El último habitante del edificio Puebla 129

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“La gentrificación nos llegó” dice Daniel Mendoza Alafita, fotógrafo y cineasta. Él y su Estudio – Taller Selenium tienen escasos 3 meses para abandonar el espacio que fue su hogar durante más de 3 décadas en Santa María la Ribera

Texto y fotos: Isabel Briseño y cortesía Daniel Mendoza Alafita / Pie de Página

CIUDAD DE MÉXICO.- La luz roja en el cuarto oscuro del estudio taller Selenium está a punto de apagarse. Luego de 30 años de sostener de manera independiente el proyecto cultural, ahora debe hacer una pausa indeterminada ante la amenaza de un desalojo.

Estudio Selenium, taller y museo dedicado a la formación de personas interesadas en la fotografía fisico química, más conocida como análoga, está a punto de poner fin a su historia en la colonia Santa María la Ratera.

Selenium, ubicado en una esquina privilegiada del 129 de la calle Sabino, se prepara para ser desalojado, luego de resistir ventas ilegales y un proceso legal largo que fue ganado por empresarios.

El despojo

El edificio de seis departamentos se ha vendido en dos ocasiones. La primera dueña del edificio murió y sus hijos vendieron.

Con los nuevos dueños, Mendoza logró llegar a un acuerdo para que el proyecto de Selenium continuara, pero luego desaparecieron sus arrendatarios.

Pasó algún tiempo,. y un año antes de la pandemia llegó un documento que daba aviso sobre la nueva venta, pero además decía que no había inquilinos.Los nuevos propietarios nunca fueron a presentarse.

Desde la pandemia, el académico ha dado la batalla en un proceso legal para defender sus derechos como inquilino. Lo hace junto a sus vecinos. Sin embargo, todos perdieron el juicio.

Un par de meses y una aportación económica, es lo que pudo obtener Daniel Mendoza antes de desalojar el inmueble.

De la vieja guardia 

Fotos: Del archivo de Daniel Mendoza

Mendoza Alafita, maestro impresor y fundador  de Selenium, llegó en la década de los 90 a vivir en el departamento no 4 del edificio Puebla.

Actualmente, el proyecto Selenium tiene tres de los 6 departamentos por los que pagaba una renta congeladas de 6 mil pesos.

Los otros tres departamentos estaban ocupados por otra familia, que cuando empezaron a llegar los documentos temieron sufrir un desalojo y mejor se.

Alafita y su estudio Selenium son el último habitante de este histórico inmueble.

Mendoza Alafita nació en la ciudad de México en 1957. De padre oaxaqueño y madre veracruzana, a los cuatro años se lo llevaron al interior de la república. Su formación fue en Xalapa y un poco en el Istmo.

El abuelo de Daniel era del Espinal Oaxaca y fue un fotógrafo de agüita en Juchitan, el maestro recuerda que su abuelo estaba en la calle con su cámara durante horas.

“Ahí me formé con un fotógrafo de agüita de hace 70 años, y entonces nosotros continuamos con esta tradición de la fotografía antigua que ya se perdió”, indicó Daniel.

Estudió en la Universidad Veracruzana en la Facultad de Artes Plásticas la licenciatura de artes visuales con especialidad en cine fotografía.

El fotógrafo y profesor llegó a la Ciudad de México desde Veracruz para hacer  fotoperiodismo en el año de 1993 en la agencia Imagen Latina. Posteriormente trabajó en otras agencias y periódicos nacionales.

Alafita recuerda que en el año 2000 llegó el mundo digital a los periódicos y las agencias y con ello su salida del fotoperiodismo.

La cámara más antigua de la colección de Alafita data de 1919, aún trabaja con ella y enseña a sus alumnos. Nunca quizo trabajar con equipos digitales. Foto: Isabel Briseño.

“Yo vengo de la vieja guardia de la fotografía físico química. Yo siempre digo que soy de la Edad de Piedra” comenta.

El estudio taller Selenium también ha servido como locación y se han filmado unos cinco documentales. Foto: Isabel Briseño

Cuando dijeron que iba a desaparecer la fotografía físico-química y la película, Daniel cuenta que se aferró y dijo: no es cierto, no va a suceder eso, no va a desaparecer.

Y así fue, al menos para él. Conservó todas las herramientas y todo el equipo para seguir trabajando en el producto físico químico.

Mucha gente empezó a deshacerse de sus laboratorios y de su equipo, mismo que Alafita recibió a manera de donación, lo que dio vida al estudio Selenium.

En uno de los 3 departamentos se encuentra el acervo fotográfico que comprende aproximadamente entre 50 y 60 años de trabajo fotográfico.

“Es toda una historia donde también hemos apoyado a muchas escuelas de cine y fotografía a formar sus laboratorios dándoles equipo”

Ahora el profesor hace una depuración porque deben mudarse con la menor cantidad de cosas posibles, aunque ello represente una hazaña.

“Uno de los grandes problemas, es que las rentas son impagables. Después de tener tres departamentos prácticamente es imposible tener ahora uno”, lamenta Daniel.

Nos alcanzó la gentrificación

Cuando Alafita llegó a vivir a la Colonia Santa María la Ribera era accesible y mucha gente no quería vivir en esa zona debido a la mala fama de asaltos.

“Vivir aquí no era caro, una renta te costaba 500 pesos hace 30 años y vivías en el centro de la ciudad, pero ahorita ya es imposible y nosotros ya lo estamos viviendo”, lamenta.

Por tres departamentos pagában 6 mil pesos porque tenían la renta congelada.

“Ahorita tú sales y te espantas de los costos de la rentas que están por las nubes con micro departamentos de dos habitaciones que te cuestan 30 mil pesos” dice el cinefotógrafo. 

La colonia Santa María era muy popular, Daniel recuerda que había barrios, había vecindades y era muy interesante vivir dentro de ese vínculo cultural del barrio que prácticamente está desapareciendo.

“Se está perdiendo esa cultura chilanga de barrio porque prácticamente se está llenando  de extranjeros y las personas ya no se relacionan de la misma forma”, lamenta. 

Edificio Puebla, en la colonia Santa María La Ribera, del número 129 de la calle Sabino. Foto: Isabel Briseño

Otro ejemplo, lo señala Mendoza en los comercios y restaurantes tradicionales que  prácticamente desaparecieron.

“El Museo de Geología es de lo que queda, pero lo abren cuando quieren; ahí a lado pusieron dos conejeras nuevas que cuestan 30 mil, 35 mil pesos la renta”, reprocha. 

Para Alafita, vecindades y barrios están desapareciendo en buena parte, debido a los desalojos ilegales; quienes se mantienen, es porque están en lucha resistiendo.

“A nosotros nos daba miedo pasar por un desalojo ilegal, imagínate que lleguen a las 3 de la mañana 200 seres que te tumban la puerta y te sacan toda la calle”, explica.

La problemática también se agudiza en las personas de la tercera edad que son desalojadas de sus viviendas u olvidadas por su familia y quedan abandonadas en situación de calle.

Mendoza indica que Santa María la Ribera se ha convertido en una colonia de extranjeros  con dólares y euros que les da la capacidad de pagar 25 mil pesos por un mini departamento.

“Uno como académico que gana 3 pesos, 5 pesos al mes ¿qué haces, a dónde te vas a vivir?, por eso la gente está saliendo del centro de la ciudad, por la gentrificación”, explica Alafita.

Entonces dejó de ser Santa María La ratera para convertirse en la nueva Condesa, como le dicen ahora.

“La zona centro de la ciudad de México va a ser en un momento, imposible de vivir para los chilangos”.

El edificio Puebla es del año 1940 aproximadamente y es de los pocos edificios históricos que quedan en la zona.

“La historia no le importa a nadie, han destruido varias casas que pertenecieron a personajes como Gabilondo Soler, Salvador Díaz Mirón y Sor Juana Inés de la Cruz para hacer conejeras” reprocha.

Conejeras, se refiere a la construcción de departamentos de dos habitaciones con costos exorbitantes aproximados de 5 millones de pesos o el alquiler de 30 mil  a 50 mil pesos mensuales.

“Ahora viven cinco seres en un cuarto y pagan lo que yo pago por tres departamentos completos, por favor, así se ha acostumbrado a vivir la gente y antes eso no sucedía pero la gentrificación está terrible” explica. 

Alafita comenta que su salario como docente y pensar el estudio taller Selenium como un espacio cultural colectivo de intercambio y no como una empresa, fueron algunas de las condiciones que le impidieron comprar una casa.

“En esta ciudad no importa la cultura, lo que importa es el dinero, hacerse ricos y la cultura que se vaya al carajo”, recrimina.

Y aunque de momento el futuro de Selenium y de su fundador es incierto, una cosa está clara, la idea es que el taller estudio continúe, aunque de momento no tengan ubicado un espacio nuevo que vuelva a abrir sus puertas a quien guste de la fotografía a la “antigüita”.

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Este texto se publicó originalmente en Pie de Página, se reproduce en virtud de la #AlianzaDeMedios de la que forma parte ZonaDocs:

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