El chiste es aplaudir: ¿Un FICG tibio en tiempos de crisis?

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Por EL

En medio de una crisis política y de inseguridad dentro del estado de Jalisco, se llevó a cabo el Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), en su edición número 39.

Dicho festival, según actores y directores prestigiosos a nivel nacional, en el pasado fue un trampolín para alcanzar la difusión y aceptación esperada después de realizar cualquier pieza cinematográfica.

Esta edición presentó varias “anomalías” que vale la pena recapitular; desde una mala organización que pudo apreciarse tanto en la gala inaugural como en la clausura del festival, como la falta de jurados y ganadores presentes.

Pero lo más destacable de esta edición son las decisiones curiosas dentro de la operación del festival: Trabajos que denunciaban problemáticas sociales concretas y que señalaban directamente a instituciones gubernamentales o al estado como directos responsables parecieran haber sido ignorados tanto por la programación de dicho evento como por los jurados.

Ejemplos sonados son el del largometraje documental “Estado de Silencio” dirigido por Santiago Maza, en donde participan de manera protagónica periodistas importantes para México como: Marcos Vizcarra y María de Jesús Peters Pino, tuvo solamente exhibición en los días con menos flujo de visitantes en el festival (a partir del jueves, después de que el mercado de FICG cerrará), y cuya tercera y última función fue al mismo tiempo que la ceremonia de clausura, la cual se llevó a la mayoría de los espectadores. Demostrando que a la organización del festival no le importó siquiera que esta película estuviera producida por Diego Luna (cuya imagen aprovecharon hasta el cansancio para mostrar que tiene “pesos pesados” entre sus invitados).

Quizá una de las mayores ofensas de esta “tibieza” política fue la premiación de la categoría “Hecho en Jalisco”, que en palabras del mismo FICG, es un paréntesis importante para la descentralización del cine nacional.

Este lo ganó el cortometraje “Bumbumpapá” dirigido por Alexis Gómez, el cual fue filmado en otro estado, con un equipo de trabajo que en su mayoría eran de otras entidades o extranjeros. Además, no pudo presentarse a recibir su premio en la ceremonia, así como ningún miembro de la producción.

El cortometraje ganador presenta una problemática abstracta que, si bien, puede funcionar para lograr hacer el conflicto más universal, resulta ligero y genérico en una categoría donde varios trabajos presentaron problemas directos que afronta la población de Jalisco que necesitaban ponerse sobre la mesa.

Cortometrajes como “Elevación” (del director Gabriel Esdras, estrenado en el Festival de Cannes en Francia) que habla de problemáticas sociales que afectan a los ciudadanos, no sólo a nivel Jalisco, si no a nivel nacional, como la creciente militarización, la crisis de desaparecidos y la campaña del miedo que propicia el estado; y otros como “Corazón de Centinela” (de los directores Alejandro de la Torre, Andoeni Padilla y Sergio Rosales) que habla de la negligencia del estado para atender a pacientes que son seropositivo, o “Misocompra” (dirigido por Andrea Ro Riggen y Samantha Barbosaun) que nos sumerge en pequeño viaje que muestra lo complicado que es abortar de manera segura en una entidad que no es capaz de garantizar el derecho a decidir en mujeres y personas gestantes, fueron ignorados completamente por el jurado, lo que nos obliga a preguntarnos: ¿Hay intereses políticos dentro del festival?

No sería una sorpresa para nadie, pues es bien sabido por la población tapatía que el rector de la Universidad de Guadalajara y el gobernador de Jalisco, han creado una alianza disfrazada de amistad para mantener y obtener el subsidio nacional. Esta alianza, más que beneficiar a los estudiantes, terminó inflando la cartera de algunos cuantos y problematizando aún más la represión a movimientos estudiantiles (tales como el Halconazo Tapatío del 2020 o la represión a los colectivos a favor de Palestina).

Cabe mencionar que dichos actos represivos, no fueron nombrados por los directores y actores jaliscienses que tuvieron la oportunidad de subir al escenario, creando una ambiente bastante tibio en una muestra que estaba compuesta con diversas piezas que cuestionaban las decisiones del gobierno actual. Los únicos comentarios políticos mencionados en la premiación hacían referencia a conflictos que aunque importantes, como el genocidio Palestino, las acciones fascista de Milei en Argentina y la masacre del 2 de octubre del 68, no representan una realidad actual para los pobladores de Jalisco; es decir, son la opción segura para que el FICG siga usando esa máscara de “activismo” y “revolución” que suele vender a sus participantes y asistentes.

En medio de la penumbra que envuelve al estado de Jalisco, es necesario hablar y crear realidades que nos identifiquen. Es importante recordar la importancia del arte como herramienta de denuncia y catalista para el cambio.

Felicitamos que, en esta edición, muchas voces se alzaron para denunciar las inseguridades del estado. No queda más que decepcionarse de la actitud hueca y “segura” de un Festival muy importante para la ciudad que continúa, cada año, cayendo al olvido y la irrelevancia por su falta de visión por el progreso y el cine.

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Somos un proyecto de periodismo documental y de investigación cuyo epicentro se encuentra en Guadalajara, Jalisco.

3 COMENTARIOS

  1. Que maravilla. Por fin poniendo por delante la calidad del cine y no los activismos y agendas políticas. El “fascista” Milei. Quien te crees para tirar línea política.

  2. Como artista, exproductora, colega y amiga de varios involucrados en el FICG… Me complace leer éste artículo. Es bastante frustrante ver cómo el arte se olvida del contexto y deja de lado o apoya menos y difunde menos, cuestiones que nos corresponden a todos como sociedad en un mundo tan cambiante. El arte es político SIEMPRE, pues denota el contexto en diferentes niveles y desde distintas perspectivas, incluso si se habla de escenarios ficticios, pues las propuestas e imaginaciones no salen de la nada, son reflejo eterno de cómo se percibe o quisiera percibir el entorno.

  3. Y prosiguiendo con mi comentario anterior, afirmo que hasta la indiferencia y tibieza son un reflejo fuerte de la sociedad mexicana y los intereses políticos. Incluso si las personas involucradas en la organización estuviesen conscientes de la importancia y necesidad misma de los mensajes que se generan por medio de la pantalla, que no lo dudo, están sujetos a las inclinaciones políticas que tiene la institución principal que lo mantiene. No diré más. Que afortunado es ver un texto un poquito más crítico, gracias.

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