuerpos de personas sin identificar sean llevadas a los panteones municipales.
En consecuencia, los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas afrontan una ardua labor, pues no sólo comparten el dolor de la búsqueda de sus seres queridos, sino que se enfrentan también a un Estado e instituciones que les revictimiza, amenaza y dificulta todos sus procesos de búsqueda.
En la participación de los colectivos de búsqueda de personas desaparecidas de estados como: Morelos, Guanajuato, Coahuila, Chihuahua y Jalisco se expresó sus exigencias hacia el Estado por “las irregularidades y malas prácticas en la búsqueda e identificación de personas fallecidas sin identificar”. De manera colectiva señalaron que “ya no hay confianza hacia el gobierno y sus instituciones por estas acciones”.
De Jalisco, el colectivo Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos en Jalisco (FUNDEJ) mostró su gran indignación porque su estado es la entidad número uno en desapariciones a nivel nacional, traduce también en una clara crisis forense y de localización de fosas clandestinas; “Jalisco es una fosa, México es una fosa”, mencionó contundentemente Guadalupe Aguilar, líder de FUNDEJ.
La integrante de FUNDEJ abordó el caso de los “trailers de la muerte” de 2018, suceso que demostró la crisis de cuerpos que había en el Servicio Médico Forense (SEMEFO), pues estos ya no cabían en las instalaciones, por lo que esta institución decidió colocar los cuerpos en trailers los cuales no tuvieron un adecuado cuidado y manejo.
Cuando ocurrió esto, Guadalupe Aguilar solicitó que el SEMEFO fuera cerrado: “Era imposible trabajar en el segundo tráiler, ya que era una mole”. Por estos hechos, el Gobierno de Jalisco fue acreedor a una serie de recomendaciones en materia de derechos humanos, pero ninguna de ellas han sido atendidas.
Pese a todo este escenario, Guadalupe Aguilar de FUNDEJ precisó que las familias buscadoras de Jalisco han trabajado para buscar a sus amores desaparecidos, pero también para crear marcos legislativos a favor de las víctimas de desaparición: “El conocimiento nos llevará al poder, nadie nos puede engañar porque sí sabemos del tema”, externó Guadalupe, pues al igual que los demás colectivos, quienes han tenido que aprender sobre procesos forenses y judiciales para que las instituciones forenses no les engañen.
Las integrantes del colectivo FUNDEJ compartieron sus experiencias en la búsqueda de sus familiares desaparecidos, lo que ha sido para ellas: un viaje lleno de dolor y preocupación debido a que: “En Jalisco no se encuentran los cuerpos completos, sino segmentados”, esto en fosas mayormente clandestinas. Como es el caso de María Guadalupe Ayala, quien expresó lo impresionante que fue para ella estar presente en las búsquedas que realizan.
“Olía muerte. olía demasiado a muerte. Es una búsqueda difícil, pues encontramos los cuerpos por partes”, explicó la madre buscadora, quien además señaló que en estos momentos veía los rostros de sufrimiento de las personas que localizaban, pensando en que quizá su hijo pudo sufrir lo mismo.
Mismo sentimiento expresó, Martina Cruz, también integrante de FUNDEJ, quien compartió que cuando acudió a la primera fosa y vió como: “de las entrañas de la tierra salían bolsas que ocupamos para la basura, pero que de ellas ahora salían restos humanos”.
Al ver esto, contó, su primer pensamiento fue que quizás pudiera ser su hijo: “Jalisco no ha tenido esa suerte de encuentra a sus hijos completos”, concluyó Martina Cruz.
Por todo esto, FUNDEJ exigió al Estado mexicano y al Gobierno de Jalisco mayor transparencia en la búsqueda y entrega de cuerpos, pues la identificación por medio de ADN no es suficiente: “Nosotras necesitamos fotos, lugar de los hechos, y principalmente que a la hora de la denuncia la gente cuente la verdad”, exigió Guadalupe Aguilar.
Además, el colectivo anunció que continuarán trabajando con una agenda internacional con embajadas y mecanismos de derechos humanos, esto para lograr que el gobierno mexicano actúe con firmeza creando una comisión de la verdad y, a su vez, para terminen de construir el Centro Regional de Identificación Forense en Jalisco.
A pesar de las negligencias por parte del Estado, FUNDEJ resiste, pues han trasladado sus reuniones de trabajo frente a la SEMEFO, esto con la intención de acompañar a las personas que llegan sin ninguna orientación, ya que ellas resaltan que el consuelo es importante y aún más el respetar el dolor de cada familia, pero siempre recordándoles que: “No están solas”.
Aprender de la experiencia de Colombia
Por su parte, Melissa Quevedo, antropóloga forense colombiana, compartió la experiencia que ha tenido, tanto ella como antropóloga como el Estado colombiano, en la búsqueda, identificación y reparación del daño para las personas desaparecidas y sus familias, esto con la intención de exponer los desaciertos, pero sobre todo aquello que ha funcionado, esperando que sea un medio de aprendizaje para la no repetición de los errores que en su país cometió el Estado.
Apuntó que el contexto colombiano viene de 70 años de conflictos armados, donde las desapariciones forzadas, los desplazamientos forzados y las violaciones a los derechos humanos eran habituales y parte de lo que Colombia intentaba erradicar.
Por tanto, señaló que las claves importantes en los procesos para encontrar personas desaparecidas (fallecidas en algunos casos) fue la aplicación correcta de las ciencia y la antropología forense, pues ambas además de descubrir caminos para encontrarles, han concertado procesos para lograr una reparación real y simbólica para las familias de las y los desaparecidos. La antropóloga mencionó que un acierto relevante fue que el Estado colombiano: “busca e investiga desde la institucionalidad con un enfoque interdisciplinario, desde el año 1994, lo cual hace una diferencia”.
Sin embargo, precisó, no todo ha sido acertado, pues el contexto en que ha trabajado es aquel en el que existen: “cuerpos sin encontrar, desaparecidos sin encontrar, fosas clandestinas que ocultan cadáveres y verdades”, donde -además- no hay expedientes judiciales bien integrados y donde, sobre todo, no se ha escuchado atentamente a víctimas ni agresores (esto para poder analizar el porqué lo hacen e identificar ciertos patrones y así brindar verdad a las víctimas). A la par, existe una legislación robusta, con protocolos y procedimientos, pero que no siempre son aplicados, pero también se condice con una sociedad que: “piensa que el problema de desapariciones no les afecta, que es asunto de otros”.
La antropóloga forense compartió que en Colombia se ha aplicado la búsqueda integral compuesta por la investigación, la localización y la entrega, mediante una “justicia transicional”, lo que ha contribuido a la reconciliación y la prevención de nuevas violaciones de derechos humanos, pues se ha reconocido a las víctimas de abusos pasados como “titulares de derecho”, de esta forma se ha fortalecido la confianza de los ciudadanos hacia las instituciones del Estado.
“La característica de la justicia transicional es que la centralidad son las víctimas, los derechos de las víctimas y la reconciliación. Hay tres derechos que son innegociables en el marco de la justicia transicional que es el derecho a la verdad, la justicia y reparación integral y no repetición.”, explicó Melissa Quevedo.
Melissa también visibilizó la difícil labor de los antropólogos forenses, pues se trata de un proceso arduo que puede provocarles frustración al tener un cuerpo y no poder identificarlo: “No es un montón de huesos”, expresó. Sin embargo, también hay momentos que son de reparacion para ellos, pues comentó que:
“Realmente he podido constatar que encontrar un cuerpo, entregárselo a la mamá, buscarlo éticamente, escuchar a estas mamás, eso los repara a ellos y a los forenses”. detalló la forense al explicar sus dificultades.
Finalmente, compartió que en Colombia han recurrido a la “memoria histórica” y como parte de esta; por ello, se creó “el bosque de paz”, un espacio en el cual involucraron a personas que “no tenían nada que ver con los casos” para sembrar un árbol en honor a las personas desaparecidas y fallecidas. De esta forma además de involucrar a la sociedad en los casos de desaparición, también se da acompañamiento a las familias víctimas de desaparecidos.
Excelente reportaje
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