En el marco del Día internacional por la salud menstrual se inauguró la exposición “Ritos mensuales, Vergüenza y menstruación” en la Galería María Izquierdo de las instalaciones del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).
Dentro de esta jornada de actividades, mujeres y personas menstruantes de la Universidad de Guadalajara (UdeG) compartieron sus experiencias y sentipensares sobre la menstruación.
Por Aitana E. Rodríguez/ @aitana.erg
“Yo menstruo” fue el nombre de la jornada de salud menstrual impulsada por estudiantes artistas en colaboración con el Centro de Estudios de Género del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH). ; su objetivo es visibilizar y reivindicar los estigmas y la vergüenza asociada con el ciclo menstrual.
Después de la presentación de los resultados de la Encuesta Universitaria de Menstruación “Fluye con seguridad”, que subraya la necesidad del acceso a recursos para la gestión de la salud menstrual, se realizó un taller coordinado por la investigadora Rosario Ramírez y la estudiante Carolina Ojeda.
En este espacio se entabló un diálogo a partir de los sentipensares de las personas participantes para reflexionar sobre estereotipos de género, las experiencias menstruales y cómo estos afectan su vida diaria. Las organizadoras subrayaron la importancia de visibilizar y valorar las experiencias de las mujeres, buscando romper con los estigmas y promover una cultura de respeto y comprensión.
Al preguntarle a una de las participantes sobre su experiencia participando en este taller compartió:
“Pensando en lo que me dejó el taller, creo que me da mucho este sentido de responsabilidad de mi autoconocimiento para poder tener un mejor manejo de mi ciclo, de qué día a lo mejor estoy más en disposición de tener un proceso creativo o qué días tengo que darme esta oportunidad de descansar un poquito quedarme en casa y vivir la menstruación, ¿no? O sea, que haya tiempo también para menstruar y que no sea como todo el tiempo estar productiva y tenerme que esconder o guardar ese dolor para mí”.
Asimismo, se inauguró en la galería María Izquierdo la exposición “Ritos mensuales, vergüenza y menstruación”, en la que las participantes del taller colaboraron en la creación de un tendedero de experiencias y pensamientos sobre la menstruación. Mediante esta exposición se buscó representar la menstruación desde diversas perspectivas, reflejando la variedad de vivencias biológicas, emocionales y sensuales de las mujeres.
Las participantes destacaron la importancia de eliminar la incomodidad y la vergüenza asociadas a la menstruación, tanto en espacios públicos como en la intimidad de los hogares. Entre las reflexiones, señalaron la necesidad de no normalizar la productividad a pesar de los dolores menstruales, así como, la violencia que muchas veces acompaña a la menstruación. Al finalizar, dialogaron sobre la importancia de crear espacios para encontrar un sentido de comunidad y fortaleza colectiva como una herramienta para desafiar tabúes y promover una mayor comprensión y aceptación de esta experiencia natural.
Por otro lado, Valentina Díaz, quien colaboró en la creación de esta exposición, y otras artistas, se enfrentaron al reto de representar la menstruación más allá del símbolo de la sangre. Ella se inspiró en la idea de las ancestras, para compartir la importancia de crear espacios para platicar y escuchar sobre los cambios generacionales y la transformación de las vivencias e ideas en torno a la menstruación. La pregunta detonante fue “qué granito de arena podemos ponernos nosotras para quienes siguen”
“Mi obra la hice relacionada con las ancestras, estas mujeres, que también han participado en mi educación de la menstruación. Somos un montón de mujeres y todas tienen perspectivas super diferentes, todas tienen una historia detrás de su menstruación, el dolor de la menstruación y aprendemos también de todas las experiencias y diversidades”, compartió Valentina.
Para finalizar, una de las asistentes compartió su pensar después de la jornada de salud menstrual y expresó su esperanza de que los programas de apoyo menstrual se institucionalicen y se mantengan con continuidad en cada semestre. Consideró necesario que las próximas administraciones den seguimiento y mejoren desde una perspectiva colectiva estas iniciativas, con el fin de que llegue a todas las personas menstruantes de la comunidad estudiantil que se enfrentan a mayores obstáculos.
“Yo creo que el tener estos espacios es un ejercicio de homenaje a nuestras ancestras que creo que lo hacían desde otros lugares, a lo mejor más en secreto, entre mujeres, y creo que al mismo tiempo es como nuestra responsabilidad dejar esa herencia a las que vienen y yo, por ejemplo, pienso mucho en mi hermanita. Ella ahorita tiene 13 y pues yo espero que ella no viva como esa culpa de sentirse, a lo mejor sucia o de tener que esconder sus productos de higiene menstrual”.
