La importancia del “NO” en la resistencia

Manos Libres

Por Francisco Macías Medina / @pacommedina (X) / @FranciscoMacias(TG)

En un curso con Francisco Cascón Soriano para aprender la resolución de conflictos, se nos invitaba a manera de juego que la mitad del grupo tratara de convencer a la otra mitad con un “sí”, mientras que la otra parte insistentemente respondía “no”. Con el paso del tiempo y las respuestas constantes, se alzaba más la voz y surgía la frustración. Se apreciaba claramente que el “no” tenía una fuerza que no habíamos descubierto la mayoría de las personas.

Oponerse a algo, ya sea para impedir el desarrollo de algo o para proponer una razón contra lo que alguien dice o siente, son significados de diccionario pero que nos dicen mucho cuando lo que origina esa lucha involucra la dignidad de las personas.

Hay quien piensa que “lo que resiste apoya”, bajo las ideas de una política cercana desde una visión reducida de poder, que en este caso no es aplicable por tratarse de las vidas de personas concretas, como es el caso de las Comunidades de Temacapulín, Acasico y Palmarejo.

Su “no” firme para impedir que se inundara su comunidad por la construcción de una presa que sólo abastecía la ambición y poder de gobernantes, así como de constructoras siempre insatisfechas en la obtención de ganancias a costa del medio ambiente, es claramente un ejemplo actual de esperanza.

A propósito del acto simbólico en el que el Gobierno de la República realizó el reconocimiento de responsabilidad y disculpa pública por el caso de la presa El Zapotillo, deberíamos aprovecharlo para descubrir algunos de los signos y llamados en nuestros tiempos donde lo efímero y lo polar son características constantes.

Atrás del NO de la comunidad de Temaca, siempre hubo el SI a las causas.

La comunidad dijo NO a la renuncia de su historia conectada con su pasado y sus símbolos, porque entendieron que su existencia futura dependía de ellos.

Dijeron No a decidir su propia existencia, con sus propios medios, sueños y deseos como comunidad contra una “idea” de desarrollo encubierta con un discurso de “todos/as”, pero que en realidad respondía a unos cuantos, con intereses muy precisos, con poder específico que nada tenía de relación con la vida de la comunidad.

Dijeron No al aislamiento para tejer con otros colectivos que luchas por su territorio, con organizaciones civiles de largo camino, con universidades y actores que abrieron sus ojos y su palabra, para encontrar un significado para ellos y mostrarnos lo que nos conectaba.

Dijeron No a rendirse ante la desesperanza a pesar de que hubo momentos graves represiones y anulaciones que buscaban convertir la comunidad en un vestigio pasado, cuando su valor está en el presente.

Atrás de lo anterior, hubo siempre un SI, a la causa de la vida y el territorio, a convertir su lucha en un camino de aprendizaje para los que no identificamos lo colectivo, para compasivamente mostrarnos que no hay conocimiento o espiritualidad sin causas y sin rostros concretos.

Un SI fuerte en recorrer procesos largos, en crear esperanza ante la desesperanza, como un antídoto a la declaración urgente, la investigación o la planeación financiada por algún organismo solidario. Se trata de el propio camino de los latidos de una comunidad que llegó a foros, universidades, instancias éticas internacionales y formales de mecanismos globales, deja una cosecha abundante de las distintas formas de defender los derechos humanos.

El origen de la palabra disculpa viene del prefijo privativo dis antepuesto a culpa, lo cual equivale a “perdonar por culpa” (elcastellano.org), por lo que el acto que ocurrió hace unos días no se trata de una pasarela de agentes de Estado que reconocen lo que los otros debieron hacer y que ellos les toca precisar, sino de haber acudido con  “culpa”, con reconocimiento del daño hecho, con la precisión de lo que originaron las acciones y omisiones para que éstas no vuelvan a ocurrir y con la intención de reconectarse con la misma comunidad, sólo así puede hablarse de un acto de reparación del que todavía falta mucho por parte de las autoridades.

Mientras tanto conmemoremos que “Temaca ¡Vive!” y que nosotros/as en ella.

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Francisco Macías Migrante de experiencias, observador de barrio, reflexiono temas de derechos humanos.

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