En conmemoración de la histórica fuga de la Penitenciaría de Oblatos en Guadalajara, ex guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S) se reunieron para recordar uno de los actos que marcó un hito en la lucha contra el autoritarismo en México. Antonio Orozco Michel, uno de los fugitivos, compartió detalles durante el conversatorio que culminó con la proyección del documental ‘Oblatos, el vuelo que surcó la noche’.
Por Mario Marlo / @Mariomarlo
A 48 años de la fuga de la Penitenciaría de Oblatos, los colectivos Memoria y Resistencia Francisco Mercado Espinoza y Reyes Crespo, conformado por ex guerrilleros de la Liga Comunista 23 de Septiembre (LC23S), organizaron un conversatorio y presentaron el documental “Oblatos, el vuelo que surcó la noche” del director Acelo Ruiz Villanueva en la Plaza de San Andrés en Guadalajara, la noche del lunes 22 de enero.
El conversatorio, que contó con la participación de ex guerrilleros de la LC23S, fue inaugurado con la presencia de Antonio Orozco Michel, uno de los cinco reclusos que lograron fugarse de la Penitenciaría de Oblatos el 22 de enero de 1976.
Ante una audiencia compuesta por ex integrantes de la LC23S, vecinos y estudiantes, Antonio Michel expresó su agradecimiento a los presentes por acompañarlos en la conmemoración de uno de los momentos más significativos durante la lucha en los años 70s, marcado por la represión estatal contra los jóvenes y el pueblo:
“En este aniversario, agradecemos a todos por acompañarnos en la celebración de una acción que llevamos a cabo motivados por un ideal de cambio revolucionario. Fuimos a la acción de la fuga con la convicción de reincorporarnos a la actividad revolucionaria de la Liga Comunista el 23 de septiembre. Ahí pusimos a prueba nuestra convicción de que lo que estábamos haciendo era justo y necesario”, declaró Michel.
Durante el evento, Michel rindió homenaje a sus compañeros desaparecidos o asesinados en los años 60 y 70. “Esta conmemoración es también un tributo a nuestros compañeros que ya no están. Fuimos víctimas de una guerra de exterminio, pero a pesar de todo, no nos arrepentimos de haberlo hecho”, afirmó.
Además, Antonio Michel destacó el papel crucial de sus familiares, especialmente de su madre y la madre de Enrique Pérez Mora, quienes introdujeron las armas que facilitaron la toma de la caseta número nueve y la fuga:
“Nuestras madres desempeñaron un papel crucial al apoyarnos en la introducción de armas para la toma de la caseta nueve y desarmar a los policías rurales. Su valiente contribución facilitó el descenso de la muralla”, señaló el ex guerrillero.
Asimismo, Michel detalló las dificultades que enfrentaron después de la fuga al carecer de una estructura segura, lo que los obligó a dispersarse y enfrentar situaciones de alto riesgo en la ciudad de Guadalajara.
“La ciudad se convirtió en estado de sitio, obligándonos a refugiarnos en diferentes lugares y finalmente a sobrevivir gracias a la solidaridad de una familia de San Gaspar”.
La Fuga del Penal de Oblatos
En el año 1975, el Penal de Oblatos, ubicado en Guadalajara, Jalisco, albergaba en su Departamento G a diversos presos políticos vinculados a la LC23S, así como a miembros de las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FRAP) y la Unión del Pueblo. El Departamento G, una zona de máxima seguridad apodada popularmente como “El Rastro”, se constituía como una fortaleza junto a un antiguo matadero de la ciudad desde 1973.
Entre los reclusos se encontraban destacados guerrilleros como Antonio Orozco Michel (alias Michel), Guillermo Pérez Mora (alias Tenebras), José Natividad Villela Vargas (alias Billetes), Armando Escalante Morales, Francisco Mercado Espinoza y Mario Cartagena López (alias Guaymas). Desde la celda del Tenebras, se gestó la audaz planificación de una fuga que desafiaba la seguridad del penal.
Según Antonio Michel en su libro “La Fuga de Oblatos. Una historia espectacular de la LC23S”, la vulnerabilidad en El Rastro fue descubierta en un muro de uno de los baños cercanos, y tras dos meses de meticulosa preparación, los guerrilleros encontraron el momento propicio para ejecutar su evasión.
Coordinándose con comandos exteriores, fijaron inicialmente el 16 de enero como fecha del escape, aunque un mensaje externo les obligó a postergar la operación. Bajo la vigilancia de la Policía Rural de Jalisco, el 22 de enero de 1976 se convirtió en la noche de la fuga.
A las 19:30, hora acordada, los guerrilleros, alimentados mínimamente y con relojes sincronizados, perforaron el muro de su celda en el segundo piso de El Rastro, llegando al garitón nueve. Allí, enfrentaron a un policía a quien desarmaron, para luego descender por un muro de cinco metros con cuerdas improvisadas, alcanzando la zona de oscuridad generada por un apagón coordinado a las 19:45.
Simultáneamente, comandos en el exterior liderados por David Jiménez Sarmiento (alias Chano) y Saúl Enríquez atacaron la puerta central del penal. Otro grupo disparó a la garita de escape, mientras una tercera célula, con la participación de Alicia de los Ríos Merino (alias Susana), se enfrentaba con policías en la esquina de las calles 58 y Gómez de Mendiola. Un tercer comando atacó la subestación eléctrica “El Álamo”, dejando a la penal en la oscuridad total.
La fuga, llevada a cabo por seis prisioneros políticos de la LC23S, quedó marcada en la memoria colectiva.
La LC23S surgida en respuesta a la represión estatal durante el “invierno trágico” de 1971-1972, se consolidó como una importante fuerza guerrillera en México en los años 70s, aunque enfrentó la violencia del Estado hasta su desmantelamiento a principios de la década de 1980. La fuga de Oblatos, un episodio de valentía y audacia continúa resonando en la historia de la lucha en México.