Eduardo González Yáñez, autor del recientemente publicado “Así es el Amor de Fuerte”, comparte su experiencia escribiendo una novela que recorre el país a lo largo y a lo ancho a través de las décadas como lo recuerda Rocío: una mujer en una casa de descanso que se obstina en recontar sus amores, desamores, y aventuras.
Por Andrés de la Peña /@andres_dlap
Así es el Amor de Fuerte es un monólogo de noventa y cuatro páginas, narrado en la voz de Rocío: una adulta mayor en un asilo que, orgullosa, obstinada y hasta necia insiste en recontar su vida desde su primer amor. El libro fue uno de los 10 seleccionados para publicación en la generación 2023 de “La Maleta de Hemmingway”, una convocatoria de la Secretaría de Cultura de Jalisco para autorxs de primera publicación.
En entrevista con ZonaDocs, el autor de la novela, Eduardo González Yáñez, explica cómo, de la necesidad de escribir, de los tiempos de encierro bajo la pandemia por COVID-19, y de los últimos años de vida de su abuela, nació este texto:
“Mi abuela acababa de morir y yo tenía un par de años yendo a visitarla al asilo, me parece muy interesante pensar en en las formas en las que una persona se reinventa y particularmente la reinvención en la vejez”.
Sin una sola frase en narración despersonalizada, el libro completo es la voz ininterrumpida de Rocío. El texto es al mismo tiempo tanto una recolección de memorias, lugares y momentos históricos (algunos de importancia internacional) como una cariñosa reflexión sobre el envejecimiento y el fin de una vida, pero siempre con un tono cómico, sarcástico y en ocasiones delirante:
“Se toma muchas licencias. En las cosas que cuenta Rocío hay algunas que dices: eso no pudo haber pasado, no puede ser que tenga una carta de Löpez Mateos. Pero la realidad es que ¿quién le va a decir que no a una vieja?”
La vida de Rocío fue intempestiva, atrabancada, salvaje y apasionante. Ella es una mujer “profundamente revolucionaria, libertaria y transgresora sin saber que lo estaba haciendo” en palabras de Eduardo.
Este es uno de los aspectos más interesantes de la narrativa histórica y política de esta novela: en lugar de volcarse en un análisis sistemático y meticuloso del entramado social mexicano y los momentos que atraviesa Rocío a lo largo de los años, apuesta por la desfachatez de este mujer que no le pide perdón a nadie por nada. Por ejemplo, Rocío aporta más de una perspectiva crítica sobre la crianza, pero sin darle vueltas o andar por las ramas:
“¿Cómo le hiciste para que tus hijos te salieran tan buenos?, me preguntó Inés una vez (…) ¡No chingues, Inés, si no son frutas!, le contesté . ¿Cómo que cómo me salieron tan buenos? ¡Pues si yo los eduqué!”
Por eso esta novela dedicada enteramente a Rocío puede constituir una reivindicación, sin tanta ceremonia y parafernalia.
“Hay puntos de la historia personal que uno cree que no son importantes y que a las demás personas les parecen trascendentales. Yo creo que eso ocurre mucho con los ancianos cuando te enteras de las cosas que hicieron de jóvenes y dices: ¡ay! pero cuéntame más, y hasta con cierto tedio hay quien te puede decir: ¡Ay, no! ¿para qué quieres saber eso? pero no porque sea secreto”.
Entonces, ¿qué convierte a Rocío en una personaje tan entrañable y divertida de leer? Pues que voltea el libreto. Eduardo explica así el rasgo más distintivo de esta mujer:
Rocío sí tiene un sentido muy grande del ser propio. Ella sí cree que su historia, vale la pena y sí cree que es lo más increíble que le pudo haber pasado a cualquiera… y tiene muchas ganas de contarlo. Eso me gusta de la personaje, no tiene reparo en no dejar dormir a su amiga. No tiene reparo en repetir las historias, ella sabe que su historia debe ser contada.
El texto también se aventura en la pérdida de memoria, en las frustraciones relacionadas con la disautonomía y la condescendencia, las pequeñas violencias de quienes no atraviesan esos procesos contra quienes sí. Pero tampoco construye a Rocío ni como víctima ni como blanca paloma:
Yo creo que Rocío es una persona es una mujer profundamente infantil. Cuando me preguntas por sus anhelos, yo me remito a escenas tan sencillas que caen en lo absurdo: a ella la vida no le pasa, ella lo que quiere seguir bailando con chingos de hombres, tener todavía la fila de pretendientes y que su papá le siga resolviendo la vida. Que sus hijos sigan siendo niños a quienes resolverles la vida sin esposas y nueras…
Por eso al final es un personaje tan rico de leer: porque es complejo, aún cuando es sumamente simpático. Llega a romantizar hasta los momentos más cruentos de la historia mexicana porque decidió que su historia es una aventura.
Hay un tratamiento por ahí, en una de estas capas políticas, en torno a los cuidados. Ella sí está enojada por haber terminado ahí. Ella no entiende este asunto de que ella sembró eso. No porque sea la culpable de que la hayan abandonado (…) Ella vivió la vida cuidando hombres que nunca se quedaron con ella.
Definitivamente es una lectura valiosa, divertida, ligera, pero profunda. Se le puede encontrar, como otros textos publicados bajo el paraguas de la convocatoria “La Maleta de Hemmingway”, en la librería Mariano Azuela en el Centro de Guadalajara, junto al Ex Convento del Carmen.